Por Leonardo Aguirre*
Crédito de la foto (der.) Miguel Mejía/
(izq.) Ed. Peisa
3 FRAGMENTOS DE ELOGIO DEL ASTERISCO (2024),
DE LEONARDO AGUIRRE
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Y, así, con Dorina el dorima la rama o el remo le arrima.
En la cocina. Mil nueve ocho siete. No tanto después de las nupcias. En la radio se anuncia: 6 a. m. Impaciente, sentado, el rechucha: el kusa. La ñori en bata, sin tabas, descalza. Despeinada. El otro, en cambio, bien tiza. Con gomina. Perfumado. Uniformado. Armado (de ambas formas, de trola y tola: es paco). Ella se inclina, los pies empina, pisa de puntillas, frente al fregadero y lavadero: levanta y resalta, despreocupada, su trasero. Gira la manija: riega y aniega –y reniega: frota que frota la loza– todo eso que llama «servicio» […]. En ese trajín, provista de Ayudín, menea su fuyín.
She shakes the pear. En un min, he takes the spear.
Porque ahí se marea mirando el marido, la vista lo pone bestia, se pone mula con las curvas, y, arreboladas las bolas, al vuelo, veloz, embalado, le sube la bata y le arranca las bragas (disculparán la baturrada). Le agacha bajo el chorro el cacharro –presiona su morro– y embarra el burro su rabelais con la barra –el entero paquete– para embutir su paquete. De Dorina dora el asno ese durazno, y con premura, en prima, sin primor la descomprime, le bombea su primus, embiste la bestia el vasto abastecedor de bosta. El jumento la monta, monta en su mortero, monta en modo mostacero. Ella le llora con la choya en las ollas. Él desoye los lloriqueos y llampea. Lo encaballa el llanto de la yegua, lo embravece la brega, la pelea su palermo empila. El berrinche no lo chincha: le hincha la picha. Entiesa su pieza. Ensancha su chota. La gresca se la engrosa, la engorda, la herramienta con lamentos aumenta. No tiene lástima y lastima. No le dan grima las lágrimas: lo revitalizan, lo vitaminizan, lo animalizan, o animan al animal que, a mil, en su animal, tan vil, anida. Y aquella culata, por más que haya grasa, le sangra. Se agranda la mancha. Se inunda la ñusta: en grupas y en ambas patrullas. Y a él no le da repelús ver el charco de blood: blood a full y con grumos de muss y con gotas de glue.
Y no solo de obra, también de palabra, la ultraja. Porque al tiempo que tiempla, que interna la tiesa, que atora y empotra entre pompas, con trompa trompea. Con lengua feraz: lenguaraz. Le infiere, profiere, feroces insultos.
Esos mismos insultos, cabe resaltar, le soltará cuando, casi en un asalto, mucho después, encabronado, nos descubra imbricados: unidos, fundidos, mis dedos, los diez, adosados, en grupas los diez engrapados.
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First ex: plumífero mísero (y efímero: para él, no hubo níspero).
Cierto patín de Junín. Y de la misma universidad: la Continental. Pero no era, para ser precisos, paisano, no era coterráneo, no era huancaíno: era jaujino. Y no estaba el kausachun tampoco en su facu, no estaba en Derecho el shepleco –bien cofla, recuerda la boga– sino en Comunica. Y fuera de ser macilento, llevaba una barba inaudita, silvestre y agreste, ya casi una intonsa vagina de monja (que a mí no me consta, pues yo solo sé lo que raja, relata, destaca la paica, pero es que, repito, yo no reproduzco sino que traduzco –traduzco y me ofusco– y acaso sazono, sazono a la Soco) y encima, decía, escribía. O, peor, lo exhibía: paseaba escribiendo. Paseaba y, a un tiempo, sin pausa, sin freno, jamás tropezaba, jamás levantaba los ojos, los ojos de la hoja pringosa, sí alzaba los codos, los codos y el Novo, paseaba y, a un tiempo, parchaba, rodante oficina, parchaba los huecos, cubría sangrías, incluso entre líneas crecía, medraba, quizá mala hierba, su propia novela, con ella sembraba los claros, los blancos espacios, espacios vacíos, de un único libro: La senda del perdedor (y fíjate bien, perdedor, en esta «máquina de follar»). Con eso debutó al final: con esas páginas. Con esas en fotostáticas. Con las gastadas, las grasas, ajadas. Y ajenas. Las impresas por Anagrama y, en ellas, la grama: su novela-maleza, letras en enredadera, su cáncer, si cabe, su incubado book en el book del Buko. Y a pocos bucks. Qué tal molusco ese barbudo. Y con ese fanzine la fascinó. Con eso el resinoso la hizo, con eso la Soco le dio sajiro. Embelesó a la beldad el bearded gracias al burdo, tan basto gesto (gesto, no gesta), basto palimpsesto. Dicho cuadernillo sin hilos, nomás engrapado, ya casi de a grapa, gratén, gratiñán, del grasún, a mi grela (con grupas que gravo, que agravio, que agredo y degrado y agrando), mi grela con alma de groupie, engrupió. De manera que la minerva –y enerva cómo eleva, cómo elogia, cómo encomia– lo estimó –la timó– muy original. Pero igual era un marginal. Aunque fuera genial (que no lo era: me leí la novela, me leí el esperpento con espanto), sin marmaja no iba jamás a remojar. A mí me parece (recalco, parece, y diré nuevamente: ¿quién las entiende?) que no era mayor su pasión –en verdad, veleidad– por la lite o el arte, pintores o writers (mejor que mejor si era hípster o under), que por los metales. Y, es más, el escriba tampoco tenía ni cuándo graduarse. Un eterno estudiante. Al arte lo mata la Master. O Diners. O American Express. (Yo tengo las tres, y la tengo ahora en cuatro: le cuelgan las masters.) Por eso no pudo, a pesar de lo horny, exceder la bukowski ese man de la Conti (no pudo amalarle las lollies, ni menos el pompis). El chiste duró solo un month. A month of just mouths. De un mes fue la rela, su rela tan rala, su rela sin lana.
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Y cuando todo anda viento en popa, cuando reviento la popa (que no la proa, porque anda hediendo la papa: como bien se colige, son los días erre Ripley), cuando, cachonda, goza y, congojosa, solloza (pues, mal que le pese, she suffers, padece a la vez que le place, y a mí se me hace que no es por lo grande del glande, que no es por lo luengo del perno, que, seamos honestos, me temo, no es un XL, sino que recuerda la vez en que, aleve, su capi, cobani, su rati, le saca la M: literalmente), cuando ya casi excede la leche, ya casi desborda, me frena, me corta, contiene, también me sorprende –si bien se mantiene, se mueve, mi nepe– con el juramento, que justo le viene a las mientes mientras la desmierdo. O mientras mi bastón robustecido desbostea. O mientras mi guasa en el desagüe de la yegua desguanea. Degradada y agrietada –no engrasada: no lo necesita– y, con todo, agradecida, María Luisa me conmina:
«promete
me hieres
prométeme
yara
promete
detente
prométeme
aguanta
prométeme, jura, por dios, por tu madre
mentira
por dios, por tu vieja o la virgen maría
no pares
prométeme, jura, que nunca
me gusta
que nunca pondrás ni una línea
que duela
ninguna, ni media
lo rudo me incita
ni claves ni pistas
lo rudo, violento
promételo en serio, la mano en el pecho
lo mismo, además, me calienta
que nunca pondrás ni una letra
me prende, me moja
ni un punto, ni coma
me para los timbres
ni coma, ni tilde
que me hables cochino
de mí o de mi hijos
que digas que soy tu burraca
de mí, de mis hijos, mi puto marido
bagasa, chirlata, zurriaga
ni aquello que, claro, tuvimos
tu fufa, tu furcia, firula
disculpa
carajo, me arde
lo siento, está mal, no tuvimos
no entra, no cabe
tenemos: tenemos ahora
muy gorda
¿contento?
muy gorda tu ñonga
por eso, cojudo, si leo
compensa lo corta
o alguien me informa
cuidado, me dañas
que me has aludido
mejor me la sacas
que me has mencionado
¿por qué me haces caso?
y aun sin usar mi apellido
más duro, que choque
y aun sin mi nombre
que crujan mis huesos
te busco yo misma
qué pasa, cabrilla
te busco y te sueno
¿no está medio floja?
entonces, ya sabes, que no se te ocurra
concéntrate, rosca
no seas tan basura
presiona, presiona
tan hijo de puta
más fuerte, más fuerte
te pido, suplico
sumare, qué rico
más bien te lo exijo
qué rico me duele
no escribas de mí, sobre mí, broca, brito, en tus libros».
*(Lima-Perú). Escritor y crítico literario. Estudió Comunicaciones en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha publicado, además, las novelas El Conde de San Germán (2007), Karaoke (2010), Interruptus (2018), Artefacto 27 (2021) y Nueve vidas (2021); el volumen de no ficción Asociación ilícita (2015) y la “crónica rimada” Una cocina Surge (2022); las colecciones de relatos Manual para cazar plumíferos (2005), La musa travestida (2007) y Spunkistch (2018).