Por Goya Gutiérrez*
Crédito de la foto In-verso ediciones de poesía
3 poemas de Lugares que amar (2022),
de Goya Gutiérrez
Frente a un cuadro de Caspar David Friedrich (1818)
I
Ni las grietas, ni los hielos, ni la niebla
hacen que el caminante de las cumbres desista
en su ascensión de cara al abismal
y encadenado mar de cimas hacia el cielo.
Pastor apacentando un rebaño de nubes rebeldes.
O pescador que otea los escollos sobre
aguas tormentosas.
Una naturaleza que se imbrica en la otra.
II
Frente a ti, ciudadano vestido de tu tiempo,
alguien quisiera
llegar a tocar el rostro de lo invisible.
Mirar con tus ojos sin muerte la inmensidad
del precipicio.
Sentirse como un ave posándose en tu roca saliente.
Olvidar la metálica voz de sus ciudades,
su gélida indigencia bajo los rascacielos.
Silenciar la torpe vanidad del ruido.
A Sebastião Salgado y a Enric
El fotógrafo palpa el transitar del mundo.
Su mirada revela lo que estaba invisible,
el resplandor que mana de ese silencio oscuro,
recoge con sus manos la luz, su dolorida sombra:
que yacían secretas en lo hondo de los rostros,
los huesos que ya emergen del fondo
de los cuerpos,
los ojos cavernosos, la cuchara del hambre,
el cuchillo oxidado de la última guerra,
las patas de los osos contra el hielo desnudo,
el fuego que perfila los rincones del tiempo.
El fotógrafo absorbe esplendor y miseria,
se convierte en iglesia, catedral, rascacielos,
se hace minero de oro, baja hacia las entrañas,
y enrojece sus uñas en la tierra minada,
su valor carga el mundo con el valor
que es precio,
para probar su brillo o aglutinar la estrella.
Viaja hacia los espacios de la Tierra olvidados
y nos trae paisajes de atenazantes nubes
y de fogosos suelos y la mano de seres
que siguen destruyendo lo que fue paraíso.
Y mujeres que envueltas en oscuros tizones
esclavas de su sexo y llagado destino
caminan replegándose tirando de los hijos.
Y también nos ofrece carreras de termitas
en el planeta árbol y casas de gorriones
y cuevas en su tronco y bocas en sus hojas,
y orangutanas fieles sujetando su techo
ante el rugir metálico que ya anuncia
el desahucio,
y zancudas rosadas elevando su vuelo
y tiñendo la luz de un camino
que parece infinito,
todo ello grabado en su piel,
de incompleta memoria.
Homenaje a las mujeres violadas.
(Guerra de Bosnia)
Madre, mare, majka, mother¡¡¡
La dulce y blanca corteza del abedul
se tiñó de acritud y podredumbre.
No fuiste perseguida como la corza o la cierva
desde el hambre fecundo de otro estómago.
En el bosque aún queda alguien después
de tantos años, vigilante…:
Blande sus ojos azules, los clava sobre
el musgo esmeralda
que no sabe, ni conoce la indiferencia,
y, no obstante, en-cubre y conserva
con su fresco verdor las huellas,
la maligna semilla que en tu vientre bebió
el antídoto por el que florecí.
Y yo ajena a tu perpetua penumbra, ignorante
de tu mordedura y enardecida huida.
Madre, mare, majka, mother¡¡¡
Lo que antes fue incesante cobijo, regazo
de sombra
bajo el ardiente, abrazo nupcial de arces y fresnos
se transformó en maleza espinosa,
oscuros rastrojos humillantes,
abandono del dios que permitió
al leviatán del hombre verter beleño negro
sobre el trigal fructífero de tu cuerpo
como botín de guerra.
Pero los animales del bosque han regresado
porque ellos no conocen la infamia:
albas capas de flamantes cisnes, arcoíris
de pavos reales
te deslumbran con su magia ceremonial,
caballos salvajes te sobrevuelan
con las alas doradas de sus crines
mientras de sus bocas crece la hierba
de la concordia,
esculturas ramificadas que se alzan en la cabeza
del ciervo, te reverencian,
abejorros de colores metálicos quieren libar
el néctar de tus labios,
el tigre pasea en tu pasarela su franco furor
de oro aterciopelado frente a tus ojos.
el lobo aullante desde la cima te solicita
con su fiel canto de cortejo.
Han acudido todos a tu calvero,
y una verdad se yergue, es blandida
por la lengua de las serpientes míticas:
en las cavernas de esta civilización
alguien que no esperabas repara tus campos,
me hornea como una tierna e inusitada
hogaza para ti,
desenmascara la protuberancia acerada del odio
que doblegó la libre-azulada flor del trigo.
*(Cabolafuente – Zaragoza, 1954). Es poeta y escritora. Reside en Castelldefels (Barcelona). Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Central de Barcelona (España). Se desempeñó como profesora titular de instituto en Lengua y Literatura castellanas. Es coeditora y directora de la revista literaria Alga desde hace 19 años www.castelldefels.org/alga editada en formato impreso en papel y digital. Es miembro de la ACEC (Asociación Colegial de Escritores de Cataluña). Como difusora cultural coordinó durante tres años un ciclo de lecturas y tertulia poéticas en Barcelona http://poesia-nostromo.blogspot.com Ha publicado en poesía las plaquettes Regresar (1995) y Desde la oscuridad/From the darkness (2014), y los poemarios De mares y espumas (2001), La mirada y el viaje (2004), El cantar de las amantes (2006), Ánforas (2009), Hacia lo abierto, (2011), Grietas de luz (2015), Y a pesar de la niebla (2018) y Lugares que amar (2022); y en novela Seres circulares (2019).