3 poemas de «Iquitos lesbo» (2023), de Álvaro Ique

 

Por Álvaro Ique*

Crédito de la foto (izq.) archivo del autor /

(der.) Ed. Mediática

 

 

3 poemas de Iquitos lesbo (2023),

de Álvaro Ique

 

 

Incitación (de un vampiro trans) a la soledad

Con el furor y el ‘power’ de los gandallas del rock: Molotov

 

La soledad ha dominado el universo con increíble suavidad de hilandera

y con el terror que causan uno y cincuenta pistolones.

La soledad es una masa de neblina verde

que ni en broma ni en serio beneficia la siembra de frejoles,

eso sí, circula en las venas del soldado trans.

Ayer, un tipo despreciado enlistado a la fuerza. Hace unas horas

enviado como carne de cañón a la Tierra de Nadie.

Y de tanto verse de cara con la muerte, aprendió, con saña y ferocidad,

la técnica de matar. Y se volvió un as. Un asqueroso asesino.

Una máquina trituradora. ¡Un grandísimo hijo de puta carnicero! 

Francotirador infalible: un tiro, un muerto. Guerrero frío e implacable.

Una bestia feroz cumpliendo la orden: ¡No hay prisioneros!

(desoyendo un antiquísimo manual que aconseja: ‘Los prisioneros

deben ser bien tratados […] es mejor conservar a un enemigo intacto

que destruirlo. Capturar a sus soldados para conquistarlos y

dominar a sus jefes’. El Arte de la Guerra. Sun Tzu).

¡Todos son míos!, dijo fuerte y excitado, con la sangre hirviendo.

Good luck, soldier! Good luck!

Y se abalanzó sobre el enemigo rendido y sin armas.

Perforó espaldas, guatas. Degolló sin piedad.

No se salteó a uno. Y no fue suficiente.

Así como estaba, ensangrentado, con su bayoneta filuda, goteando sangre,

despedazó a los veinte. Error. ¡Veintisiete!

La tropa de su unidad no lo miró con estupor y miedo.

Quedó maravillada. También eran criminales de la guerra.

Mataban por placer. ¡Qué horror!

El objetivo: Ganar.

La victoria como resultado del mando, de la estrategia y la firmeza:

‘El mando ha de tener como cualidades sabiduría, sinceridad, benevolencia,

valentía y disciplina. El tiempo que significa el Yin y el Yang, el frío y el calor […]. Y sobre lo lleno y lo vacío […].

Lo más importante en una operación militar

es la victoria y no la persistencia. El arte de la guerra se basa en el engaño’.

El arte de la guerra. Sun Tzu.

El ideal: Un vencedor.

Un vencedor asesino.

Un victorioso incómodo.

El paradigma: Un héroe.

Un héroe asqueroso. Un héroe indigno.

Un héroe maricón al que vamos a patearle el culo y

borrarle de la historia. La soledad hará el resto.

Impondrá la melancolía con la que termina el baile de la guerra

y a puñetazos y puntapiés va a destruir lo que queda del valiente soldado trans.

La farsa del patriotismo y su falsa puntería:

Patriotismo residual. Patriotismo de pastoreo. ¡Patriotismo de campeones!

La soledad no es un rostro bello, de ojos negros. La soledad es un chacal hambriento.

El aguafiestas Bukowski, riéndose en nuestra cara, escupió este pedo:

‘la soledad es un regalo…’. ¡Mentira! ¡Solo mentiras, dice este jijuna!

La soledad es una raíz amarga. Un tumor que te causa dolores atroces.

La soledad es una víbora sanguinolenta que hace su nido en tu corazón y

repta dentro de ti, y sin darte cuenta te doblega y te enrosca como a un perro,

te clava sus colmillos como si fueses un niño jugando a los trompos que cae de rodillas

y ahí queda, ¡tieso!, en el puto suelo. Y no hay suero que te salve ni hospital que valga. 

La pinche soledad enarbolando su bandera.

Loneliness, piece of shit! / ¡La soledad, pedazo de mierda!

Las bibliotecas, ¡tan llenas de soledad!,

son esos terrales abandonados expuestos a la curiosidad de los insectos.

La soledad es un viejo jacarandá. Un niño diabólico y una nenita inocente de toda inocencia. Un falso ermitaño aspirando polvo de ricino y en nueve horas, ¡sanseacabó! Mi abuela tejiendo y destejiendo sus canas oxidadas. La soledad es un barco de hierro, viejo, abandonado, al que nadie toma fotografías. Tan igual como le pasa al tío Heliogábalo —el expeluquero virginal (solterón maduro, maricón seguro; su nombre igual al del emperador romano, puto joto o vaporoso gay man, lo garantiza), de las vedetes rumberas que alegraban el ambiente putero de la Carpa de Espectáculos Bramblumblé —olvidado por la familia y amigos en el ruinoso asilo de ancianos, allí, en la Pampa de los Perros, kilómetro veinticinco, carretera a Napanga—.

 

¿La soledad es la retórica enfermiza de la amargura

o el insoportable dolor condenado al tugurio, al harapo, al manicomio,

al hospital y a la morgue? Y a los mares a punto de naufragar.

La soledad (en la lona) con el taco gastado, y; aun así, alardeando.

La soledad y sus chingaderas jodiendo donde más le duele al frívolo gay: su traicionero y puto corazón.

La soledad, que ofende a muchos que viven entre el cielo y la gloria como arcángeles malditos, es la condición espiritual desesperada del homosexual desairado, ahorcándose en el puente o despachándose con sesenta pastillas de Nembutal.

La soledad hundida en mi cabeza está agitando sus ramas. Sube y baja por mi sangre, y diciendo: ¡Aquí me quedo!, con tres tablas hace un dormitorio en mi estómago. Y yo, vampiro trans, feliz, incitando a la soledad.

 

 

Río lesbiano

 

Con música de Ana Tijoux, la tremenda rapera con vidrio molido en la lengua,

vestida de monja, que dijo: «tenemos que ser atractivas […] y cantar muy bonito y

ojalá vernos muy ricas arriba del escenario […], una como música se cuestiona y

dice: Chucha, ¿cuál es mi capacidad de movimiento acá…?».

 

Quiero un río de formas mágicas habitado por bagres plateados,

sábalos pintos y feroces seres anfibios hermafroditas.

Quiero un río saludable como el Yaquerana que con media taza de sus aguas

es suficiente para refrescar la vagina de la madre tierra.

Quiero un río anémico.

Quiero un río acechado. ¡Trágico! Lleno de fatalidades.

Quiero un río infatigable como el Cumbasa, por ejemplo.

Quiero un río mental sobrecargado de falsías y ninguna ilusión.

Quiero un río haciendo pactos con el diablo

para que de ese modo la vida fluya endiabladamente.

Quiero un río cenizo cada noche en mi puerta

que no se parezca al Sena de aguas podridas.

Quiero un río en serio peligro como el Marañón

y el millón de peces y algas narcotizados,

flotando en sus aguas envenenadas.

No quiero un río con reliquias modernas ni viejos tesoros.

Quiero un río mítico, esquivo al Amazonas.

Quiero un río enfermizo y otro, apenas saludable.

Un río de lava ardiente, no deseo.

Quiero un río entremezclado

de chacota y sátira mofándose de la ciudad sin seso.

Quiero un río con las manecillas de un reloj naufragando

en el lomo aguachento de la noche.

¡Quiero un río falaz!

Quiero un río sentimental en grado sumo.

Un río en trance becqueriano, romántico,

ahíto de tristezas mil, exudando materia floral

como si se tratara del árbol del guayabo. ¡No!

Quiero un río con una almita emocionada, carita pálida, ahogado en zumo lésbico.

Quiero un río conmovedor, oiga usted, pendolista consumado, preciosista excelso,

versificador de palíndromos y ditirambos. Dueño de todas las églogas, permíteme,

¡quiero un voluptuoso río de aguas lésbicas, partidario de fiebres elevadas que saque

del letargo a vírgenes, santas, reprimidas, ingenuas y las no tanto,

y excéntricas normales, por igual!

Deseo una vida lésbica a tu lado.

¡Río lesbiano como un cuerpo frenético deseable,

mojada como estoy quiero hundirme en ti!

¡Hundirme en ti, río lesbiano! ¡Amantísimo!

Amante deseado hasta el delirio

te espero con el hambre de siempre.

¡Oh, río lesbiano, poséeme! ¡Hazme tuya!

 

El poeta Álvaro Ique

 

Libélula & Mantis

 

A Cristina Peri Rossi y su poesía lesbiana y a Allen Ginsberg, el poeta homosexual

que pasaba temporadas devorado por la lujuria, hijo’eputa autor de Aullido que

originó un vuelco en una parte de la poesía, pero que no tiene cabida en la caverna

académica hijo’eputa. Ambos, suplicantes erotómanos. Gozado el toqueteo y el

calentamiento, en pleno frenesí de las pasiones, susurraban a sus amantes:

¡Desnúdame! ¡Bésame! ¡Empálame!

 

Mi pueblo natal no es cuerpo-ciudad

y no es un portento y un mundo simultáneos con sus cinco minutos de fama;

apenas es un paraje atosigante dentro de una habitación de hotel ruinoso.

En Iquitos, mi pueblo natal, a la orilla izquierda del Amazonas,

he quemado mis trapos y el par de chinelas conseguidos en la merca ambulante.

Haciendo de tripas corazón, he sepultado

mis podridos pulmones y mis canillas huesudas.  

En mi pueblo natal, intolerante y criminoso,

hundido hasta la guata en el sumidero amazónico,

los despiadados del control y la clasificación de la especie —castrados mentales—

nos pusieron las etiquetas: Escoria. Desecho.

Bajaron el dedo. Y nos llegó la noche.

Con el Sol brillando en el cenit

fumigaron con gas sarín centenas de libélulas & mantises,

es decir, atónitas maricuecas y sensuales machorras.

Maricas y lesbianas, esos amores de ojos salvajes,

primaverales y otoñales de polvorienta luz.

Estos seres hermosos horrorizados de tanta persecución

fueron doblegados brutalmente a palos. Algunos agonizaban lentamente,

la mayoría, abollados y resistiendo; y en eso, los rociaron

con el venenoso gas sarín. Murieron ipso facto.

Un arcangélico borracho con tetas de silicona

que huyó monte adentro,

va a olvidar eternamente este poema,

porque la memoria con el cráneo roto

dejó de hacer su trabajo mental. Y no es un poema láudano

a pesar de su enunciado gay y lésbico como sujeto,

identidad y objeto de deseo.

Se desvisten, se excitan, cada quién por su lado.

La ciudad heterosexual, macho alfa, los critica y condena.

Y aletea con desprecio: Son los otros y otras no previstos.

Jaqueline / Robustiano —ella / él: contenido que no puede ser negado—

coleccionaba muñecas de látex: sus fetiches.

Muñecones de dunlopillo, su extravagancia.

Con lujuria y glotonería irresistibles

devoraba unos lomos con colita de avión,

tiernitas y maduritas, de carne y centro apretadito;

de frente y al revés, que se movían,

gemían y se partían en mil pedazos.

¡El orgasmo estallando como una bomba! ¡Ja!

Su colección en toda su excelencia y exceso: Chochitos de jebe.

Pendejitos rizados en tonos variados: Negro petróleo. Negro fascista. Dorado. ¡Cúrcuma!

Pardo nazi. Rojo comunista. Platinado Hollywood. Amarillo Caterpillar. ¡Púrpura o Cristo Morado!

Vergas con demasiado peso como el pensamiento libido

o la conciencia del placer.

Antes que le gasearan,

a los gritos hizo suya las frases de Nicole Brossard:

‘¡Una lesbiana que no reinventa el mundo es una lesbiana en proceso de desaparición!’.

Ella está desnuda y rígida, desposeída de su condición humana.

Es carne cruda, tiesa, pudriéndose. Un cuerpo en rigor mortis completo

—distinta a la muerte de Jean Paul Marat que fue apuñalado en su bañera—.

Pero antes de sucumbir a la rigidez cadavérica,

sufrió retorcijones y vio llegar a la inevitable muerte; entre náuseas, vómitos, convulsiones, parálisis y le sobrevino un paro respiratorio: La muerte con su duración eterna.

Y ahí está el cadáver, expuesta al morbo y a la maledicencia,

con espuma en la boca y nariz, orinada y cagada;

como otros cientos de cadáveres desparramados

en el piso caliente de la Plaza 28 de Julio.

¡Fue una masacre! ¡Un crimen con tanta furia!

Un cartel con letras enormes, anuncia:

¡LESBIANAS Y MARICONAS, ESTÁN ADVERTIDAS!

Cometido el crimen, los poderosos jerarcas de la muerte

ordenaron a sus compinches

arrojar al río los antídotos Atropina y Pralidoxima.

Se montaron en el avión en el que vinieron y

continuaron su vuelo macabro con destino a Tabalosos,

y de ahí, de un salto, a Tarapoto.

Son los vuelos de la muerte, que le llaman.

De mi pueblo natal, Iquitos,

a la vera izquierda del voraginoso Amazonas,

mi corazón salió huyendo con los pies ensangrentados.

 

 

 

 

 

*(Iquitos-Perú, 1949). Poeta y narrador y poeta. Desde la década de 1990 reside en Fort Myers (EE.UU.) Ha publicado Morgana en los infiernos / mandrágora (2008), Cartas desde el mar (2010), Amores en el guayabal (2014), Delirios de cantina (2015), Rosas y putas (2015), Guacamaya Love y el son de los mojados (2018), El veneno de la poesía / The poison of poetry (2019), Espérame en Caballococha (2019), Sicario (2019), Palabra de reptil (2020), Lengua de reptil (2020), Iquitos Lesbo (2023) y Cuneccia Tropical (2023).

 

 

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