Por Javier Moro Hernández*
Crédito de la foto (izq.) archivo de la autora /
(der.) UANL – TresNubes Eds.
Lo imposible habitable.
Entrevista con Rocío Cerón** sobre Divisible corpóreo
Divisible corpóreo es el más reciente proyecto literario de la poeta mexicana Rocío Cerón (Cd. de México, 1972). Un libro que es también un proyecto transmedia, que trasciende la superficie del libro, para convertirse en parte de un proyecto que se materializó en distintas acciones y actividades artísticas, a lo largo de los últimos años. El libro, publicado por la Universidad Autónoma de Nuevo León y el proyecto editorial TresNubes Ediciones, parte, por supuesto, de la poesía de la autora mexicana, que indaga en este libro sobre las posibilidades de la inmovilidad, del cuerpo en descanso, de los pliegues y de las fronteras que nuestra piel, que nuestro cuerpo puede generar en la cama, ese universo, privado, pero que, al mismo tiempo, todos conocemos, todos compartimos. Un espacio cotidiano y cercano, en el que pasamos la tercera parte de nuestra vida, pero que, al mismo tiempo, es un espacio que todo el mundo vive y conoce de manera diferente.
El libro de Rocío Cerón, bautizada como La Observante, cierra la trilogía de la poeta Materialidades inmateriales, pero al mismo tiempo, es un libro condicionado por la pandemia provocada por el COVID 19, ya que los actos performáticos y de transmedia, que la autora había imaginado para acompañar la presentación de los poetas escritos, tuvieron que transformarse gracias al enclaustramiento provocado por la pandemia. Esto, por supuesto, le permitió a la autora indagar en los espacios cotidianos, tales como la cama, la habitación, la cocina, con sus olores, sus colores particulares, como si fueran espacios de libertad, que nos abrían la puerta hacia diferentes realidades, diferentes universos, en donde el cuerpo y la mente no fueron limitados necesariamente por la piel y sus extensiones.
Divisible corpóreo es un libro impulsado por la necesidad de quiénes somos en la intimidad a través de un proceso traumático como lo fue la pandemia. ¿Quiénes somos cuándo no podemos hablar, cuándo no podemos dialogar cuerpo a cuerpo, cara a cara, con nuestros seres más queridos? Escrito en una forma que nos recuerda a un diario que retoma imágenes o pequeños cuadros de la vida cotidiana en pandemia, el libro indaga, hurga en esos momentos en los que la soledad impuesta nos transforma, nos hace caer. Divisible corpóreo es sin duda un libro que nos habla de la sobrevivencia en tiempos oscuros, convulsos.
Rocío Cerón es poseedora de una obra compleja, diversa, poderosa, es una de las poetas esenciales para entender la diversidad temática que enriquece a la poesía mexicana contemporánea. Académica y tallerista en instituciones como la Universidad del Claustro de Sor Juana, de SOMA o de Centro de Artes de San Agustín Etla, en Oaxaca, ha experimentado desde finales del siglo XX y principios del siglo XXI con diferentes formatos poéticos, donde indaga con la música y el vídeo, la voz y el cuerpo perfromático para trascender los límites de la poesía. Su obra sondea las formas de construcción de la memoria y sus vacilaciones, la suspensión de sentido y el desplazamiento como territorios de acontecimientos fragmentarios. Ha lanzado los álbumes de poesía sonora MIIUNI (2022), Sonic Bubbles (2020) y ha publicado los libros de poesía Spectio (2019), Borealis (2016), Nudo vortex (2015) y Diorama (2012), entre otros.
Entrevista
Javier Moro Hernández [JMH]: Este un libro que justo tiene que ver con el cuerpo, con la reflexión sobre la inmovilidad, pero quería preguntarte cómo fue el proceso de escritura de este nuevo libro.
Rocío Cerón [RC]: Es un libro que en realidad tiene una serie de piezas que ya han estado presentándose, las piezas están creadas previamente al libro: el cierre del libro tiene que ver justo con un ensayo sobre la idea del encierro o la quietud, y como el encierro o la quietud, en realidad en mi caso fue un espacio de intimidad, permitió explorar los espacios más íntimos y encontrarlos como un espacio de profunda libertad. El libro habla de eso, de estos espacios, pero la idea no es nueva, pues en 1996 empecé haciendo poesía visual e instalación e hice una serie que se llamó “Reflexiones sobre el hecho”, en donde trabajé básicamente con la cama e hice varias exposiciones con esta idea de la cama.
La diferencia es que ahora la mirada es otra, la mirada sobre los espacios donde el cuerpo yace, los espacios tanto íntimos privados, como el espacio de la cama, pero también es una mirada sobre las huellas que deja ese cuerpo o esos cuerpos en un espacio como las sábanas, y que para mí estas sabanas se convierten en cartografías. El libro, en realidad lo que hace es invitar al lector a que se meta a estas a estas cuevas, a estos espacios, a estas cimas y simas, al espacio más profundamente íntimo, de las huellas y los restos que quedan de esos cuerpos en su ausencia en las sábanas de una cama.
[JMH]: Esa idea de la cartografía y la quietud me parece muy interesante, la idea de que descansamos, pero nos movemos y dejamos huellas sobre ese movimiento y depende mucho de cómo estamos emocionalmente, son huellas emocionales que también se reflejan en estas sábanas me pareció muy interesante esa visión.
[RC]: Yo había mencionado al principio que la primera pieza que eran como una banda sonora lo que venía en la primera pieza, pero justo Cynthia García Leyva, la directora de Casa del Lago, mencionó que en realidad las piezas funcionan de manera transversal, es decir que funcionan como piezas únicas en su universo propio, pero que están que son dialogantes, al mismo tiempo. Creo que la serie fotográfica, así como las piezas sonoras, como el video-poema al final del libro, abren justamente las posibilidades de estas lecturas a un lector que también habita muchos espacios de muchas maneras, es decir, yo le hablo a un lector multiperceptual desde hace muchos años y creo que este libro es la síntesis de todo lo que he estado investigando. En un momento donde el encierro nos obligó también a mirarnos y a vernos y a poder entender el mundo de otras maneras.
La otra cosa es la escucha, porque las dos piezas sonoras tienen que ver con esa capacidad que nos dio la pandemia de escucharnos y de escuchar el exterior. Los espacios sonoros que fui creando para Divisible corpóreo te sacan del vértigo del mundo, te adentran a otro espacio —que ya la poesía del libro lo hace— porque la poesía tiene otro tiempo, ralentiza el tiempo vertiginoso en el que vivimos, pero este libro particularmente, y el universo que construye, tiene que ver con esa capacidad de escuchar, de construir y de deconstruir y volver a construir entre los pliegues, las curvas, las montañas, las nervaduras de todo este universo sonoro poético y visual que está en el libro.
[JMH]: En la tercera parte del libro nos dice “… los días, los ajos negros, el tomillo se han convertido en grandes aliados.” Justo pensaba en esto, en lo multisensorial, el olfato, pero también en el oído y es, como dices, parte de tu investigación constante, la posibilidad de escuchar, pero escuchar hacia adentro y hacia afuera y eso también es un diálogo entre nosotros y el exterior.
[RC]: La pandemia revolucionó, aunque no lo sintamos tanto, algo que ya estaba ahí. Todo esto estaba ahí profundamente, como el hecho de tener que mirarte a ti mismo, no a todo mundo le gusta mirarse a sí mismo. Nos da miedo, y de pronto la pandemia obligó justo a tener que convivir con uno mismo o con uno misma, yo creo que esa es una riqueza. Mi idea era hacer una obra tridimensional y al no poder salir hice estas construcciones tridimensionales de la cama, imágenes que son calle, espacio público. Es un espacio íntimo que se vuelve público, al estar publicado en un libro, en el sentido de que el libro se convierte en un espacio tuyo, del lector, en un espacio de contacto pero que también te obliga a repensar justamente estos espacios tuyos. El libro plantea, queramos ver o no, que lo único que hay, que lo único que tenemos es a nosotros mismos y esas conexiones íntimas, profundas, mínimas con el espacio y el hábitat de la gente que está ahí. Es el territorio de nuestros cariños más profundos y de la gente que está ahí en la familia, en la pareja o el espacio de uno mismo.
[JMH]: El espacio de la cama también es, como dices, un tacto constante con nuestra piel, con nuestro cuerpo. También es uno de los espacios en donde podemos reflexionar sobre lo que hicimos durante el día, o en este caso, sobre lo que está sucediendo en el exterior como en el caso de la pandemia.
[RC]: Pasamos la mitad de nuestra vida en la cama, así que creo que es un espacio que podríamos considerar como una especie de habitación mínima donde estamos, es un espacio de confinamiento, por ejemplo, cuando estás enfermo, pero también es un espacio donde voluntariamente estás justo para el descanso, para la recuperación, pero también para los sueños. Siempre me ha parecido profundamente poética la cama, por lo que también quería que la gente pensara cómo es que algo tan reducido como la cama puede ser un espacio de libertad. En mi caso es lo que pasó. En la pandemia mucha gente dijo que estaba encerrada en su casa, pero en realidad el encierro es un estado mental. En neurociencia se dice que tú eres responsable de lo que sientes y percibes del mundo, es tu responsabilidad y es tu decisión, así como hay una química cerebral particular, subjetiva, así mismo hay una forma de leer el mundo.
Para mí la pandemia fue una manera de encontrarme conmigo misma, de otra forma, no lo hubiera encontrado si hubiera hecho este proyecto como estaba planeado de intervención de espacios públicos, haciendo objetos tridimensionales, cuando de pronto toda esa tridimensionalidad, todo ese viaje, todo ello se encontraba en la cartografía de las sábanas de mi cama.
[JMH]: El viaje se puede dar también en ese espacio.
[RC]: El viaje se da en ese espacio siempre, el viaje inicia en la habitación propia, como decía Virginia Woolf, el viaje inicia en el espacio propio del cuerpo y en el espacio propio de la cama y en el espacio propio de nuestra mente, por eso para mí el sonido, lo que observo fue tan importante, así como todos los sentidos, incluso como lo que tú decías del ensayo final que habla sobre sobre lo que hueles.
[JMH]: “La imagen lejana o desaparecida. El interlocutor ausente, la frase acorralada entre los labios, la belleza acechante del silencio.” Me parece que justo la falta de interlocutor, la falta de otro cuerpo que nos puede impedir el diálogo. Aunque el diálogo inicia con nosotros mismos, aunque el silencio se encuentre ahí, acechante.
[RC]: Creo que una de las cosas que yo vi, y que muchos amigos escuchaban y decían, era sobre la imposibilidad de tener un interlocutor, que eran los amigos o una posible pareja, y que la gente empezó a resentir muchísimo. Creo que el silencio estaba acechando, casi como una maldición, como algo profundamente amenazante. Pero también hay otros momentos en el libro, en donde eso se convierte en algo que no es amenazante, sino que se convierte en un espacio de contacto, de otro tipo de relación con uno mismo.
[JMH]: El diálogo constante con la imagen, en el caso del libro, pero también el diálogo constante con el cuerpo. El cuerpo habla, el cuerpo tiene memoria y la posibilidad de quedarnos dentro también es la posibilidad de dialogar con nosotros mismos.
[RC]: Uno tiene que entender que en el fondo también no hay manera de reconocimiento de ti mismo, si no es a través del atestiguamiento del otro. Su atestiguamiento hace que tú de alguna manera puedas verte también a través de los ojos de los otros. Eso está en el libro y es importante, vital.
[JMH]: Es el tema de la empatía, poder observar al otro, conocer al otro y que el otro nos observe. Ahí es donde podemos conocer y conocerlos.
[RC]: No hay manera de que te conozcas si no hay alguien más que sea tu testigo y que te atestigüe, que se cree una comunicación conjunta. Eso comienza con la escucha.
[JMH]: El silencio como un espacio íntimo, el silencio como un recogimiento digamos, la posibilidad de escuchar el exterior también te da la posibilidad de escuchar el interior. Pensaba eso cuando decías lo de las cimas y las simas, el poder entrar y estar dentro de nosotros y conocer los espacios más profundos, que pueden ser los más obscuros también o los más creativos, más luminosos.
[RC]: Por esa razón el libro está todo en blanco y negro, por los claroscuros que acabas de mencionar, por eso también está en grises, está en los matices y en toda la posibilidad de los grises, los blancos, los negros. Tiene que ver justo con eso, con lo que hay entre las cavidades, los claroscuros, lo luminoso, y la opacidad. Creo que había algo de opacidad y de brillo en esos tiempos. Es un libro en el que la luz está dentro de eso, de esa opacidad, entre los pliegues. No es casualidad, pues todo está en el discurso de la construcción poética y de lenguajes del universo de Divisible corpóreo: que todo sea en blanco y negro, en toda la escala de grises es un símil de lo que leí sobre lo que está ahí, en la condición humana.
[JMH]: El tema del cuerpo es esencial, pero también la idea de lo de lo divisible, porque somos entes, seres, que estamos divididos al final de cuentas, entre nuestros mismos sentidos, entre lo que pensamos, lo que percibimos, el cuerpo es, como bien dices, multisensorial.
[RC]: Es profundamente multisensorial, porque el cuerpo es muchos cuerpos, no es que sea sólo un cuerpo, es como la imagen, para mí hay una imagen mental, una imagen sonora y el cuerpo es esta construcción de muchos cuerpos que son divisibles, pero que en realidad todas estas partes, toda está legión de cuerpos sensibles, de cuerpos áuricos, de cuerpos e incluso imaginarios, y de las muchas formas en que nos contamos cómo somos son EL CUERPO. Para mí es importante darles voz a todos estos cuerpos, y por eso decía que está construido también de muchas voces, es decir, porque está construido de las voces que escuché. El libro se ha construido con las voces de una pareja, está construido con las voces de mi familia, de mi hija. Es un libro que da cuenta de esa escucha, de esas voces colectivas y que de alguna manera está habitado por todas esas presencias.
[JMH]: La observante es un ciclo que has llevado a cabo, pero que tiene que ver mucho también con la escucha.
[RC]: Todo nace de la trilogía Materialidades inmateriales, y con la figura de “La observante” con lo que se observa, pero la observación también con lo que se escucha y con lo que se toca. “La observante” fue el primer momento de esta trilogía e inició con la residencia que hice en la Casa Estudio Barragán en el 2018 y concluyó con la publicación de Spectio (2019). Ahí empezó toda la trilogía y después fue pasando por las “La observante escucha” con las “Burbujas sónicas”, una serie de performances y el álbum de poesía sonora “Sonic bubbles” y el libro Simultáneo sucesivo (2022) y “La observante toca” el tercer movimiento de la trilogía, cierra en Divisible corpóreo que tiene múltiples piezas y genera un universo transmedia como en el proyecto más reciente que estoy realizando que es Potenciales evocados, más performático y que es una investigación sobre neurociencia y poesía. En realidad, son investigaciones artísticas que tienen como punto de partida la poesía, porque para mí el lenguaje es primordial, es mi punto de salida y mi casa, pero siempre estoy investigando la relación que tiene con otros lenguajes artísticos, con otros espacios como el espacio sonoro, el corpóreo, el espacio audiovisual, el digital. Eso ha pasado incluso en la residencia que hice en España para intervenir los patios de Córdoba con poesía sonora. Ha sido una constante desde hace ya más de dos décadas y se ha venido dando cada vez más en los libros y en los proyectos artísticos que he creado.
*(1976). Poeta y narrador. Fue coordinador del Recital de Poesía Chilango-Andaluz y del Gabinete Salvaje, noches de poesía y Artes y miembro del colectivo de poesía sonora de Los Salvajes de Ciudad Aka y del colectivo PLACA. Se desempeña como periodista cultural colaborador de La Jornada (Aguascalientes) y del suplemento La Jornada Semanal, además de los sitios de internet Suplemento de Libros (SdL) y Revista Desocupado, entre varios más. Ha publicado en poesía Generación Perdida (2021), Selva Baja (2018), Mareas (2013), y las plaquetas Los Salvajes de Ciudad Aka (2012), Una palabra con nombre bala (2012) (ambos en colaboración con Carlos Ramírez) y Los Hipopótamos de Pablo Escobar (2016); y en novela Cocaína (2018).
**(México, 1972). Poeta, ensayista y performer. Su obra transita entre lenguajes artísticos (poesía, música, cuerpo e imagen) creando piezas transmediales. Ha publicado Simultáneo sucesivo (2022), Sonic Bubbles (2020); Spectio (2019); Materia Negra (2018); Borealis (2016); Diorama (2012; 2013; 2014; 2017), Divisible corpóreo (2022). Obra suya ha sido traducida a más de siete idiomas. Por su libro Diorama, en traducción de Anna Rosenwong, recibió el Premio Best Translated Book Award 2015 en EE.UU. Desde 2010 es miembro del sistema nacional de creadores de arte. Lee/escucha/ve su obra en: www.rocioceron.com y saber de sus procesos artísticos en su perfil de IG @laobservante