7+1 poemas de «Andréi Rubliov» (2020), de Diego Roel

 

Vallejo & Co. presenta una selección de poemas de Andréi Rubliov (2020), poemario de Diego Roel con el que su autor obtuvo el Premio Alegría 2020 del Ayuntamiento de Santander (España).

 

 

Por Diego Roel*

Crédito de la foto (izq.) archivo del autor /

(der.) Eds. Rialp

 

 

7+1 poemas de Andréi Rubliov (2020),

de Diego Roel

 

 

Nota preliminar

Poco sabemos de Andréi Rubliov, pintor y religioso, hombre de Dios y hombre del arte. Las crónicas afirman que vivió, en tiempos del patriarcado de Nikon de Rádonezh, en el monasterio de la Santísima Trinidad y San Sergio, cerca de Moscú. En 1408 colaboró en la decoración de la catedral de la Dormición de Vladimir. Fue discípulo de Teófanes el Griego. Es considerado, junto a Daniil Cherny, el representante más importante de la pintura iconográfica en Rusia. Murió en 1430.

En 1966 Andréi Tarkovski realizó una película basada en su vida.

 

 

El globo

(Otoño de 1400)

 

¿Ves las veloces nubes blancas

allá abajo?

 

La tierra se aleja más y más.

 

Volando va desnuda

una sola palabra en el paisaje.

Dormida va.

 

¿La ves?

 

Ya pasamos las rocas de la altura,

los jaguares del sol,

la franja donde la muerte deposita

los últimos dientes de la calavera.

 

Hermano, abre los brazos.

 

 

 

El juglar

(Verano de 1400)

 

¿Dónde está mi caramillo de abedul?

¿Y mi pandero de piel de burro?

 

¿Era triste o alegre la canción?

 

«Pena, pena, pena.

El Cielo nos envió a este mundo».

 

¿Dónde están mis zapatos de piel de oveja?

¿Y mis pinceles de pelo de buey?

 

¿Era triste la canción?

 

«Pena, pena, pena».

 

Sólo me queda este sayal, esta escudilla de barro,

los ojos que todavía escrutan la solapada curva de las cosas.

 

«Pena, pena, pena.

Desde el Cielo nos fue enviada

inconsolable pena».

 

 

El bufón

(Verano de 1400)

 

¿Qué puedo decir acerca del amor?

 

Se va en la brisa, vuelve en la brisa.

 

Se parece a un manojito de mirra,

a un perfume que se difunde y crece.

 

Se parece al humo que sube del desierto.

 

¿Qué puedo decir?

 

 

 

El cegamiento

(Verano de 1407)

 

En esta habitación dibujo lo que no puede dibujar

la mano de un hombre.

 

Vengo del valle de la sombra de la muerte.

 

Mi arte es mudo pero sabe hablar.

 

 

 

Invitación al Kremlin

(Invierno de 1405)

 

El ícono de la Virgen de Vladimir

me miró a los ojos y me dijo:

 

«Búscame en el muro donde la tarde extiende su plumaje.

 

Estoy detrás de los estandartes de cola de caballo,

debajo de las hojas y los frutos.

 

Búscame en el aire, en las cenizas.

 

Estoy arriba del puente de todos los ríos,

encima de la huella de los lobos.

 

Búscame en el arco donde la sangre se desata.

 

Estoy bajo el ala de la noche».

 

 

 

Daniil el negro

(Primavera de 1408)

 

Para conseguir colores traslúcidos

coloco debajo de la pintura hojas de estaño

y utilizo como barniz aceite de ricino.

 

Cada maestro añade su propio saber:

en los labios y las mejillas uso rojo de laca,

en las cejas y las arrugas, negro y caput mortuum.

 

Para conseguir los tonos diáfanos

procedo mediante una aclaración progresiva.

 

Los cánones son severos.

 

Tengo siempre sobre la mesa blanco de plomo,

ocre y cinabrio.

 

El poeta Diego Roel

 

Los tártaros

(Verano-otoño-invierno de 1406)

 

Han matado al juglar.

Han quebrado los huesos del pájaro.

 

Todo se ha roto.

 

Los barcos cayeron del cielo.

Las olas se llevaron el último caballo.

 

La ciudad es un animal enorme que agoniza.

 

 

 

La fiesta

(Primavera de 1408)

 

Que seas siempre para mí como el rocío,

como los lirios del campo, como los árboles silvestres.

Que en mi boca seas siempre

más dulce que el fruto de la higuera.

 

Porque antes de verte

yo era una voz que clamaba en el desierto:

¿de dónde vendrá mi auxilio?

Mis días eran como los del caracol que se desliza y pasa.

Mis días eran esfuerzo y tristeza.

 

Antes de verte

yo alzaba los ojos a las montañas y gritaba:

¿dónde estoy?

 

Entonces llegaste como llega puntualmente

la lluvia que riega el suelo,

la nieve que cubre los campos de Rusia.

 

Que en mi vida seas siempre

vapor que sube de la tierra,

mano que esparce la semilla,

aguacero.

 

 

 

 

 

*(Buenos Aires-Argentina, 1980). Poeta. Licenciado en Historia de las Artes visuales por la Universidad de La Plata (Argentina). Reside en la ciudad de Posadas (Argentina). En la actualidad, se desempeña dictando talleres de escritura creativa. Obtuvo el Premio Internacional Loewe de Poesía (2023) y el Premio Alegría (2020). Ha publicado en poesía Padre Tótem/ Oscuros umbrales de revelación (2004), Diario del insomnio (2005; 2013), Cuaderno del desierto 2007), Las variaciones del mundo (2010; 2014), Los Jardines del Aire (2012), Dice Jonás (2015), Vía Lucis (2015), Kyrios (2016; 2016) Las intemperies del mar (2017), Shibólet (2018), Kadosh (2019), El infierno es una bestia callada y triste (2020), Andréi Rubliov (2020) y Los cuadernos perdidos de Robert Walser (2024).

 

 

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