Por Ximo Rochera*
Crédito de la foto (izq.) Ed. Libros del BAAL /
(der.) Delia Izquierdo Armunia –
www.makma.net
3 poemas de Nacimiento, vida y muerte de pájaro-apóstol (2019),
de Ximo Rochera
Un apóstol alado
El pájaro-apóstol ya no vuela como solía
Se secan sus plumas de grasa de jiba
Marte es árido, no debería haber venido –piensa.
No debería.
Los viajes siempre son de ida, nunca de vuelta;
Elon Musk sabe de lo que habla.
En Marte casi no queda atmósfera
aunque pájaro-apóstol no la necesita.
El olvido es el mal de los alados.
En Marte no hay olvido, aunque sí ego
«Ego te absolvo a pecatis tuis, Judas»
se escucha por los altavoces Bosé del planeta rojo.
Marte es como un rosal seco
Y sus espinas se le clavan en los anteojos brillantes.
Rosas rojas de Marte para pájaro-apóstol;
rosas oxidadas sobre sus plumas negras,
negro corcel de jeringuilla afilada
clavándose en un pliegue de su ala izquierda
Su bajovolar le permite pescar
agua helada de Marte con el pico.
Agua pura, brillante y dura
como los cristales de sus quevedos.
Pájaro-apóstol pasea por las tardes
con su traje de frac negro.
Refresca un poco a esas horas,
dice mientras se tapa con su pluma oscura.
Pájaro-apóstol piensa que es fácil deprimirse en Marte
y se inyecta porno
con su jeringa de plomo
para poder pasar la noche.
Muerte de pájaro-apóstol
(dedicado a Mario Santiago Papasquiaro)
Pájaro-apóstol observa
desde el Monte Hacho
la vergüenza del socorrista
que vigila el tobogán salado del estrecho
y las cunetas mojadas
que todavía hieden a pólvora.
Nitrato de potasio,
carbono
y azufre de Baal
para desayunar
en su nido de huesos
y estilográficas de punta afilada.
Atracción hinchable de plástico rojo
manchado del color de la piel de los perdidos
y las placentas de las violadas,
de los albinos de leche de sodio
y sol de justicia que no mira
& muñecos Marvel sin ojos.
Baal divisa desde abajo
la actitud prepotente del plumado
y levanta su arma de miles de voltios.
Eructa un trueno y descarga su ira
para poner fin a tan escandalosa
existencia.
Plumas & sangre resbalan por sus patas.
Pájaro-apóstol grazna
& amenaza,
intenta volar & escapar,
pero la suerte está echada.
Sólo queda asistir al funeral.
Canibaal Culture
Soy hijo de la lujuria,
de Picabia y Arrabal
Viena número 35.
Crecí en un útero metálico
frio y lleno de plástico reciclado.
Mi cabeza desproporcionada asusta a los médicos
que sienten pánico.
La mandíbula amenazante se come los píxeles
de la pantalla vegetariana.
Son mellizos, grita la enfermera negra
mientras extrae el fémur que deposita
en la cuna cónica.
Habrá que darles leche,
sugiere Nadja
mientras saca su teta;
rica leche roja.
¿Cómo puede ser que tan pequeño
tenga esos dientes?
No tendrá amigos, le dicen a lo lejos,
Son dientes de fogueo.
No tendrá amigos.
El santero cubano es el primero en aceptar el veredicto:
no tendrá amigos.
Tras él, sus miedosos cómplices:
no tendrá amigos
y los pocos que tenga los perderá.
Escribo con mis afilados colmillos
sobre la patata pelada,
pero esta se pudre en la ubre de Nadja.
Mis palabras no están escritas para perdurar.
No eres Bolaño –ríe Muller
mientras me saca a pasear por el Rabal.
Bebo cerveza postista de turista en las Ramblas,
en la calle Bru.
Bebo con Beneyto la mejor cerveza de Barcelona.
Huelo a cloaca,
me lavo la sangre en la fuente.
El Canibaal duerme como un niño consentido
mientras es acuchillado por la espalda
con sentido.
Me lamo las heridas como Schrödinger hacía…
O no lo hago.
Vienen otros que juran lealtad y brindan por mí
con sus copas llenas de mercurio.
El veneno me hace cojear,
todos notan que ya no ando igual
y me lo recuerdan en público;
en público para ridiculizarme,
que ya no ando igual.
La correspondencia vieja viaja otra vez,
el buzón se desgasta en el gesto.
Vengo de donde vengo:
de Leopoldos y plásticos reciclados,
de petróleo venezolano.
Yo no soy un aristócrata.
Mi eco me repite en el espejo
que esto acabaría mal.
¿Cómo puedes decir eso si sigo andando?
Surfeo sobre el sillón de skay del dentista
mientras me pincha las encías sucias de heroína.
Podemos poner implantes,
no será lo mismo, pero podrás masticar.
¿Masticar, dices?
Quiero que me mates y me eches
en el contenedor amarillo
Quiero que con mi sangre
pintes graffitis en las calles
Que con mis dientes hagas pendientes
Con mi mugre un perfume,
eso está de moda.
Quiero que con mi único hueso
golpees las cabezas de esos idiotas
hasta que el fémur sea polvo blanco.
Que sus sesos con monóculos de intelectual
tartamudeen estupideces en mi funeral
Que me abandones en paperinas
flotando sobre el Ganges sucio.
*(Castellón de la Plana-Valencia, 1968). Poeta y narrador. Profesor de química y editor. Colabora en diferentes publicaciones, dirige la editorial Libros del Baal y edita la revista Canibaal. Ha publicado la novela Donde tú estabas (2010), el libro de relatos Semillas de amapola (2010) y La entropía de los relojes rotos (2018) y el poemario Nacimiento, vida y muerte del pájaro-apóstol (2019).