5+1 poemas de «Pequeña» (2024), de Ana Sánchez Huéscar

 

Por Ana Sánchez Huéscar*

Crédito de la foto (izq.) BajAmar Eds. /

(der.) archivo de la autora

 

 

5+1 poemas de Pequeña (2024),

de Ana Sánchez Huéscar

 

 

Primera parte – Erizo de peluche marrón

 

5.

 

En el dormitorio hay un frigorífico

una mesita y dos camas.

Mi hermano duerme en una.

Mi hermana y yo ocupamos la otra.

 

A veces, el frigo se abre a medianoche.

 

Entonces

las baldosas se empañan,

la ventana tirita de frío,

mis hermanos sueñan algo blanco,

la habitación gira y se comprime.

 

Después

el frigo vuelve a cerrarse,

pero ya la escarcha inunda

las colchas de claveles bordados.

 

Yo percibo un olor a mandarinas

escalando hacia la lámpara,

el resquebrajamiento de las cortinas

y la respiración del hielo,

modificando todos los sones

           del silencio

en la ciudad congelada.

 

La poeta Ana Sánchez Huéscar.
Crédito de la foto: Pepe J. Galanes

 

14.

 

Estoy bordando un cielo

en la cintura de la tarde.

Cuento estelas y despierto

tu sueño de zapatos negros;

amontonada dentro queda

la tierra que no pisaremos,

                seca

porque el agua es escasa

y yo no sé coserle flores

a su vestido transparente.

Cuando pases por mi lado

–entre la pureza y el tiempo–

hilaré bodoques que adornen

la cicatriz de tu barbilla;

te harás entonces inmenso

y yo me pincharé el dedo

por no medir bien

el contorno de la herida.

Perfilo una nube como si dibujara

la distancia de tus ojos

con una cenefa de cordoncillo,

y comienza a llover,

pero no nos mojamos, porque,

nosotros somos la lluvia.

 

 

 

18.

 

La niña sueña con vivir en

una casa con calefacción.

    (Silbidos trapezoides)

 

La niña escribe poemas y los

esconde bajo las tejas del porche.

    (Flauta armoniosa) 

 

La niña lee mitología, se embelesa,

         quiere conocer

la anatomía de una mosca.

    (Platillos expectantes)

 

La niña –engañada–

se sienta en las rodillas del profesor.

    (Guitarra tenebrosa) 

 

La niña percibe una mano

manoseando su cuerpo pequeño.

    (Violines chirriantes)

 

La niña inocente descubre el asco,

llora a escondidas, le da miedo el sexo.

    (Batucada, un xilófono expira)

 

Sin embargo, en el jardín de la abuela

siguen creciendo las rosas.

 

                               La niña tras la lluvia.

 

 

Segunda parte – Cometas en la garganta

 

1.

 

1988

 

Tengo trece años.

Pelo ajos en la cinta de un almacén.

 

La infancia es una cosa sobrevalorada,

dice el canto afilado de un sueño aplastado.

Quiero tener aspecto de chica mala,

robar en el supermercado,

fundir bombillas, escupir,

pero no soy capaz.

 

Han demolido la casa de los abuelos.

Ahora fumo, me cardo el flequillo.

Camino hacia atrás en busca del tiempo,

invoco a la memoria que custodia un pez mudo,

                 nadie sabe detener el curso de un río.

 

Solo un poema plantea

la posibilidad de ser libélula azul

a las seis de la madrugada

y con el frío a cuestas.

 

 

 

13.

 

Cuido de Papá.

 

Le plancho la ropa,

relleno con lavanda su frasco de colonia,

no le cuento a Mamá que lo he visto en el bar.

 

Cuando tiembla añado anís a la manzanilla,

cuando ríe preparo melón, higos, habas y sal.

 

A veces inclina la cabeza y esboza una ternura

que arruga el mundo como una bola de papel.

 

En los pliegues aparece el taller, lleno de secretos,

y la grasa, sobre los monos de trabajo, dentro de sus uñas,

bajo el viejo foso donde cosquillea las panzas de los coches.

 

Mi padre es un niño, un mecánico,

un hombre con mi primer apellido.

 

Es el hijo que no tendré,

el amor que nada espera.

 

 

 

17.

 

Ceno un vaso de leche mirando la tele.

 

         “Nothing compares 2U”

           llora Sinéad O’Connor

mientras Mamá cose bajo la luz del flexo.

 

Hay un microcosmos dentro

de una magdalena

con motas o vetas rayadas

que al tragar me dejan

cometas en la garganta

y no quiero que escapen

pero toso cuando Sinéad cierra

sus preciosos ojos y es tan bella la canción

que nace polvo de estrellas

en la aguja de Mamá

y un fuerte amor se sobrehíla.

 

 ¿Cómo medir esta densidad sanguínea, 

en qué lugar de la memoria guardaré su forma?

 

 

 

 

 

*(Socuéllamos-España). Poeta. Reside en Madrid (España). Tiene estudios de Literatura y ha cursado talleres de teatro y de escritura creativa. Es miembro de Yukali Página Literaria, encargada de la sección de poesía. Ha publicado los poemarios Peces en la lengua (2023) y Pequeña (2024).   

 

 

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