Texto y poemas por Omar Pinedo*
Crédito de la foto (izq.) Ed. Vallejo & Co. – Ryru Morioka /
(der.) Yayu Yang
Acerca de Diez Toros
Diez Toros fue concebido antiguamente como una parábola sobre el camino a la iluminación. El toro, símbolo de la naturaleza aparentemente extraña, poderosa e indomable, representa a la mente inquieta que debe ser apaciguada hasta que sea capaz de discernir lo superfluo de lo esencial, hasta que sea capaz de ver lo natural. Sin embargo, el toro puede ser también cualquier reto que podamos enfrentar en la vida diaria. Puede ser un niño pequeño, un mal hábito, un instrumento musical, o un idioma extranjero.
En la vida, la mayoría de las veces no nos damos cuenta de que tenemos un problema, de modo que encontrar el problema por resolver y lograr una vista clara y definida del mismo, es parte importante del camino. Afrontarlo con honestidad significa aceptarnos como parte activa del mundo, tomar acción en el momento preciso y entregarnos por completo a ello, hasta el punto de volver nuestra acción innecesaria. Una vez que la solución sea sustancial a nuestra naturaleza, debemos regresar a ser uno más en sociedad y departir, con ojos gentiles y palabras vivificantes, todo lo aprendido.
Leer las versiones antiguas de Diez Toros significó un aprendizaje enorme en mi vida, y me alegraría mucho que esta lectura los animase a leer las versiones ancestrales. Entre estas, se consideran cuatro principales, siendo más famosa la versión de Kakuan, e innumerables traducciones de cada una, siendo más popular la realizada por Paul Reps y Nyogen Senzaki.
3 poemas de Diez Toros (2021),
de Omar Pinedo
IV
Apresar al toro
Rodeo al toro y ferozmente lucha
con ímpetu y con voluntad inigualables.
¡Éste es el momento!
Reúno todo mi coraje y me resisto a su bravura.
Tan fuertemente embiste
que parece herir las nubes.
Tan reciamente se resiste
que el abismo se fractura entre sus patas.
VI
Montándolo a casa
Sentado en el toro, trotando con calma,
endulzo la tarde tocando mi flauta.
Me siguen los ciervos, me cantan las aves,
a un lado expectantes los grillos aplauden.
Respiro despacio, me olvido el silencio…
Mirando las nubes del cielo
dirijo
los ritmos eternos del viento.
X
En el mundo
Descalzo y con el pecho descubierto
bebo vino en el mercado. Conversando con el pueblo,
iniciamos nuevas rutas al jardín.
No uso magia para prolongar mi vida,
uso las mismas ropas harapientas,
los pájaros se posan en mis manos y ante mí
los árboles desnudos
parecen florecer.
*(Lima-Perú, 1988). No estudió filosofía ni literatura. No ha sido traducido a 227 idiomas. No ha ganado ningún premio. No ha sido incluido en ninguna antología, ni ha fundado un movimiento literario. No es docente universitario. Escribe sobre lo que quiere, como quiere, cuando quiere. Ama a sus amigos. No tiene deudas. Los cielos le sonríen. Vive feliz.