Por Eva Yárnoz*
Crédito de la foto (izq.) Cartonera del escorpión azul /
(der.) archivo de la autora
3 extractos de Cierva como mi muerte (2023),
de Eva Yárnoz
pasos hacia el sol (extracto)
(poema largo en siete actos)
paso primero
no hay nadie para herir, no hay nadie. con los estribos sueltos del caballo, con la soga ávida de
escalofrío, no hay lengua. no hay avidez, hay la prisa, hay la mano que yerra. hay
la rendición de las culebras. hoy con el dolor que aprieta, subyuga con ella, la perdición cierta.
hoy con el dolor que punza, subyuga incierta la letra.
no convierte la letra, no acuna la hiedra que yerra incierta entre muro y vista que sofocan.
hoy yerra la muerta sustancia de la hoja rota.
la hoja sangra su líquido, y viscoso cose
como resina que brota y congela los ojos de las orugas. bellas sin muerte, conservadas entre la
hierba. la pulga que dice su minuto.
hoy arranca con los nombres sutiles la declaración de independencia. la hiedra dice trepa, insigne con los hombres, pero cae la mano que dice el nombre. y quién
quién sino yo se aparta, parte, cae. no me incumbe
el ruido de los alemanes con su siembra y su deutsche.
no sé hoy cuando rompes la sal de las letras. no sé hoy cuando hoy rompes la sal de la boca, la
sal que sangra
embadurna las cuerdas, tensas.
si hoy considero los nombres para la deflagración última que me libera, si hoy sostengo la sal
que da sabor a la hiel húmeda
hoy temo, pues, la pérdida, la disolución de los yoes que decían.
hay que morir mil veces en la tierra, dejarse herir y devorar por las especies que disertan sobre
la alfombra de hierba. largo porvenir verde que tejen los animales. de siembra en siembra, de
hoja en hoja. inculta la tierra que no sabe, perdura abierta, hacia la luz intensa que penetra.
asombra, como signo incierto de civilización antigua, la larga extensión de preguntas que se
enhebran. pero sólo una, una es necesaria. una sola cosa
es necesaria [1]
no hay nadie aquí, no hay hoy, no hay mí. pero arranca-no esta hebra, arranca no esta tierra que me oculta en tu cueva.
no me encumbres más Sol avaro que dices luz intensa en los cielos inhabitados. hoy no-arranca
la melena de la tierra. no-arranca la hebra semi partida.
hierve la herida. hoy incierta es la letra, hoy el techo es incierto, la hebra se consume lentamente, ávida e hipertensa. qué genera y engendra la pluriempleada tormenta que alumbra la tierra.
si consideras hoy un momento la blanca pared que es un reflejo del blanco intenso y sostenido
del espejo
hoy si consideras el espejo ávido de mimbres resolutos unidos por el ojo.
hoy si consideras el ojo abierto en luz y entrecejo, consideras el ojo abierto en luz consumido
haciadentro. el ojo cierto, para no ver lo claro y reflexivo del nombre pendejo.
hoy no considero ni convengo
con los nombres que abrigo
los ojos intensos que soy en Tu reflejo,
los ojos que eres en mi paso solo sin estar en el suelo
converso.
el abecedario considera los nombres la herramienta ideal para digerir con su sed la sed del
mundo ciego. el mundo ciego considera la lectura como oráculo, pero no se adentra en sus
reflejos. abruma con sus nombres la verdad distinguida, pero no asoma-no la luz roja de la
herida que
transforme brevemente la mirada oculta.
me consumo pues con la tierra y deshago los hielos para no yacer más con ella. no me seducen
los parajes encumbrados de las arenas que son corredizas y ya no ocultan vida. no me conducen más las arenas por los rincones que se abisman y se derrumban.
paso segundo
para abrir con el hierro fundido de la lengua la senda amarilla que se quema. para consolidar
con los nombres todas las mentiras descritas[2] . para fumigar con la nieve todos los campos y
sus siembras. para que diga en el blanco abierto de los ojos que no miran las consignas
repetidas de las paredes que se elevan
como prisión fingida:
la sola repetición que apunta a la vertiente derramada, pura que no significa pero emana.
la luz sola que siembra las palabras. la palabra repetida en su círculo que encierra la simiente
que se enjambra.
los ojos que se extienden
hasta que el pecho no duele. el pecho se abre y no hay hombres. con la palabra en repetición
me enjaulo como pájaro pequeño,
pero canto entrerranuras y contemplo el espacio
interior de las cosas sin nombre que abarco.
con los nombres que no toco enjambro con los dedos los espacios contenidos en el sinfín de
alientos y de vahos. y Tus ojos no nombro
me resbalo, por las vertientes vertiginosas que no amago
a tocar con los labios. ya que con nombres no diré Lo Amado ni con dedos tocaré si acaso el
campo despedido de los electrones amargos. no tocan ni son ni se eximen de las culpas que
atribuyo.
no consciente como ellos, en la corriente abrumada y sucia del heno y del estiércol, me
confundo y fundo con todas las peonzas socorridas en su bebida y su hiel
que contiene la repetición segura para girar y repetir lo que grita entre las sienes.
si pudiera atravesar estando yo a un lado, la piel que permanece. a través de Ti, trasciendo las
corrientes y me elevo, para con diótima aprender a sobrevolar las vertientes contenidas del
nombre humano.
construyo hoy, me derramo en lo brevemente colmado. me derramo con lo que colma
largamente los ríos y me desbordo y me seco y me trasvaso. pero nada, nada sacia más allá del
cuerpo encorvado y grosero.
me ausento. ya no estoy en las cercanías del nombre que gobierna. desearía sostener hoy la
verdad cálida en la boca que lame las columnas y los senos. pero los nombres no se yerguen
sinfín, y el ojo no ve sino su entraña vacía.
me convulsa la palabra, pero no me rasguña. no toca la piel invisible de las cosas que vibran.
con su canción lenta la tierra respira.
(…)
(El poema original prosigue)
avanzar
Pero no puedo procrear en lo feo, sino sólo en
lo bello.
Diótima[i]
para abrazar no permitas una lágrima negra o
abuses de las letras que nombran las losas, bálsamo arrugado de las estancias que reclamas.
con las manos no exijas más sin la escucha, los nombres que dices que saben y que tocan con navajas las voces rojas que se arrojan.
no has de avanzar sin soltar las armas que te clavas. no has de avanzar ahora sin la rendición previa. ahora suelta la voz y la soga. entierra los manuscritos negros que lees en voz alta.
temporal la palabra que se repite y que gira. es sombría ahora la voz que vuela baja.
baja sobrevuela la tierra, tanteando las piedras. dónde
posar las garras?
terreno pedregoso de los nombres donde se auscultan las paredes del útero; se arrojan, pensamiento tras pensamiento, en las estancias ahumadas.
se estancan las palabras en las habitaciones sin los ojos. el ojo no se abate con los nombres que pulsan la sed de los pobres. pobre de espíritu es el último de la fila que no sabe. no sabe con sus ojos y está tartamudo en los suelos pedregosos de las habitaciones. donde los nombres insultan amarillos de sed y de rabia.
para salpicar vaya Ud. ahora a la cuarta planta. donde los nombres no rozan apenas su esencia blanca.
y busque ahora si puede una palabra
que redima a la flor pisada al ojo del animal sin muerte con su mirada
a la flor pisada al ojo del animal a la hierba fresca
no es perenne la saliva que se traga. nada en el orín con la saliva, nada en la polilla
putrefacta, nada con la mano abierta sobre la tierra. nada con los buitres que acosan a
los cadáveres inminentes. nada con los palos y las piedras en la Tercera. nada
con los ojos clavados en la nada. nada con la mirada incierta como una hoguera
palpita y crepita como si llorara.
avisada está la voz que gritaba, ahora sabe el grito por qué
hacia dónde.
la voz se quebraba y el llanto no era nada. sólo la narrativa del moribundo que no ve,
sólo se arrastra.
————————————
[1] Unum est necessarium, Lucas 10:42
[2] Con Antonio Gamoneda, en Descripción de la mentira.
[i] El banquete, Platón.
*(Pamplona-España, 1975). Poeta y artista plástica. Licenciada en Filología hispánica por la Universidad Autónoma de Madrid (España), con un diploma de postgrado en la Universidad de Portsmouth (Reino Unido). Obtuvo el Premio Flor de Jara de Poesía (2016). Se desempeñó como colaboradora habitual de la revista Conversos y como traductora profesional. Como artista plástica, ha realizado Cardinal. Diseños de un repositorio universal, una muestra expositiva fruto de la colaboración con el CEPI Centro Arganzuela de la Comunidad de Madrid. Su producción, de carácter abstracto, se nutre de acrílicos, pasteles y barras de pigmento, carboncillo y grafito. Ha publicado en poesía Universalia ante rem (2015), Filiación (2017), Cauces del que teje (2019) y Cierva como mi muerte. Antología 2014-2021 (2023).