5 poemas de «Canción y vuelo de Santosa» (2021), de Gloria Alvitres Aliaga

 

Por Gloria Alvitres Aliaga*

Crédito de la foto (izq.) archivo de la autora /

(der.) Ed. Alastor

 

 

5 poemas de Canción y vuelo de Santosa (2021),

de Gloria Alvitres Aliaga

 

 

Canción del día para Santosa 

 

Preámbulo 

Los días de luna roja,

la niña se ata la pollera. 

Quiere mirarse en las aguas del Mantaro

para descifrar sus misterios. 

 

Nadie puede imitar a una niña 

que retuerce las venas a los eucaliptos. 

 

Canción

 

Le dicen las voces del tiempo:

señora falda fogón violeta

con tus pestañas sueñas la tierra.

Desde algún punto infinito,

posa sobre el sauce

sus manos cansadas.

 

Guarda en sus tres polleras:

secretos del viento

cae una gota de sudor

por encima del rojo

sus labios se cierran.

 

Abuela ceniza,

pierde su voz 

en el humo de las mazorcas.

Regaña al granizo,

su hermano desteñido,

foráneo

que mata los campos con su reflejo.

 

Abuela eucalipto,

sacrificó su piel

para llevarse en su regazo

las lágrimas de Papá lindo

el cielo

el de arriba

que se regocija congelando a sus nietos.

 

Abuela piel de oca,

no habla del tiempo

en que supo tocar

con sus dedos las venas de las margaritas.

 

Fue la mejor época del año

cuando nacieron versos,

epístolas,

y tristezas amarillas. 

Ahora brotan amarantos,

llega el final del día

y la abuela Santosa será agua

para llevarse nuestras penas.

 

Por algo es día de todos los Santos,

por algo prenderán velas

y habrá cena en casa.

 

Abuela colibrí,

no se irá de nuestros ojos.

Está sentada en su piedra,

canta al sol

y nos hace vivir olvidando

que un día se hizo noche.

 

La poeta Gloria Alvitres Aliaga

 

Letra imposible 

 

A los 12 años Santosa dejó el campo

 

Escribió con tinta el nombre, 

era un cuaderno azul con notas musicales. 

Las demás palabras brillaron. 

Nunca fueron visibles:

casa, mujer, familia, Perú. 

 

Las palabras eran brujas, 

escurridizas, querían ser como Lady D.

servirse café, 

usar un pincel delgado. 

 

Con ellas, 

Santosa se sintió un garabato.

El mundo como un lugar incógnito, 

lleno de signos negros pegados a las paredes. 

 

¿Qué significa una letra? 

preguntó la maestra. 

Un dibujo y una sílaba, 

no representan un gorrión, 

pero suenan como un ave e imitan sus plumas. 

 

Ciudad letrada

y Santosa no supo decir. 

Firmó en la iglesia 

ante mamá Carmen 

con su nombre, 

un dibujo grande. 

 

Aplaudieron todos,

y Santosa pensó 

que su alma estaba empeñada

como sus manos, 

sus arrugas,

sus pecas ofrecidas en público. 

 

 

 

Caracoles para la madre 

 

En la frente de mi madre

hay versos con forma de caracol. 

 

Dicen que huele a lilas

viste tulipanes y elefantes

su fuerza es un río imperturbable.

 

Hemos coloreado su brazo, 

pintado mariquitas que vuelan sobre su piel 

 

Jugar hasta que la noche 

parezca ultramar, 

leer El Pato garabato, 

saltar por no dormir. 

 

Y la madre grita. 

El gato y el elefante blanco 

no saben cuidar,

caminan sobre vidrios rotos, 

infelices y caprichosos.

 

 

Reflectante ante el abismo

 

En esta estrofa se fueron los lamentos.

Las tres veces que intenté volver sobre mis pasos:

sobre las olas, sobre el acantilado, sobre tus hombros.

 

Un viernes me desaparecí entre canciones,

composiciones frenéticas,

y no pude escribir poesía.

 

Ya no siento nada en enero.

Mi voz es un río intacto,

donde jugamos en las tardes

aunque nos devoren los mosquitos.

 

Cómo odio la posibilidad de morir de noche

cuando no quedan palabras, solo este cuerpo.

 

Érase al final solo humo,

espejos por toda la casa,

reflejo del sistema linfático.

 

 

 

Simone y Santosa

 

Santosa Munive de Junín,

Simone de Beauvoir de París,

se han encontrado esta noche.

 

Simone recibió en su casa a una mujer molesta,

la tragedia ha enlutado el barrio de migrantes

y Santosa tomó un palo para defenderlas.

 

Urpichayay, Simone

Te has ido donde no pueden mirarte las estrellas,

canta Santosa.

 

Y le ha tejido una chompa limón

para el frío de Ruan,

nadie sabe que en la prenda habita una cantuta roja.

 

Simone le ha dado a Santosa

un libro oscuro y pesado

que no es una biblia ni alaba a Dios,

eso que le dijeron

de inclinarse a rezar,

es todo falso.

 

Pocos saben que ese libro

no está hecho para los hombres,

es como el canto de los apus,

allá a tres mil metros donde la herejía se baila.

 

Pueden pensar ambas

que nunca se podrán comprender

porque el quechua acumula sentimientos

y no busca le mot juste como el francés.

 

Se entienden en silencio,

saben sobre la hoguera que las aguarda

cada noche cuando cierran los ojos.

 

Si la madame hubiera nacido en Chupaca

sería parecida a una retama, un gorrión con el pico estirado.

Si la warmi hubiera nacido en París,

probablemente sería un violín desafinado, con partitura imaginaria.

 

A pesar de todas sus proezas, Simone no sabe tararear los huaynos,

pero escribe para las mariposas

enumera sus colores y las convierte en antorchas.

a Santosa no le importan la caligrafía castellana

puede descifrar los sueños, y cura los dolores enterrados en el pecho.

Habitando esta vida, no saben ser eternas.

 

 

 

 

 

*(Collique-Lima-Perú, 1992). Escritora. Realiza talleres de ecocrítica literaria, creatividad, creación poética con reflexión ecológica y forma parte del colectivo poético Paradero Desierto con el que publicó el libro colectivo Segunda llamada (2023). Sus trabajos periodísticos abordan el género, ambiente, conflictos socioambientales y, en la actualidad, es parte del Movimiento Ciudadano Frente al cambio climático. Ha publicado en poesía Presagio y sedición de la orquídea madre (2024) y Canción y vuelo de Santosa (2021) (descarga libre en: https://alastoreditores.com/wp-content/uploads/2021/02/gloria-alvitres-cancion-y-vuelo-de-santosa.pdf), poemas fueron publicados en la Revista UNAM Internacional (2023), La Antología de poesía ecofeminista Perú- México Árboles sobre el desierto (2023), fue parte de los cronistas que participaron en el libro Andanzas y reescrituras: apuntes para perderse en Lima (2022). Coordinó y editó el libro Ser Planta: Herbario poético urbano (2024).

 

 

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