Por: Ingeborg Bachmann*/
Suhrkamp Verlag
De las traducciones y las notas: ©José Aníbal Campos
Crédito de la foto: © Stefan Fichert
Sobre antología personal de poesía en lengua alemana
Estudiar Germánicas en un país regido por la ceguera no tiene, ciertamente, demasiadas ventajas. Pero, una vez recuperada cierta capacidad para ver, visto ahora todo desde la distancia, sí que tuvo, al menos, una: el recelo que causaba lo ideológicamente prescrito por los oftalmólogos oficiales nos hacía sacudir la cabeza de un lado a otro, con desesperación, en busca de modelos de gafas distintos, de visiones no decretadas. El programa de literatura según el cual estudié era un libro abierto y con letras grandes, sí, pero nos lo encasquetaban en la cara cada vez que girábamos el cuello, nos lo ponían a tan solo dos milímetros de los ojos, dejándonos ciegos. Un buen día uno descubre que un manotazo basta para recuperar la mirada hacia el entorno, hacia lo diverso. Esta antología personal es el resultado de ese manotazo. Cualquier disgusto que pueda causar, cualquier nombre echado de menos es culpa solo mía, de aquel gesto desesperado. Su presentación no sigue un orden cronológico, más bien responde al carácter azaroso en que fueron cayendo en mis manos estos poemas, en un espacio donde patrullaban los afables matones disfrazados de guardabosques, capaces de hacer pulpa de papel con bosques enteros de retoños, con tal de preservar el verdor (el verde-olivo) de un solo árbol ya marchito, donde reinaban la censura de los visionarios, los dogmas de los letrados de gafas oscuras y mandíbulas cuadradas o, simplemente, el fláccido olvido de los colirios no prescritos.
Sobre la poeta
Ingeborg Bachmann es, a juicio del traductor, la voz más poderosa de la poesía en lengua alemana en la segunda mitad del siglo XX, por encima, incluso, de la de Paul Celan. Una de las tantas problemáticas que se planteó el afamado Grupo 47, al que también perteneció la Bachmann, era despojar al lenguaje poético de un discurso establecido y dominado por voces masculinas. Mujeres poetas como Ingeborg Bachmann o Ilse Aichinger (ambas austriacas), ponían en evidencia, entre otras cosas, que aquellos distingos maniqueos eran ridículos, que la pretendida renovación del lenguaje literario en alemán habría de llegar desde los territorios periféricos, que el tradicional idealismo de la literatura en esa lengua quedaría obsoleto ante la fuerza carnal, impura, desgarrada y visceral de esas nuevas voces.
La figura de Margarita (la de ese Fausto concebido por el machista Goethe), comenzaba a sacudirse de encima el papel de eterna joven ingenua, se sacaba sus vestidos de doncella inmaculada, se descalzaba y empezaba a revolver con el pie la tierra podrida bajo el áureo follaje de otoños demasiado largos e impostados, dejando al descubierto el compost pululante de sabandijas que daría alimento a las nuevas manzanas (agrias) de la poesía. De pronto aquellas voces femeninas hacían recordar una simple verdad, al parecer, frecuentemente olvidada: que lo nuevo, que la vida nace entre babas y vetas de sangre. Los poemas aquí escogidos fueron publicados en: Detrás de la pared (de Frühe Gedichte 1948-1953); Temprano mediodía y Salmo (de Die gestundete Zeit). Versiones ligeramente distintas de estos poemas se publicaron en el año 1998 en un número especial de la revista literaria cubana Unión, dedicado a la literatura austríaca contemporánea y, poco después, en la revista Diario de Poesía (Buenos Aires), dirigida por el poeta Daniel Samoilovich.
3 poemas de Ingeborg Bachmann
Detrás de la pared
Pendo como nieve de las ramas
hacia la primavera del valle;
cual frío manantial, derivo al viento,
húmeda caigo sobre las flores
como una gota
en torno a la cual ellas se pudren,
como en torno a un pantano.
Soy el pensar siempre en morir.
Vuelo, de no poder andar tranquila,
por seguros edificios de todos los cielos,
y derribo en derredor columnas y muros huecos.
Prevengo, de no poder dormir de noche,
a los otros con el remoto rumor del mar.
Trepo a la boca de las cascadas
y desde las cumbres desprendo estrepitosos cantos.
Hija soy del gran miedo universal,
que se cierne sobre la paz, sobre la dicha,
como campanadas en el avanzar del día,
como la guadaña en el campo maduro.
Soy el pensar siempre en morir.
Temprano mediodía
Callado verdece el tilo en el verano naciente,
muy lejos de las ciudades, rutila
la lúgubre luna del día. Es ya mediodía,
ya se agita el destello en la fuente,
ya se alza bajo astillas de vidrio
el ala ultrajada del ave de los cuentos,
y la mano deforme de lanzar la piedra
nos hunde la simiente que despierta.
Donde el cielo de Alemania ennegrece la tierra,
busca su ángel decapitado un sepulcro para el odio
y te sirve el corazón en un cuenco…
Un puñado de dolor se pierde en la colina.
Siete años después
te acuerdas de nuevo
en la fuente ante el portón;
no mires tan al fondo,
se te derramarían los ojos.
Siete años después
en una casa de muertos,
beben los verdugos de ayer
la jarra dorada hasta el fin.
Te hundirías con los ojos.
Es ya mediodía, en la ceniza
se doblega el hierro, en la espina
han izado la bandera, en la roca
de un sueño inmemorial sigue
forjado el águila.
Sólo la esperanza mastica cegada por la luz.
¡Záfale las ataduras,
tráela cuesta abajo, cúbrele
con la mano el ojo, que ninguna
sombra la chamusque!
Donde la tierra de Alemania ennegrece el cielo,
busca una nube palabras y colma el cráter
con silencio,
antes de que el verano la escuche en la llovizna.
Se va lo indecible, dicho en voz baja, sobre la tierra:
es ya mediodía.
Salmo
1
¡Calla conmigo, como callan las campanas!
En la placenta de los pavores
buscan nuevo sustento las sabandijas.
Visible pende, cada viernes santo, una mano
en el firmamento, dos dedos le faltan,
no puede jurar que todo,
todo no ha sido y que nada,
nada será. Se sumerge en un rojo de nubes,
aleja a los nuevos homicidas
y se marcha, libre.
De noche, en esta tierra,
asir la ventana, apartar las telas
y revelar el secreto de los enfermos,
una úlcera colmada de alimento, de dolores infinitos,
para todos los gustos.
Los carniceros, enguantados,
contienen el aliento a los expuestos,
la luna, en la puerta, cae al suelo,
deja las astillas ahí, el asa…
Todo estaba dispuesto para la extremaunción.
(No puede consumarse el sacramento.)
2
Cuán vano es todo.
Trae rodando una ciudad,
levántate del polvo de esta urbe,
asume un puesto
y disimula,
evita quedar al descubierto.
Desembarga las promesas
ante un espejo ciego en el aire,
ante una puerta cerrada en el viento.
Intransitados los caminos en el despeñadero del cielo.
3
Ojos quemados en este granero del sol, la tierra,
agobiados con la lluvia de todos los ojos,
y ahora enmarañados, tejidos
por las trágicas arañas
del presente…
4
En la artesa de mi mudez,
deposita una palabra
y cría bosques a ambos lados
para que mi boca
yazca bien a la sombra.
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(poemas en el idioma original, alemán)
3 gedichte aus Ingeborg Bachmann
Hinter der Wand
Ich hänge als Schnee von den Zweigen / in den Frühling des Tals, / als kalte Quelle treibe ich im Wind, / feucht fall ich in die Blüten / als ein Tropfen, / um den sie faulen / wie um einen Sumpf. / Ich bin das Immerzu-ans-Sterben-Denken. // Ich fliege, denn ich kann nicht ruhig gehen, / durch aller Himmel sichere Gebäude / und stürze Pfeiler um und höhle Mauern. / Ich warne, denn ich kann des Nachts nicht schlafen, / die andern mit des Meeres fernem Rauschen. / Ich steige in den Mund der Wasserfälle, / und von den Bergen lös ich polterndes Geröll. // Ich bin der großen Weltangst Kind, / die in den Frieden und die Freude hängt / wie Glockenschläge in des Tages Schreiten / und wie die Sense in den reifen Acker. // Ich bin das Immerzu-ans-Sterben—Denken.
Früher Mittag
Still grünt die Linde im eröffneten Sommer, / weit aus den Städten gerückt, flirrt / der mattglänzende Tagmond. Schon ist Mittag, / schon regt sich im Brunnen der Strahl, / schon hebt sich unter den Scherben / des Märchenvogels geschundener Flügel, / und die vom Steinwurf entstellte Hand / sinkt uns erwachende Korn. // Wo Deutschlands Himmel die Erde schwärzt, / sucht sein enthaupteter Engel ein Grab für den Haß / und reicht dir die Schüssel des Herzens. // Eine Handvoll Schmerz verliert sich über den Hügel. // Sieben Jahre später / fällt es dir wieder ein, / am Brunnen vor dem Tore, / blick nicht zu tief hinein, / die Augen gehen dir über. // Sieben Jahre später, / in einem Totenhaus, / trinken die Henker von gestern / den goldenen Becher aus. / Die Augen täten dir sinken. // Schon ist Mittag in der Asche / krümmt sich das Eisen, auf den Dorn / ist die Fahne gehißt, und auf den Felsen / uralten Traums bleibt fortan / der Adler geschmiedet. // Nur die Hoffnung kauert erblindet im Licht. // Lös ihr Fessel, führ sie / die Halde herab, leg ihr / die Hand auf das Aug, daß sie / kein Schatten versengt! // Wo Deutschlands Erde den Himmel schwärzt, / sucht die Wolke nach Worten und füllt den Krater mit Schweigen, / eh sie der Sommer im schütteren Regen vernimmt. // Das Unsägliche geht, leise gesagt, übers Land: / schon ist Mittag.
Psalm
1
Schweigt mit mir, wie alle Glocken schweigen! // In der Nachgeburt der Schrecken / sucht das Geschmeiß nach neuer Nahrung. / Zur Ansicht hängt karfreitags eine Hand / am Firmament, zwei Finger fehlen ihr, / sie kann nicht schwören, daß alles, / alles nicht gewesen sei und nichts / sein wird. Sie taucht ins Wolkenrot, / entrückt die neuen Mörder / und geht frei. // Nachts auf dieser Erde / in Fenster greifen, die Linnen zurückschlagen, / daß der Kranken Heimlichkeit bloßliegt, / ein Geschwür voll Nahrung, unendliche Schmerzen / für jeden Geschmack. // Die Metzger halten, behandschuht, / den Atem der Entblößten an, / der Mond in der Tür fällt zu Boden, / laß die Scherben liegen, den Henkel… // Alles war gerichtet für die letzte Ölung. / (Das Sakrament kann nicht vollzogen werden.)
2
Wie eitel alles ist. /Wälze eine Stadt heran, / erhebe dich aus dem Staub dieser Stadt, /
übernimm ein Amt / und verstelle dich, / um der Bloßstellung zu entgehen. // Löse die Versprechen ein / vor einem blinden Spiegel in der Luft, / vor einer verschlossenen Tür im Wind. // Unbegangen sind die Wege auf der Steilwand des Himmels.
3
O Augen, an dem Sonnenspeicher Erde verbrannt, / mit der Regenlast aller Augen beladen, / und jetzt versponnen, verwebt / von den tragischen Spinnen / der Gegenwart …
4
In die Mulde meiner Stummheit/ leg ein Wort / und zieh Wälder groß zu beiden Seiten, / daß mein Mund / ganz im Schatten liegt.