Por Misael Ruiz*
Crédito de la foto (izq.) www.elcuadernodigital.com /
(der.) Ed. Animal Sospechoso
3+1 poemas de Una idea del mundo (2022),
de Misael Ruiz
Orden fugaz
Algo quiere en él
el orden secreto, olvidado,
donde todo reposa.
El mar está lejos; sin él
no hay tierra a la que volver.
Hundirse allí,
en la distancia, hasta perderlo todo:
las palabras al amanecer, sin
fondo, y vislumbrar
en su envés
de plata un orden
fugaz, música
de piedras y algas;
o, quizás, el acorde oculto
en el hilo que tensa
el soplo de su boca,
como el vuelo de un ave
suspendida en el aire.
Pero nada es siempre lo mismo.
El mar respira a lo lejos.
Aguarda su momento: el tono
tenue del tiempo.
los vi a uno y otro
lado de la puerta hablando
a través de la rendija, como
Píramo y Tisbe resucitados.
Se querían con los ojos, pero
los cuerpos se alejaban a la deriva.
No era la primera vez que sonaba
el acorde discordante: recuerdo
que a Píramo le temblaban
las piernas, sin fuerzas ya
para seguir adelante; Tisbe
apretaba los dientes, un cerco
alrededor de los ojos. Sabían
que eran estatuas de sal
disolviéndose día a día,
anémonas acariciándose
al fondo de la bahía;
les invadió la niebla.
No hubo leona,
ni velo ensangrentado,
ni una inmensa morera.
Escena de campo
Un paseo por el bosque al caer
la tarde. Cada vez más oscuro,
piedras y hojarasca. Se oyen
sólo nuestros pasos
sin eco. Del fondo de una hondonada
cubierta de bellotas y ramas secas
salen corriendo unas cabras: parecen
de otro tiempo. Vuelve
el silencio. Un poco
más arriba, en una cerca, un jirón
de piel, avispas que se afanan;
son los restos de un cabrito
atrapado en la alambrada. La pata
en alto, retorcida,
apunta al cielo,
que asoma entre las ramas.
Una idea de mundo (fragmento)
–I–
Mira agora que fue todo nada
«Disputa del alma y el cuerpo»
Dijo: «Vivo a oscuras
bajo el cielo claro de la mañana. El sol
no me ilumina. He perdido las palabras.
Cuanto más me afano, más se alejan,
como un ave tímida y curiosa
que me observa inmóvil con su ojo de piedra».
Se sienta y respira enmudecido,
el pensamiento en vilo. El mundo
se detiene entre sus manos, puede ver
su flujo perpetuo como una roca
en un punto impreciso de su mente.
De su aliento desnudo rebrota
una incomprensible alegría. No sabe
qué hacer con ella: observa las hojas
de los árboles, los rostros, el vuelo de una mano.
Todo es hermoso, o puede serlo.
Responde a la conjunción de los astros
que habitan en su mente, al puente tendido
entre otros labios y los suyos. En ese tenue
hilo de araña trenzándose incansable
anida su cuerpo en sus distintas
formas: sólido, líquido y vaho
que escapa entre los dedos. Él es
ese fantasma, con él sueña;
y su sueño es un astro
alimentándose de un fuego frío y fatuo
en el cuenco de los párpados.
El río no se detiene, ni fuera
ni dentro de él: se desgrana como una nube
de polvo arrastrada por el viento.
Una voz le dice: «Eres esa turbulencia
de polvo y viento que recogen
tus palabras, es la forma de tu espíritu».
Mira a su alrededor, un hombre
gesticula, un pájaro cruza el cielo
sin dudar un instante de su meta;
ama y desea desesperadamente, olvida
luego el objeto de su amor.
El viento lo disipa todo sin esfuerzo.
¿Quién puede retenerlo entre los labios?
¿Qué decir, qué eco
de qué palabra lejana?
*(Bruselas-Bélgica, 1960). Poeta y traductor. Su infancia transcurrió en África hasta que, en 1974, su familia se instaló en España, donde ha vivido en distintos lugares hasta fijar su residencia en Barcelona (España). Desde 2015, dirige la revista digital de poesía Mecanismos. Tras su paso por la fotografía, publicó primero traducciones de poesía antes que sus propios versos, a la manera de los pintores cuando copian a los maestros para aprender el oficio. Ha traducido a R. S. Thomas, Clive Wilmer, Catherine Pozzi, George Herbert (junto con Santiago Sanz, 2015) y George Santayana. Obtuvo el Premio de Traducción Ángel Crespo y el Premio Antonio Oliver Belmás (2016). Ha publicado en poesía El hueco de las cosas (2010), Todo es real (2017) y Renga (2022, junto con Juan Pablo Roa y Alberto Silva).