“La estructura llega antes que las imágenes”. Entrevista a Alberto Pellegatta

 

Por Omar Pinedo*

Crédito de la foto (izq.) RIL Eds. /

(der.) ©Jordi Vidal –

www.eldiadecordoba.es

 

 

“La estructura llega antes que las imágenes”.

Entrevista a Alberto Pellegatta

 

 

En los primeros días de octubre, fui de visita a Barcelona para ver a los amigos. Me alegró mucho reunirme —el mismo día que arribé— con Nilton, Caroline, Paulo, Luis y Alberto. Acuartelados en la terraza del Muccis —nuestra peña de siempre en el Raval— comenzamos a discutir de un millón de temas distintos y, principalmente, a reír, pues tanto Nilton como Alberto son personas con un sentido del humor sencillamente descomunal. Mientras que el humor de Nilton es de fuegos artificiales, el de Alberto es socarrón. Para completar mi felicidad, pedí una pizza, tres empanadas y una cerveza Turia para acompañar. Mientras el resto de amigos hacía pedidos al mozo y discutían de deportes, se me ocurrió dejar de hablar del clima con Alberto y le propuse atacarlo —y ser pesado— con unas preguntas acerca de Hipótesis de felicidad, su flamante libro de poemas traducidos del italiano al español.

 

El poeta Alberto Pellegatta

Entrevista

 

Omar Pinedo [OP]: Querido Alberto, gracias por el libro. Me llegó la semana pasada a Dublín y lo terminé de leer anteayer. Es un libro excelente y, conforme avanzaba la lectura, me surgieron las siguientes preguntas. En primer lugar, ¿es un libro o son varios libros recopilados en un volumen? En segundo lugar, ¿por qué el estilo de versos aparentemente inconexos pero con una totalidad aparente? Es decir, funciona muy bien, pero quisiera saber un poco más de las razones que te llevaron a ese estilo y también entender mejor la forma. En tercer lugar, ¿cómo describirías tu búsqueda en el lenguaje?

Alberto Pellegatta [AP]: Gracias para tu sensible lectura. Tus preguntas no son nada simples, pero estimulan. Primero, se trata de un solo libro, con un apéndice de poemas publicados en La salud, un libro de cuando tenía 20 años. Hipótesis de felicidad tiene una estructura fuerte: la estructura del libro empieza en el solo verso —la “marcatura di voce” —, el ritmo es central en mi poesía. Seguro que algo de ese ritmo, inevitablemente, se ha perdido en la traducción. La forma del libro es económica: hecha por capítulos que crean un recorrido desde el sueño hasta al estado despierto (pasando por una sección más “política”, “Fin de la geografía”). En la mitad hay un “intermezzo” para descansar (“Zoológicas”) y el poema largo final (dividido en seis movimientos) es el corazón del libro y, por eso, de allí viene el título del libro entero: un texto sobre el dolor y la muerte, sobre la perdida de alguien muy cercano…

Me interesa la realidad cotidiana que de pronto vira al imposible y deja entrever una trama misteriosa. Podría decir que mis poemas no son sólo para humanos. Estoy a favor del “primato” de la imaginación en la literatura. Para mi cada texto es autónomo (como cada cuadro de una exhibición), así que el libro podría leerse aleatoriamente, pero la construcción del organismo-libro es centrípeta (aunque el corazón del libro esté al final): el montaje ha sido pictórico, elementos del poema llaman al poema siguiente etc.

De hecho, en el libro hay mucha variedad métrica porque si no hay búsqueda en este sentido me aburro. Cada uno de mis libros es diferente en estilo del anterior. El sentido mismo del texto viene de la estructura —lógica, sintáctica, estrófica y métrica—, de la combinación, de los encajes. Me interesa la variación —prosímetros, hipérmetros, dísticos, poemas largos, etcétera. La estructura del pensamiento llega antes que las imágenes. La búsqueda lingüística debe de tener en cuenta esta arqueología del conocimiento, su estratificación y simultaneidad: palabra que suena.

 

Alberto deja de hablar y le da unas pitadas al cigarro. Claro, es mi turno de hablar, pero tengo un trozo de pizza en la garganta que apuro con un trago de cerveza y una tos.

 

 

[OP]: Comprendo. La búsqueda métrica y de la melodía del poema es íntima del lenguaje, imagino que la traducción del italiano al español planteó serios retos en este aspecto. ¿Cuáles crees que fueron las cosas que, inevitablemente, se perdieron el camino (y cuáles se ganaron)?

[AP]: Diría que lo es casi todo, ya que hasta los máximos poetas han repetido banalidades, dichos populares, etcétera. Lo que importa es cómo lo escribieron —luego es también necesario que lo que se diga sea interesante, claro. En la mayoría de traducciones se pierde al menos el 70% del poema, se pierde el empuje de la materia verbal que es ella misma generadora de imágenes. Por suerte, la mía es una poesía de muchas imágenes, hay quien dijo pictórica, y esto ayuda a la traducción. Me gustó de inmediato la fuerza política de RIL [editores], porque trabajan contra la división —literaria y de mercado— del libro en español con sus publicaciones en simultáneo en España y en América… Por eso con Mario [Pera] y Paco [Najarro] buscamos siempre palabras y formas que pudieran entenderse a los dos lados del Atlántico. Todo un desafío, te aseguro. Para últimas dudas consultamos también con Víctor [Rodríguez Núñez] y Daniel [Calabrese].

 

 

[OP]: Qué maravilla, digamos que se priorizaron las imágenes y la claridad del lenguaje. Me quedaron claras tus búsquedas métricas. Ahora quisiera comprender mejor la imaginería que empleas en los poemas.

[AP]: Depende del poema, hay más narrativos (prosas y prosímetros) y luego más centrífugos. Hay unos más sentimentales y otros más abstractos… Me encanta el grotesco español y el surrealismo —también latino—, pero la imagen cotidiana de palabra sencilla es mi origen cultural —la poesía italiana del Secondo Novecento, etc. Igual también porque soy un poco de todos lados: medio del norte (Milán, Suiza) y medio del sur (Puglia, Napoli), con orígenes aragoneses y un abuelo nacido en Buenos Aires de familia italiana. Y, finalmente, creo que también influye en la imaginería el trabajo de crítico de arte, frecuentar pintores y escultores.

 

El poeta Alberto Pellegatta.
Crédito de la foto F. Maestro

 

[OP]: Ahora entiendo por qué las imágenes que usas son siempre sorprendentes. Por un momento regresemos al tema de la desconexión entre los versos. Me quedó claro la forma en la que estructuras los poemas, pero no la razón para esta aparente desconexión.

[AP]: Hay también muchos enjambement y versos encadenados, pero es verdad que a veces, con respecto a la filosofía, la poesía puede saltar pasos. Igual es esto. No sabría. En realidad, están conexos también donde menos se nota.

 

En ese momento, el camarero vino a decirnos que estaban cerrando el local, por lo cual no podemos seguir mordiendo a preguntas al buen Alberto, que se defiende impecablemente. Pedimos la última ronda de cervezas y brindamos por la alegría de estar vivos, por la suerte de estar juntos y por el gusto de conversar literatura.

 

 

 

 

 

*(Lima-Perú, 1988). No estudió filosofía ni literatura. No ha sido traducido a 227 idiomas. No ha ganado ningún premio. No ha sido incluido en ninguna antología, ni ha fundado un movimiento literario. No es docente universitario. Escribe sobre lo que quiere, como quiere, cuando quiere. Ama a sus amigos. No tiene deudas. Los cielos le sonríen. Vive feliz.

 

 

 

**(Milán-Italia, 1978). Poeta. Ganador de la primera edición del Premio Cetonaverde. Ha publicado en poesía Mattinata larga (2003), L’ombra della salute (2011) e Ipotesi di felicità (2017), este último traducido al español como Hipótesis de felicidad (2023).

 

 

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