39 voces de 39 mujeres: pura poesía

Vallejo & Co. reproduce esta nota, publicada originalmente por su autor en la web Oculta (www.oculta.es).

 

Por VV.AA.

Crédito de la foto www.okchicas.com

 

39 voces de 39 mujeres:

pura poesía

 

 

 

MANIFIESTO

(Sara A. Palicio)

 

No reconozco la indulgencia de los otros
ni comparto la férrea voluntad del miedo
sobre las anchas sombras que su sed proyecta.

Tiendo los brazos a las infinitudes de la luz
y llamo patria a las heridas de mi cuerpo.

 

 

EL RETORNO

(Rocío Acebal)

 

 La inclinación melódica del mar
vuelve a posar tu voz sobre la arena
de vuelta en Calafell, años más tarde:
en días como éste, me pregunto
si, inhóspita sirena, has olvidado
la dignidad furtiva de aquel beso
o en los momentos íntimos retorna
aún a tu retina esa experiencia
primera del amor correspondido;

y en días como éste desearía
de nuevo retener entre mis manos
los contornos de sal que acaricié
en esta misma cala –en otro tiempo-,
aunque la toga de nostalgia cubra
después de tantos años las viejas ambiciones
aunque escondas el rostro, avergonzada

porque perduran
en nuestros cuerpos juveniles restos
de amor y de pasión,
porque es posible el gozo,
todavía.

 

 

SEIS AFORISMOS

(Azahara Alonso)

 

La dicha es un destino. Todo lo fatal es instantáneo.

*

La esperanza es extranjera.

*

En nuestra jaula se pueden abrir las ventanas.

*

Lo más parecido a un dios es la voz de una madre: sobrenatural y dulce.

*

Toda pasión es una isla.

*

Lo malo del estado de bienestar son los vecinos.

 

 

EL PARTO

(Ángela Álvarez Sáez)

 

 A partir de aquí
romperemos los lazos visibles.
Mi cuerpo sobre la camilla
atraviesa un sendero blanco
de pestañas. Tu cuerpo con la vida
pendiendo del resultado
de un test de Apgar
no puede sentir el tacto
de mi piel, ni el recorrido de la noche
apaciguando la sed de sangre
que nos mutila el corazón.
Con un hilo de cordura,
apagada por la anestesia,
te llamo y el ruego
se torna en la oración
más serena, clara.
Luego cojo entre mis manos
el útero y lo exhibo, impúdica,
desafiando los límites de la entrega.

 

 

XV

(Verónica Aranda)

 

 Una mujer está asando batatas
con los rescoldos de la lumbre.
Por su pelo aceitado caen acordes de sitar.
Cada pliegue del sari con que cubre su vientre
anuncia la matriz, la reclusión.

Se puede confundir el tintineo de ajorcas
con el de la llovizna.
Canta y en cada nota la quietud
converge en la tahona que olía a albaricoques.
Canta y fragmenta vértice o frontera.

La noche es una herida de colmillos de mono
que empieza a supurar.

 

 

EL CINTURÓN DE HIPÓLITA

(Martha Asunción Alonso)

 

Una vez, siendo niña, descubrí a la mujer
que me enseñó a montar en bicicleta
tiñéndose las canas: se había puesto, porque la resistencia mancha,
una camisa azul de su marido
muerto.

El cinturón de Hipólita es aquella camisa.

Mi primera maestra, Doña Cati,
enseñó a leer a tres generaciones de españoles
a través de sus gafas, ya estando jubilada: Mi-pa-pá
es-el-más-gua-po-del-mun-do-y-mi-ma-má-la-más-fuer-te
del-pla-ne-ta-tie-rra
.

El cinturón de Hipólita es aquel par de gafas.

El día de su boda con el poeta Manuel Altolaguirre,
la poeta Concha Méndez caminó
flotando, con su traje de menta, hacia el altar
de los Jerónimos: su ramo de novia era un manojo
fresco de perejil.

El cinturón de Hipólita es aquel ramo verde.

Y el modo en que mi madre, a los cincuenta, le cambiaba las pilas
a su audífono para asistir a clases
en la universidad (las manos son las mismas que, con catorce
años, dejaran los compases y dictados
para ponerse a amasar pan).

El cinturón de Hipólita nunca lo robó Hércules.

Hércules robó el oro,
pero no la riqueza. ¿Cómo expoliar aquello que se mama,
capital invisible, indivisible, cual río
sangre abajo? Robó Heracles
el oro. Nos dejó

la nobleza.

 

 

 ACABAR CON TODO ESTO

(Elena Barrio)

 

No sé si quiero renunciar
                                   a mi dentadura
                                   a mis huesos fuertes
                                   a mi cabellera brillante
                                   a las pocas dioptrías negativas que me quedan
                                   a la piel firme y entera de mi estómago.

No sé si quiero perder el dominio sobre mi vejiga y
                                        tener que andar todo el día comprimiendo unas bolas
                                        chinas en mi interior para evitar el pañal para adultos.

No sé si quiero renunciar
                                   a mi silencio
                                   a mi alimentación improvisada
                                   a las noches en vela por un libro demasiado interesante
                                   a mi habitación limpia, con olor a lavanda,
                                   a mi sueño en fin de semana, profundamente invernal.

No sé si quiero vivir a través de alguien,
cuando mi vida me basta bien.
No sé si soy tan generosa.
No. Diría que no lo soy.
No aún, por lo menos.

Quizás no sea mamá.
Quizás borre del horizonte “lo mejor que me puede pasar en la vida”.
Quizás no traiga a nadie nuevo a este lugar extraño para que también,
si me sale mujer,
tenga que plantearse todo esto.

 

 

AHORA ENTIENDO EL ASCO

(Aleida Belem Salazar)

 

Ahora entiendo el asco
no se habla de la muerte porque avergüenza
un hombre huye
cuando el amor lo sobrepasa

ahora entiendo del asco
en el lugar del que provienes
aprendiste a cerrar la boca
para que la digestión
de la lengua
fuera más fácil

imaginé a tu madre
llamándome puta loca
imaginé su náusea
al recordar mi nombre
mi rostro en un cristal

un cuerpo adormilado
en una camilla
un cuerpo que se idealiza

(jamás conocieron el cuerpo)

ahora sé del vómito
su pena
ahora sé por qué la huida
el deseo de sepultar la existencia
ahora entiendo
en el lugar donde naciste
nadie menciona al sueño inducido

fui el asco y la vergüenza
perdón por decir tu nombre
mil noventa y cinco veces

 

 

COMO UN PERSONAJE DE RULFO

(Dafne Benjumea)

 

Sentada espera al hombre que prometió un globo.
Prometió la ilusión del adulto
y las muñecas quedaron tumbadas ante el cartón
(beige – gris) de esquinitas nuevas.

Arrojó con desprecio su infancia
y el vestido de pájaros verdes
a niños guapos de calle
que entendían lo raro del cloro
la mancha del donut, del helado,
            juego de brillos
o las tantas formas del celeste.

***

Sentada espero al hombre que prometió un globo y
como un personaje de Rulfo:

todos los días,
           todas las horas
                  todas las partes rugen
con un lazo azul en el cabello.

 

 

JUSTICIA POÉTICA

(Rosa Berbel)

 

Quiero conocer a todas mis madres,
reconstruir mi linaje y mi conciencia
a partir de los versos, las renuncias,
las huellas de todas las mujeres
que he sido al mismo tiempo.

Quiero una larga estirpe de mujeres valientes,
que han escrito poemas
después de hacer la cena
y han vivido el exilio
dentro del dormitorio.
Reconocerlas libres, brillantes y caóticas
retratando monarcas,
sublevando las formas,
componiendo sonetos
en una Europa en llamas.

Quiero sobrellevar la carga de la historia,
convertirme en relevo,
nombrarlas
sin esfuerzo.
Pronunciar con propiedad
el término familia.

 

 

HOMENAJE A LAS HERMANAS

(Laura Casielles)

 

 A veces, las mujeres que admiro lloran.
Lloran polen, lloran piedra, lloran plumas caídas de estornino débil
y aceite quemado sobre la arena gris.
Lloran porque no encuentran
el hilo del buen amor,
lloran porque su voz no es una columna de mármol,
lloran por el peso del río.

Hay mujeres que admiro y no conozco y a veces lloran.
Supongo que también les arden bulbos en las entrañas y tienen en el jardín tumbas de cedro.
Otras mujeres llevan
el fardo prieto de veinte siglos sobre los hombros.
No tienen mucho tiempo para llorar, pero a veces,
manantiales y pozos y olas se les caen a las manos.

El charco repta lentamente, llega al mar de los charcos de antaño.

Se evapora, llueve.

Lustrosas espigas se hinchan
en un huerto de otra parte.

 

 

MUJER CORRE Y SE CRUZA CON LA MUJER QUE SALÍA A CORRER HACE MESES

(Sofía Castañón)

 

El ritmo al que vas fragmenta los árboles.
Son verde, corteza, luz
entre las hojas.
Como si alguien trasquilara el metraje
de esta película tuya.
            [comparar la vida con el cine
            parece pobre para un poema]

¿Quién corre hoy con tu cuerpo?
¿Te pareces al latido de hace unos meses?
¿Han aprendido algo tus músculos?
¿El amor te cambió el espacio
entre las vértebras?

¿Quién corre hoy con tu cuerpo?
Verde, corteza, luz.
¿Qué en ti es carrera interna?
Piedras, ramas, hojas.

Asumes la respiración fragmentada.
Como los árboles.

¿Admitimos que es fragmento también
el idioma con el que se hizo tu nombre?

 

 

*

(Claudia Caparrós)

 

Noli me tangere a media voz
noli me tangere, me acerco a ti, el tacto es
un salto de fe
noli me tangere, Sully Morland, mantente lejos de mí, lejos
de lo que eres
una yuxtaposición de oquedades, un amasijo
de líneas que se cruzan y noli
me tangere Sully Morland porque soy
un cuadro cubista
desencajado
en muchos espacios que se superponen y que no logro nunca reconducir hacia mí
hacia el interior hacia el exterior
el espacio neutro donde soy posible, el espacio
de continuidad entre la agorafobia y la claustrofobia
en donde no es posible el tacto oh Sully Morland, en donde
no existe el agua, no existe el aire y sin embargo todo flota suspendido y sin dolor, y tengo tanto
miedo a que me toquen, Sully Morland, tanto miedo a estar viva
Soy consciente oh Sully Morland de
mi bidimensionalidad, de que te miro
desde una superficie plana y desde unos ojos que se entrecruzan en la inconcebible posibilidad del
afuera, necesito de ti para anclarme al mundo, necesito de ti para ser esa posibilidad, necesito de ti
para mirarte y saberme mirada, configurarme en eso y agarrarme a eso
noli me tangere porque estoy asustada de mi piel
de traspasar la piel y de rasgar la piel, de recorrer la piel y de activar la piel, noli me tangere
Sully Morland
porque me duele
porque me duele ser y quisiera dejarme
dejarme ir
dejarme caer
(en el prodigio de una asombrosa arquitectura
y que en mí entre la luz)
soy un bosque ardiendo
y no puedo perdonármelo, y necesito el dolor porque me vivifica, Sully Morland, porque ese dolor
es el reverso de la piel
que palpita regular
y este es el ritmo de mi cuerpo, noli
me tangere Sully Morland porque no puedo resistir el escozor de un dedo sobre mí, porque no
puedo resistir el deseo y la tentación de desaparecer, de no ser más bajo la piel bajo
el agua
no puedo resistir que tú me hagas porque no debo ser, porque no debo estar y porque no quiero esta
piel – este dolor – esta certeza de existir en algún sitio, desearía
desearía ser un río
un intocable río que desembocase y se llevase lejos todos los escombros
La idea de la ruina
noli me tangere
porque no sé de qué estoy hecha, porque estoy hecha de agua
y de aire
y no puedo flotar dentro de mí
y me duele esta dispersión, me duele derramarme en el vacío
como la hierba de un acantilado (como el agua, como el aire)
como todo lo que no es posible tocar
como todo lo que rechaza el tacto
noli me tangere, Sully Morland, deja
que me deshaga
como si fuera nieve

 

 

WING CHUN, DEL AMOR COMO ARTE MARCIAL

(Alba Cid, original en gallego, trad. de la autora)

 

y todo aquello que crece tan rápido como la hierba sobre la tumba de un pájaro
(Celan)
los gramos de luz que impactan la tierra por segundo
(Wright)
dos personas mirándose desde orillas opuestas de la claridad
(Carson)

hablar de eso,
de lo que nos permitimos el lujo de no entender literalmente.

si la luz puede empujar una nave espacial
¿aun te preguntas quién saldrá ganando?

*

dos amigas conversan en la mesa de un bar a primera hora.
una de ellas repasa la línea de las pestañas con la yema del dedo índice, parece realmente afectada

(sus palabras conforman una mastaba en la mente de la otra
un recinto dorado
—con razón mastaba proviene del árabe ‘lugar de tertulia’, que atesora a su vez restos del griego antiguo stibás, ‘lecho de hierba’—
le daba leche de yegua y le curaba las llagas con polvo de violetas,
piensa la que escucha,
como acontece en las leyendas andinas
como si la efectividad de los remedios se midiese por la extrañeza que provocan)

*

escondida en un bosque mientras medita, Ng Mui vigila la pelea entre una serpiente y una grulla. direccionalidad frente a equilibrio, un esplendor de órbitas y esbelteces, dos versos de metro desigual encabalgados en la boca de quien recita.
Ng Mui observa y memoriza los movimientos,
el arte.

*

no hay orden que valga en el mundo

si atendemos a su relato, la amiga que habla también persevera en el contacto.
hace suya la técnica del oponente,
simultanea defensa y ataque,
no arremete contra puntos vitales, pero sí contra aquellos que desarman el movimiento
por venir

detrás de las palabras, músculos
incandescencia

wing chun, ‘eterno canto de primavera’

*

la que escucha no sabe si su amiga aprendió más de la grulla o de la serpiente.
la que escucha se pregunta qué amuleto egipcio vendría al caso
(si los peces de cerámica turquesa protegían a la portadora de morir ahogada en el 1335 a.C., qué serviría aquí?)

de modo subcutáneo,
la mañana avanza como el veneno expulsado gracias al cierre de las mandíbulas
una mordedura de serpiente

poco importa:
permanecen, sin tocarse, unidas en el asombro
como las marcas paralelas de los colmillos en la carne de la víctima.

 

 

A LOS HOMBRES NO LES GUSTAN LAS MUJERES ROTAS

(Oriette D’Angelo)

 

Nadie sabe que maltrata
hasta que rompe un hueso
y aun así
los morados de la piel no saben de perdones
las heridas disecadas sólo cuentan una historia

Todo cuerpo supura infiernos
todo cuerpo admite queja
exilio

Nadie sabe que maltrata
hasta que asesina

Nadie sabe que tiene fuerza
hasta que aprieta una garganta
luego abandona
sale corriendo
echa culpas
justifica puños
y huele a sangre

Todo cuerpo odia el desgarro
toda ausencia es un primer auxilio

Nadie sabe que es poco hombre
hasta que toca a una mujer

para romperla.

 

 

DANZA DEL EGO SOLITARIO

(María García Díaz)

 

…otra danza del ego solitario
S. SONTAG

Licuado el muro de Berlín,
grafitis de leche que de mis poros brotan
en abigarrado
arrebato,
mi interior que estalla en mil
gotas orquídea
sobre este lienzo,
esta la expresión de quien subyace,
este el arte,
y así tú, flequillo santo,
tierno constructo de esta selva,
pura mirada bruta
que alumbra desde un mundo perdido,
reminiscencia del estado
en que nada sabíamos de nada,
así tú, flequillo limpio,
también expresión de quien subyace,
rubio vertido
del deseo, ha caído el amor, occidente
invertebrado. Proyección mía,
antiguos
huesos míos, querría quereros
como antaño, dejad que olvide el truco,
dejad que olvide el origen de las aguas
en las que amo
zambullirme. A la vera de un cabello
derramado

Yo Quiero sobrevivir peor.

Entre la nada y la pena, elijo la pena.
Faulkner (trad. Miguel Rual)

 

 

 DESEO

(Berta García Faet)

 

Y mujeres que sólo se alimentan de pétalos de rosa
OLIVERIO GIRONDO

and the lovers
pass by, pass by
SYLVIA PLATH

 

Padres, hermanos, amigos, profesores:
soy un ser de deseo.

No es suficiente el contexto
−yo en el salón, en la bañera, en el cine, en el despacho:
ocupada en las tareas que desubican el deseo−
para lograr acallar este hecho sin espacio:
que, especialmente,
soy un ser de deseo.

En el reino de la astenia y sus panfletos,
en el milenio de la saturación y los cuerpos bellísimos
encerrados en patéticos frasquitos de fobias,
sin tocarse,
yo soy un ser de deseo: bocas entreabiertas,
corazón-voluta.

En el mundo de los helados estanques
de unidades inconmensurables y aisladas del contacto
(cuerpos bellísimos agarrados a maderas,
miedosos de rozar un tobillo,
por si al final se enamoran),

os tan-solemne-y-tierna-y-felizmente anuncio
una pulpa de deseo: no puedo salir de Shostakovitch
y me alimento de trompetas y de amores de la infancia
que me encuentro en el metro y de señores-frutas.

Soy un ser de deseo:

  1. Sé lo que es una revuelta de hormigas rojas
    africanas
    por entre las piernas.
  2. Sé lo que es llegar a morderse los labios.
  3. Sé lo que es decirle, por ejemplo
    oh qué interesante

mientras pienso
oh Dios lo que te haría
oh Dios oh Dios en cuanto te descuides
te planto un beso que te mueres de colores;
y,
luego,
impondré mi disciplina −y una cierta dulzura−
en tu cuarto ex-templo-de-ver-castamente-películas;
y,
luego,
montaré una fiesta con los que un día fueron míos,
y os haréis buenos amigos, y volveremos todos
a un cierto París básicamente de cuellos.

Porque,
sobre todo,
soy un ser de deseo;
y si me muevo por el mundo
es para que engorde, que engorde, que engorde
a mis expensas.
Constantemente paso hambre.
Soy un ser de deseo, caminamos juntos
por mi diagonal de cosas:
algún prodigio, alguna ventana.

Y sólo cuando mi deseo
se ha convertido en una inmensa bola
o en un pichón o conejo obeso y planetario,
lleno de estrías por seguir creciendo
hasta llegar al límite abismal de su volumen posible,

sólo entonces,
cuando su tamaño ya nos resulta plenamente asqueroso,
socialmente nocivo, sentimentalmente molesto,

lo mato
y me lo como.

 

 

ANDA, MUJER, LEVÁNTATE DE TI

(Alba González Sanz)

 

Tu soledad está ocupada.
La pueblan los fantasmas,
los espejos del ser
enseñado a ocultarse.
Tu soledad está ocupada
de órganos impuestos.
Alguien mueve tus labios.
Alguien siente por ti
el miedo a tu soledad.

Tu soledad está ocupada
de estatuarios cadáveres,
hermosos y mudos.
Se mueven apenas
con la dulce cadencia
de muñecas sin ojos.
Llevan en las manos
laringe y lengua y queman
sus silencios estridentes
en tu corazón.

Tu soledad está ocupada.
Te enseñaron el incógnito
de tu propia vida.
Temer a la que grita,
ocultar a la que ama.
Tragar la voz y que te baste
la fría ceniza
del trayecto del astro.

Tu soledad está ocupada.
Eres tú policía y la norma.
Eres tú la que arde
en alambradas de ruido.
Tú la que temes
el silencio del cuerpo
el deseo del cuerpo
el calor de otro cuerpo
abandonarse en el cuerpo
estando sola.

 

 

ARIADNA OLVIDA EL MAR

(Ana Gorría)

 

El rostro reclinó. Desde la orilla
todo era paz. Olor. Inmensidades.

Verdades concedidas al espacio,
suavemente oscilando entre las ramas.

Aspiró el aire frío que se abría
como un sol de papel en los pulmones.

Saber del mar su luz, su pasadizo.

Atrás dejar la sal. Volver a casa.

 

 

EVERYBODY DOES

(Barbara Grande Gil)

 

Creo en ti.
Eres.
Me basta.
ANGEL GONZÁLEZ

 

Ella es el grito de la noche.
La astilla debajo de las uñas.
La espina en la mirada
y el silencio detrás de la puerta.
Es la pierna inquieta,
el estreñimiento colectivo,
la venganza de todas las promesas.
Es la que recuerda lo que los mayores han olvidado.
La niña bonita del apellido de serie.
El silencio de un poema que costó cien horas.
Es a la que le sobra tiempo en los recitales.
Es a la que le sobra tiempo en los recitales.
Es a la que le sobra tiempo en los recitales.
Por no molestar.
Por no quitar tiempo.
Por no perder el tiempo.

Es el despecho eterno
y el perdón inmediato;

el aguijón de noviembre,
el fuego y el hambre.
La mano armada
y el espasmo después del amor.
Es el dolor que no se olvida
y la chica que nunca da problemas
pero existe,
y es importante y no lo saben.
Es el piano huérfano llevado a hombros.
El motivo de todas las huidas.

Es la que se quedará sola.
La que ya está sola
rodeada de gente que la quiere
y no lo saben
y no lo sabe.

Es,
existe
y no le basta

 

 

A LA TIERRA TIERRA

(Carmen Juan)

 

dice que no sabe
ALEJANDRA PIZARNIK

 

Yo no nos pretendía así, Alejandra,
perdidas como vos
en la noche en la concha en la palabra.

Yo no pretendía
el dolor el miedo
pero sobre todo
yo no pretendía
el amor, bien lo sabes.
No quería
tu genio, no quería
este quemar en el pecho.

Yo no pretendía
escribir pero escribo sobre
los que escriben sobre
la Muerte. La Muerte que
tontea con los hombres- poetas
porque le cantan bellos versos
al oído. Les dice —a ellos— que son
siempre el mejor jugando al juego
de letras encadenadas. Que ella
les ensalzará, que bordará
en la historia sus nombres. Que
les convertirá en eternos.

A casi todos les miente.

A ellas no, a ellas no puede. Ellas,
las mujeres-poetas que escriben sobre
la Muerte, son menos porque
a las mujeres que escriben sobre
la Muerte siempre las encierran.
A ellas les dicen
que las sanarán, les dicen
que la tristeza se cura, les dicen
que el quemar en el pecho
que las clavículas rotas
que los pedazos de invierno
no son más que un error en la
dosis de los fármacos. A ellas,
las mujeres que escriben sobre
la Muerte, siempre las entierran. A ellas no.

A ellos les besa en los dedos, les promete
que todo papel impreso
llevará sus nombres.

A ellas las besa en la boca, las arrastra.
A ellas les dicen
locas y entonces
la Muerte se ríe un poco, pero
sus textos sí los guarda de veras porque
también la Muerte ha sido
una mujer
escribiendo
sobre la Muerte.

Ahora preferiría echar
a la tierra tierra
a la tierra cuerpo
a la tierra manos de poeta.

Alguien
debió explicarme
que el amor es miedo es muerte
que el amor es muerte es miedo.

Yo no nos pretendía así, Alejandra.
Yo no quería querer yo no quería locura yo no quería
escribir escribir escribir
                                  sobre la Muerte.

 

 

AHORA

(Ana Llurba)

 

Cuando vives aquí, te olvidas de que solo
porque has dejado de hundirte no significa
que no estés ya bajo el agua.
AMY HEMPEL

 

éramos un puñado de gente dispersa
después de una batalla perdida
gesticulábamos nuestra incomprensión
ante las desventuras de este mundo
procurábamos ignorar los asientos vacíos de los que ya se habían ido
así como el rumor de los animales que huían de nosotros
y hasta nos inventábamos excusas de una manera tan funcional
que en el Tercer Reich se hubiera considerado artística
porque nuestra participación emocional
en la desgracia era mentira
había llegado el día
aquí sabíamos que ahora
era un lugar donde también se podía vivir

 

 

EN BOCA DURA (I)

(Laia López Manrique)

 

«La palabra amor existe»
MARGUERITE DURAS

 

ya no abro las fauces
un diente de leche asoma en la ranura estrecha de los labios
tan rojos

te pedí que descompusieras mi nombre y fallaste en una de las letras

littera de sangre se desliza por la lengua
pasta rancia
marfil-acusativo-pronombre

 dan ganas de abandonar las palabras, de escribir con el cuerpo en superficies rugosas, con el sudor, con el erizamiento de la piel del antebrazo

 solía decir “salgamos” o  “me quedo” o
“por favor deja la puerta entornada”
y entonces gemía recordando a la otra: su voz decantada al murmurar
“soy tuya”
y pensaba en Lacan* y en el deseo
en lo que significa ser una mujer
en lo que significa ser dos mujeres
en el calco y la epífora
el vertido escueto de las lágrimas       el escozor de los párpados

the thrill is gone
the thrill is gone away from me

entonces cuando el corazón o aquello que en su lugar lo desocupa
                                                                         se obstruye
miro al fondo del espejo y acaricio la abertura imaginaria
a través de la cual respiraban las menguantes

*decía Lacan que el melancólico es quien se aniquila en el objeto
y se precipita como Butes al vacío
al mar
a los acantilados
llamado por la música
empuja el oleaje
como un brazo sólido de tierra 

deshago por la acción ofensiva del agua : el corazón  el páncreas  el lunar de la ingle la costra en el pulmón  el maquillaje

la imagen en
c
o
n
t
r
a
p
i
c
a
d
o
de las
piernas alzadas la otra noche
contra mis hombros

camino hacia atrás desaprendiendo

oruga volteada
                        atrófica

si no vuelves a tocarme objeto trasegado
si no vuelves

*

 

 

POESÍA MASCULINA

(Luna Miguel)

 

Si muero
te invito al sol
alma mía
y no olvides
llevar tu cuerpo
GONZALO ARANGO

 

nunca le he pedido que me coma la polla
en todo caso
he empujado levemente con el borde de mis palmas
la barricada de su omóplato
levemente
sutilmente
nunca he sido demasiado sutil
para qué voy a serlo si me llamo hombre
si con el borde de las palmas de mis manos
ya ordeno levemente
opacamente
hazme caso balbuceo
sé líquida pienso
nunca le he pedido que me haga el amor
ni siquiera aquella tarde en cartagena de indias
después de que mis testículos se remojaran en la piscina
o de que mi hijo riera como nunca
entre salpicaduras de cloro
era la hora de la siesta y nuestras bocas olían a lulo
cómemela podría haber dicho
trágatela está dulce
pero al final todo cuanto mis manos sostuvieron
fue el cuerpo inquieto del niño
mientras ella le cambiaba el pañal
antes de darle un beso en la frente
y de que nos quedáramos los tres dormidos
semidesnudos en la enorme cama de ese hotel
en el que nunca follamos
pero donde amé
levemente
torpemente
justo como ama un hombre

 

 

ÓPERA AMBULANTE: PRIMERA PARTIDA

(Lola Nieto)

 

Lola Nieto (Ver en PDF)

 

 

FRAGMENTO DE ‘MADRIGUERA’

(Gema Palacios)

 

Mojarse de los cuerpos
reverberando

Aquietarse por desconocimiento
sufrir de no sufrir y en la
grieta sacar pecho cabeza hombros

Balbucir ausencias
en un lugar callado invocar
manos abiertas

Todo comienzo es diurno
labio escozor cuerpos amoratados.

****

Me nombra así
perfume de lo roto
y avanzo
siempre avanzo
hasta desposeerme hasta
desdibujarme.

****

Cavar hondo
donde el lenguaje se hace silbido
vuelo de pájaros ventana
para sentarse a observar:

cuerpos mojados
ahora precipitándose.

****

Escribir un poema
siempre estar escribiendo un poema
dentro del poema
hasta que este desaparezca
y no exista nada
salvo este obsesivo huirse
hacia los otros.

****

Escribir un poema
como si fuera posible
avanzar a oscuras.

 

 

*

 

(Celia Parra, original en gallego, trad de Laura Villar)

 

Los márgenes de la luz invaden
lo que queda de tu silueta
aquello que el vértigo no pudo engullir.

A contraluz todo lo que se oscurece brilla
y tu rostro
es un sfumato
entre pavor e insolencia.

 

 

SIN DECIRME NADA, MAMÁ ME ENTREGÓ EL TESORO

(Ana Pérez Cañamares)

 

Sin decirme nada, mamá me entregó el tesoro.
No hicieron falta palabras:
yo comprendí su peso, su importancia
las tareas eternas que heredaba.
Llevaba mi nombre y mis apellidos
era mío pero además de todas
y sobre todas caería su pérdida.

No hay descanso para la portadora
y por eso yo envidié lo ligero
de mis hermanos, porque no vi a padre
legarles una carga parecida.
Y mientras mi madre preocupada:
las costras en mis rodillas
los balonazos en mis pechos
los chuchos que me seguían.
Señales de que para mí era un lastre.

Pero para otros sería un trofeo
conquista a la que sigue el desprecio.
Intentarían robármelo
al menor despiste o debilidad.
Yo lo defendería con la vida.

Fabriqué un escudo de carne
con mis piernas y mis brazos.
Tejí una cota de malla
y aprendí a evitar el tema.
Levanté para el tesoro una torre
y aunque no quise que el miedo
reuniera glebas y siervos
al fin cedí a su linaje.
No subiría a los árboles
vería el mundo desde las almenas.
Viviría escondida y desnuda
y mi desnudez nunca sería promesa.

Hasta que harta de tapiar huecos
harta de alimentar fantasmas
harta de herencias en antiguas lenguas
un día invoqué al diluvio
que hizo inútiles mis fosos.
Abrí la caja y descubrí el tesoro:
no era más que un vestido
que por detrás me arrastraba
como una cola de novia
o un rastro de oscura sangre.

Si me visita mi hija lo escondo
aunque creo que ya se lo he prestado
sin intención, sin querer, sin palabras
muda como todas las madres.

 

 

MEGALOMANÍA CADUCA

(Beatriz Rayón)

 

Yo, mi mundo.
Yo, mi, me, conmigo,
mi todo. El centro
es el que yo concibo
a quien yo doy importancia.
A mí. La virtud griega,
la ética, la eudaimonía,
la emancipación de todo
lo que no fuese yo
una autosuficiencia,
la vía que lleva a la felicidad.

Los antiguos sabios decían
que sólo la hallamos
en nosotros mismos. Mentían.
En ese abismo tampoco está.

 

 

LA MUJER DEL BARCO DE LJUBLJANA

(Emily Roberts)

 

La mujer del barco de Ljubljana
sube al barco turístico todas las tardes
a la misma hora —las cinco y cuarto—
y da un paseo por el Ljubljanica.

La mujer recuerda el tiempo en que masticaba idiomas
ajenos
como caramelos pegajosos—
la gimnasia de las flores.

Recuerda la ciudad en ruinas, los bombardeos que ya no son,
entre turistas y franquicias. Un rostro amado
es siempre un rostro destruido.
Nadie habla de lo que se perdió,
pues es mejor que lo perdido se dé por perdido.

Quizá el exilio no fue
sino amar otras ciudades—inevitablemente—:
un paseo en barca hablando a solas con las calles nuevas
de este templo en ruinas que amó

y ya no reconoce.

 

 

NANA DULCE

(Camino Román)

 

«¿Cuántos poemas me recomiendas para hacer un libro de poemas?»
Le pregunta el poeta a Yahoo Answers
Nana Dulce dice que sobre veinticinco es lo correcto
No doscientos
Es fundamental si quieres que te entre en el bolsillo
Ya puestos le pregunta:
¿Cuántas veces se habrá acordado de mí esta semana?
Quizás una o ninguna
Nana Dulce no lo sabe
Es una consultora de poesía no de amor
Yo te digo que puedes escribir tres poemas para tu libro
O puedes escribir trescientos
Puedes escribir un poema eterno que no termine nunca
Y el que lo lea muera por no poder comer ni respirar
Como si te lees de seguido Crimen y Castigo tres veces
Cuyo autor conspiró contra el Zar Nicolás I mientras nevaba.

 

 

*

 

(Valeria Román Marroquín)

cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño.

post adolescencia, comencé a perder pelo por la histeria
dejé a un lado las cosas de niño cuando

leí a Freud por primera vez
no lo entendí
tuve el número necesario de dudas

post histeria
adopté la migraña y el anticonceptivo

hice las preguntas correspondientes:
no recibí respuesta alguna. post coito

ensucié mis manos en el lodo

leí a Kierkegaard por primera vez y no lo entendí muy bien:

qué desgracia ser mujer une femme / a woman
a wo-man
y eso que la peor desgracia cuando se es mujer / une femme / a woman
a wound-man
es, en el fondo, no comprender que lo es
post coito

hundí mis manos

en el lodo
asumí mi condición de objeto

1 libra por hora

dentro del continuo materia-espacio-tiempo:

desde electrones / átomos / moléculas de hemoglobina / cola de cometa / protones / campo eléctrico / hígado / hipotálamo / membrana / celular / transistor  / anillo de saturno / gota de lluvia / zanahoria / río amazonas / páncreas / pluma / desierto / nube / cactus / flor / una mujer es
como
una
flor
a rose is a rose is a rose is a woman (a wound-man) una mujer es como una flor
                                                                                                                      como una flor
                                                                                                                      como una flor
                                                                                                                      como una flor
                                                                                                                      asumí
                                                                                                                      mi condición
                                                                                                                      frente al espejo, une femme

y no lo entendí muy bien, casi en lo absoluto

 

 

PATRIARCADO

(Bárbara Sánchez Barroso)

 

Si pegas la oreja a la almohada se escucha:
Siempre juntos, siempre juntos.
si viniera una mujer,
si viniera una mujer al mundo, hoy,
sólo habría de balbucear
palabras sumergidas,
palabras
como las de mi abuela
cuando recuerda el horror,
mi abuelo
el horror
siempre juntos, siempre juntos.

 

 

UNA CIEN VECES

(Elvira Sastre)

 

Hay mujeres
que son estaciones de (d)año,
tormentas torrenciales en agosto y estufa
en un diciembre lleno de abandonos.

Hay mujeres
que son pájaros sin alas en un cielo lleno
de recuerdos,
fieras carnívoras al acecho de las ganas
y de esa falta de poder ante la tentación
que solo es deseo confundido.
Hay mujeres
que son mariposas abstraídas esperando a que
cierres todas las puertas
para acariciarte las mañanas a través
de la ventana,
para sacudirte la mirada en cualquier
dirección ajena a tu rostro.
Hay mujeres
que son animales en celo
galopando sobre tu pecho abatido.
Hay mujeres
de ojos castaños
con alma de gata.
Hay mujeres
de ojos verdes
con alma de zorra.

Hay mujeres
que son signos de interrogación abierta,
tres exclamaciones siguiendo
una huida.
Un ladrido de madrugada.
Hay mujeres
que justifican el silencio.
Hay mujeres
que excusan la poesía.

Hay mujeres
que son aeropuertos alejados
de los que solo salen aviones de mentira,
puertos marítimos
en los que vuelves a ser otra vez tú,
estaciones de tren
donde se cruzan tantas contradicciones
que encuentras paz.

Hay mujeres
que suenan a herida al tocarlas
y te hacen desear la muerte antes que ellas.
Hay mujeres
que huelen a limpio, a cuerpo inerte,
y te hacen desear invadirles el corazón
y el pecho con la brutalidad de un ejército de flechas.
Hay mujeres
que desordenan tus huellas cuando aparecen
y te hacen desear encontrar tu camino
sobre su columna vertebral.
Hay mujeres
que no se esconden, que quieren sin escarcha en los ojos,
que saben a sed,
y esas,
esas te hacen desear quererlas toda la vida.

Hay mujeres
que esperas siempre
porque nunca llegan.
Hay mujeres
que están en todos los lugares que ocupas
menos en tus manos.

Hay mujeres
que son primeras y únicas,
que sobrevuelan el suelo que pisan los demás,
que son azules y ocupan un sitio
diferente al resto.

Hay mujeres
que crees por encima de todo
y por encima de todo deshacen tus creencias,
que son tiernas, ciertas y dulces,
y con su ternura, certeza y dulzura
parten tu inocencia en dos.

Hay mujeres
que abren tus ojos con un soplido de magia
y en el siguiente truco desaparecen,
como la suerte.

Hay mujeres
que te enseñan la moneda por las dos caras:
te besan negándote,
se marchan mientras te nombran,
se quedan en silencio
y desde otros recuerdos te afirman.
Que solo conocen la palabra derrota
en tu boca.
Que solo conoces la palabra victoria
en su boca.
Que te aman mientras te olvidan
y olvidándolas las amas.

Hay mujeres
que quieres y no puedes,
que son tanto que no son bastante,
que dándote lo que necesitas olvidan lo que deseas.
Mujeres contra las que no hay razones
que encajen
y conviertes en huida
para darles un sentido.

Hay mujeres
que son aves de paso,
bodas de un día,
amores que salvan tu vida en una noche,
postres eternos en medio de una prisa carnal,
engaños a la rutina,
tu alma animal rendida al instinto de supervivencia.

Hay mujeres
que aparecen como los aciertos:
a tiempo y sin esperarlas.
Que se atreven y se quedan y tienen
el pelo del color de tu almohada,
que se agitan y temes y dan la vuelta
a tus excusas convirtiéndolas en motivos.
Que te aman sin evitarlo
y amas sobre todo por supuesto.

Y
estoy
yo.
Que soy una en todas esas mujeres.

Y
estás
tú.
Que eres todas esas mujeres en una.

 

 

toMé

(Ángela Segovia)

 

bajé al pozo parco patriarcal
era un agujero de mar
donde todo eran hombres y miraban   tanto asco daban
hablaban luego los hombres   escupí a uno en la cara
le ordené que se marchara
pero siempre volvía
vete de aquí, maldita sea, le dije
y cogió el brazo de mi amiga y se la quiso llevar
estaba acechando para robar
la convirtió en una presa (la, me)
tomé tomé tomé de eso
los paisajes de barna: dejé caer mi tabaco cuando salí a las ramblas
cuando salí a escudellers dejé caer mi cigarro   el suelo prendía de orín
un joven fue asesinado ahí otro fue asesinado ahí
le habían robado la bici, no? diem, sí
luego se derramó aceite hervido en la mano
hay algo que está pasando aquí, qué es? no será tanto
la succión
los cuerpos ampollados
el secuestro la cara vacía de un elegante
niega con la máscara mastica dice feuer nutte dice puta   a lo callado
murmura   mira como si su línea de visión fuera una celda
mira recto duro mira duro
porque mi amiga le desea
y el deseo es para los críos
para sudacas
para rurales
para minorizados minusvalorados poblantes del lugar, qué, qué lugar?
eran como fantasmas
charlando a la puerta de una disco   ni sé la onda
ellos son la europa multilingüe
te sodomizarán sin un gemido   no sentirán nada
después escupirán palabras dirán feuer nutte dirán puta   a lo callado
dirán je parle jo parlo y
i’m talking to you cara de carne
con la cara más dura que europa lo dirán
un joven se acercó, nos ofreció un chicle de frutas, parecía preocupado
yo me reí con sorna
no estoy ahí, el M da sed, no? será, será

 

 

BLÁR.

(María Sotomayor)

 

Nos mecemos como ramas en sentido contrario al viento
como perdidos flecos inmóviles
en un lugar común
la levedad

nadie te percibe
nadie
te percibe

dos chorros de fuente
estos pezones que me servirán de semejanza
también dos chorros de ternura
eran estos dos ojos con sus crepúsculos ardiendo
sus torrentes a coro          vuestras voces
repitiendo lo mismo muy alto
se parecía a andar descalza
y nos condicionaba para gritar       para decir cómo de verdad nombrarnos

he de mojarme los dedos
he de comprarme unos zapatos nuevos
un candado de plata para tu mano
y mi mano escurriendo el agua

a chorros                solté las piernas
un número par las colgué en la ventana
para balancear los astros
otras    también mías como colas rojas de faisán
irrumpieron en una casa y se te escaparon todas las pelusas
tragaste luz urgentemente      tragaste
como dios reventado
los incisivos más blancos cayeron
por no saber masticar la comida
por eso se me acumuló y no supe decir

      eres bella
      como mis muslos
      el azul es mujer

deslizo con un dedo un chorro de agua que cede un grifo               modifico su recorrido de río
¿lo escuchas?
estoy viviendo de estremecimientos.

 

 

*

(Sara Torres)

 

MANAH TIARA APORAH VÍVIRA ANIMARA  enseñó a sus hermanas cómo tallar la madera y hacer una canoa  Manah tiara aporah  por eso la recuerdan con canciones  porque desapareció en el río sobre una brillante embarcación verde y roja  Aporah tiara manah oh mao mana  había cortado sus cabellos dejando un mechón que le llegaba a la cintura  Eh badi odah ma maliba  Badi: nombre que recibe el alma de las viajeras  Aporah vívira animarah – da omao badi  porque enseñó a sus hermanas cómo viajar sobre el agua su alma aún vive en las oraciones  Manah tiara  la que murió mientras protegía su barca verde y roja

 

 

PANORÁMICA

(Raquel Vázquez)

 

En vez de un horizonte esta crisálida
urdida en blanco y negro.

No es un resumen: eso ya lo refleja todo.

Hasta el tapiz más bello, para ser contemplado,
precisa un mínimo rayo de luz.

 

 

*

(Laura Villar)

 

a veces dices cosas que no quiero escuchar
por eso pongo la televisión tan alta y asiento despacio
para que creas que te estoy prestando atención
pero pongo la televisión cada vez más alta
tan lentamente que no te das cuenta
de que el ruido se confunde con el de los aviones
atravesando bandadas de pájaros ahí fuera
me hablas a gritos
pienso que sería mejor que cogieras el móvil
y me enviaras mensajes
que nunca leería
podría ignorarte haciendo uso de las nuevas tecnologías
tú sigues hablando
y no entiendo por qué no te acercas
y me tocas en vez de hablarme de cosas del trabajo
del horario cambiante de la tienda de electrodomésticos
o de los muchos iconos que ahora tiene WhatsApp
te miro entonces
porque apenas recordaba cómo era el tamaño exacto
de tus ojos
y te callas
porque tú tampoco recordabas
el color aproximado de los míos
te quedas en silencio
y te das cuenta del ruido de la televisión
de que están llamando los vecinos por el volumen tan alto
pero nos quedamos así
porque no sabemos qué hacer con esa mirada
cómo contenerla cómo hacer que nuestros ojos
dejen de mirarse
o en lugar de eso
acercarnos
como si siguiéramos un hilo transparente de luz
para besarnos
como hacíamos hace mucho tiempo
porque ya ni siquiera recuerdo el tiempo que hace de eso

 

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