Un apunte a propósito de «El aire en la vela» (2024), de Jesús Taboada

 

Por Lola Andrés*

Crédito de la foto (izq.) Bodohón Eds. /

(izq.) Archivo del autor

 

 

Un apunte a propósito de El aire en la vela (2024),

de Jesús Taboada**

 

 

El aire en la vela, de Jesús Taboada, es una lanzadera hacia la ensoñación del mito y, a su vez, hacia el inexorable periplo vital que cada cual emprende. Aquí, el lenguaje se colma de tiempo, se adhiere violentamente a la pregunta y a las imágenes ―tan porosas― de la piedra, la fabulación y el desconcierto. ¿Qué somos acaso sino un cuestionamiento continuado ante la boca abierta del estupor?

Estructurado en dos partes que se intercomunican, hay, inicialmente, un espacio en donde el ser se abisma, “no hay retorno de las más hondas latitudes”. Y allí, en esas profundidades, la voz que oímos se estampa contra la conciencia, que sabe que habita en un mundo hostil e inhóspito. Así, en el cruce léxico ―maravillosamente bordado― de expresiones en griego y una isotopía cargada de términos referidos a lo hondo, la palabra poética asume su lugar en el mundo: cuestiona, se sumerge y resucita lugares para que el lenguaje vibre:

Safo busca en los acantilados de Léucade

la premisa de mi voz que desde el mañana la interroga

 

 

Mediante el uso delicado del hipérbaton y de la anáfora, se va construyendo, con la irrupción del yo y el pasado, un salto a la memoria y a la sed de lo humano. Finalmente, en un saludo al sol ―tal vez con acento esproncediano―, se inicia un viaje, que ocupará la segunda parte de este díptico.

Decía Chantal Akerman, intuyendo que el movimiento ―el cambio― acarrea una línea circular en donde se inicia y se concluye el camino en el mismo punto, lo siguiente: “Así que aquí o en otro lado. Pero en otro lado siempre es mejor. Así que solo me voy y me vuelvo a ir y regreso desde siempre”.

Siempre hay un viaje. Acaso la peculiaridad estribe en el lugar en donde uno se pierde. En El aire en la vela, al abrigo de la vasta cultura clásica de su autor –también contemporánea‒, pareciera que mitos, dioses y topónimos se trasladan al punto en el que se genera el aliento. Y no me refiero al mal entendido “viaje interior”, sino al deambular a causa del extrañamiento. Leemos: “Regresar no es fácil” o “¿Qué es lo infinito?, ¿distancia solo?”.

 

El escritor Jesús Taboada

 

Un viaje ―un primer viaje― a Grecia del escritor, a través de los lugares en donde se desarrollaba el mito de Orfeo, será el germen de estos versos. “Adónde irá el auténtico viajero sino hacia dentro”, oímos.

Ir-se transmuta su sentido. O ¿qué es el adónde? Quizás en esa eterna búsqueda de un algo haya una redención, un atisbo de eternidad, cualquier sustancia que se injiera de otra manera. Buscamos, posiblemente, que la palabra nos acerque ―o, en su caso, nos aleje― de un tumulto o una algarabía que se enreda en la inquietud. Porque es ella, la inquietud ―ese asombro― la que nos impele a hurgar en la posibilidad de encontrar no sabemos bien qué pero cualquier cosa que nos lance, como la flecha, a clavarnos en el mundo. Y los lugares saben que pueden ser un solar o un ecosistema vivo. Y hacia ellos vamos. Hacia allí va este El aire en la vela atemperado o endurecido por el tiempo y, para la suerte del lector, por la palabra honda y atiborrada de belleza en los versos de Jesús Taboada:

Acabe el cuerpo, no la lira

No acabe con el crimen la palabra.

No acabe la lectura de lo que hicimos.

Hexámetros para apuntalar fronteras.

Fronteras que no detuvieron el vuelo de las garzas.

Garzas estampadas en los pendones.

 

                                                                                                                 Febrero de 2025

 

 

 

 

 

*(Granada-España, 1960). Narrador, poeta y traductor. Licenciado en Filología Clásica. Fue profesor de griego por casi 40 años en Almería y Madrid. Estudió cinematografía, guion de cine e interpretación dramática, griego moderno y literatura neohelénica. Obtuvo el Premio de Novela Corta Francisco Umbral (1997), Premio Decano Pedrol (1999) y Premio de Traducción Antonio Tovas (2007-2008), Ha publicado Musa celeste I, un recorrido narrativo por los antiguos mitos griegos (2006), Musa celeste II, Los grandes ciclos: Heracles, Jasón y Troya (2008), Anochece pronto (1998), La lectura (2014), Tarde de toros, Jolgorio pánico-musical en busca de música (2015), ¿Puedo hacer algo por usted? (2017), Wonderworld (2022) y El aire en la vela (2024).

 

 

 

**(València-España, 1961). Poeta y traductora. Licenciada en Filología. Ha obtenido el Premio Alfons el Magnànim (poesía en valenciano) y el Premio Gerardo Diego (Soria-España). Ha traducido del catalán al castellano a poetas como Joan Navarro, Teresa Pascual, Jaume Pérez Montaner, Begonya Pozo o Josep Checa; y del alemán al catalán, junto a Anacleto Ferrer, Poesía de Hannah Arendt y Màtria, de Rose Ausländer. Ha formado parte de proyectos interdisciplinarios de poesía, música, danza y pintura. En la actualidad dirige la colección Marte de poesía, de la editorial Contrabando. Ha publicado en poesía Moléculas y astros, Jocs de llum, Materia, Cielo líquidoTravesía, (la tercera edición junto al pintor Pere Salinas, 2021), de UnoLlámala y las plaquettes Pendiente del aire (junto a Eva Hiernaux), Poemes (con las pintoras Carolina Ferrer y Encarna Sepúlveda), cómo/sucede, Brecha, y Ho(yo) de hueso.

 

 

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