Por María Ovelar*
Crédito de la foto (izq.) Jacóbo Biarnés /
(der.) Valparaíso Eds.
5 poemas de Diccionario de términos eufemísticos (2022),
de María Ovelar
amor
Del lat. amor, -ōris.
1. m. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
2. m. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
3. m. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.
4. m. Tendencia a la unión sexual.
Solía dormir rodeada de diccionarios,
pariendo un vocabulario poco común o desusado
en la laringe de una chica de 15 años:
concupiscente, caracolear, de rebato. Ambisiniestra,
solía dormir entre las estrecheces de un colchón
robado de espacio con tinta en el dedo gordo
de cada mano. Confiaba más en el contexto, en la emoción
de la palabra, que en la tirantez de la definición.
Suscrita mi familia a Círculo de Lectores,
no solo mordí la fruta prohibida de mi librero
de lance –Bukowski, Miller, S. Thompson–;
fui urdiendo mi genealogía, fortificando anaqueles
con grimorios: Françoise Sagan, Amy Tan, Fannie Flagg.
Siempre me pareció natural acudir a mi cita
cargada de libros, presentárselos a mis parejas,
inocularles la rebeldía Rimbaud,
contagiarles el spleen Baudelaire,
crujirlos con la inteligencia Dickinson.
Pero la mayoría se impacientó: ¿cómo podía estar más
interesada en retozar entre letras? Ya entonces mi deseo
era escurridizo como la palabra, el ansia de una anguila.
Más tarde, cuando arranqué a militar para recuperar
nuestra voz tapiada por la grúa de El canon occidental,
quise patear el diccionario y a la Academia
que hasta tres veces negó la entrada
a Emilia Pardo Bazán. La llamó gorda;
“su trasero no cabría en un sillón de la RAE”,
razonó Juan Valera, y con este otro argumento
cercó a toda mujer: “si abrimos la mano,
la Academia se convertirá en un aquelarre”.
No me avergüenzo; somos brujas retorciendo el lenguaje.
Gertrudis Gómez de Avellaneda, a quien también
escupieron el rechazo, ya le había contestado décadas
antes: La presunción es ridícula, no es patrimonio
exclusivo de ningún sexo, lo es de la ignorancia
y de la tontería, que aunque tienen
nombres femeninos, no son por eso mujeres.
El rechazo a María Moliner agrieta
las esporas de mi corazón,
siempre ha sido su diccionario, mi favorito,
los dos tomos del uso del español.
Quince años tardó en gestarlo,
depurada por el régimen, con cuatro hijos,
tenaz mujer, defensora como María de Maeztu
de una educación libre, patrona de las bibliotecarias,
que luchó para que cualquier lector en cualquier lugar
de España tuviese acceso a cualquier libro.
Mi madre, como ella, como María de Maeztu,
como María Montessori, fue una gran pedagoga;
ella, filóloga, me inculcó el amor por los libros,
un refugio para mis huesos roídos.
Fui una niña retraída, extranjera a la rutina,
a la que carcomía la crueldad,
una niña cuyo diccionario no conocía la maldad
y que tuvo que aprender cada una de sus acepciones.
Amé las palabras; a mí, al contrario que a Pizarnik,
sí me bastaron para arrebatarme a la muerte.
Y quiero retorcerlas, resolverlas, esculpirlas, escupirlas,
quemarlas, asesinarlas, violarlas, violentarlas, enterrarlas,
un poco como nos han hecho ellas a nosotras.
canon
Del lat. canon, y este del gr. κανών kanṓn.
1. m. Regla o precepto.
2. m. Catálogo o lista.
3. m. Modelo de características perfectas.
4. m. En arte, regla de las proporciones de la figura humana, conforme al tipo ideal aceptado por los escultores egipcios y griegos.
Son las escalas plásticas de mi abuelo entre trigales,
aquellas que los Maristas le arrancaron a mi padre,
mi deambular por las lenguas sin pertenencia
en esta blancura plana de pasaporte bulldozer
(para que no me desprecien).
Es ese coro de sílabas traviesas,
entre el afilador afila cuchillos y el doblar de campanas
las que echo de menos junto al silbido de los chopos,
planicie de girasoles que cantan y ríen en los campos,
pero que callan cuando llegan a la ciudad plastificados.
Superioridad cultural, condescendencia, vergüenza,
pero ¿y esas notas que todavía cazo cuando voy a Villaescusa?,
entre el bastón repiqueteante sobre el asfalto de la calle Derecha,
alerta bajo el vuelo del buitre; ese metamorfosear las palabras
en agudas sean llanas o esdrújulas,
y mi corazón patalea por oír como habló un abuelo al que nunca conocí.
La lengua de mi infancia, pintada de sonido y no de significado,
de texturas y no de obligaciones, como los fredons de Quignard,
y la autoridad auctoritas me autoriza a decir lo que digo cómo lo digo,
sin el sabor de los gestos de mis antepasados en un pueblo que se vacía
y llueven las grietas de su cielo de vencejos sobre los pinares
en los que comió mi abuelo entre siega y siega,
los pinares que ardieron este verano.
¿Pero cómo sentir el árbol si nadie lo oye cuando cae?
estrés
Del ingl. stress.
1. m. Tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves.
No los mires.
Son los paseantes de la prisa.
Son los que intercambiaron el amor por la casa en propiedad,
la experiencia por el bótox.
No los mires:
convertirán tus deseos en petróleo,
tu placer en un dildo,
tu alma en un post.
No los mires:
mutarás en piedra,
perderás a Eurídice,
traicionarás a Poesía.
Si este mal de estrés es tu enfermedad,
si ya no aspiras la lluvia cada mañana,
si no pegas la nariz al cristal esculpiendo animales en las nubes,
si ya tu corazón no se embala con el cortante vuelo de una gaviota,
no vuelvas.
Pero si todavía te emociona el aroma del salitre,
la batiente inmensidad de las olas,
si todavía ríes sin saber muy bien por qué,
quédate conmigo,
ponte cómoda, acurrúcate,
cierra el ojo físico,
escucha con los pies,
mira por los poros,
respira por tu sombra,
sé tú misma, hállate,
ven conmigo,
sé poesía,
quédate,
sé.
teta
Quizá voz expr.; cf. germ. *tĭtta, gr. τίτθη títthē.
1. f. mama (‖ órgano glanduloso).
2. f. coloq. Leche que segregan las tetas.
3. f. Pezón de la teta.
4. f. mambla.
5. f. coloq. Cosa muy buena.
Mis amazonas mutiladas,
tampoco así os quiere el mundo,
también sin tetas se avergüenza.
Bancales de rostros en penumbra,
vinagre en los lagrimales,
nuestros gritos liberados en un tsunami
más alto que la luna;
desnudas como ella,
cicatrices en los senos,
nos miramos magulladas,
picudas grandes en planicie.
Escribimos, amamos, bailamos,
las tetas sueltas,
infatigables como las olas,
el abismo en calma.
Nadie nos censura,
ni nos mira con pena,
el canon se ha ensanchado,
orgullosas cantan las tetas.
slut-shaming
De slut (puta) y shaming (del verbo avergonzar), en inglés.
Prácticas, como criticar la imagen o la vida sexual generalmente de las mujeres, aunque también de los hombres gays o bisexuales, que generan sentimientos de culpabilidad, y mediante las que se justifican comportamientos de menosprecio y violencia contra las víctimas.
Recuerdo las tardes mágicas de septiembre, de lecturas, partituras y restas,
de profesores como espíritus de humo trasegando el aire del otoño,
rayos puros se derraman sobre las mesas,
humedad a salitre se enreda en mi pelo
y la promesa de un amor no iniciado se dibuja en la goma del estuche.
Recuerdo risas salientes y picudas como las flacuchas rodillas de Leticia,
guturales sílabas silbando en la saliva.
Soy la niña que contaba novios en la cabeza, orgullosa de llevar una lista.
Soy la niña que se rasgaba las medias para desafiar a sus profes,
la rarita de la clase, la de las uñas pintadas con rotu,
la que soñaba con salir con mayores.
Yo, al contrario de Zahara, no estaba ahí cuando me forzaban,
no estaba ahí cuando me manoseaban,
mientras se cobraban la raya,
siempre desconectaba, me convertía en el personaje sobre el que ahora escribo,
pero ellos me juzgaban, querían rescatarme,
aunque yo no necesitara ser salvada.
Vuelve, vuelve a los bares mugrosos,
a las barras de penumbra, a los camerinos taggeados,
vuelve y mírate a los ojos, mete el puño, saca tu alma
y tráemela que la necesito para dejar de ser el personaje.
*(Alicante-España, 1982). Poeta, periodista, traductora, copy creativa y artista perfomática. Licenciada en Traducción e Interpretación. Magíster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid (España) / EL PAIS. Colaboró con el diario El País, durante 13 años, y con publicaciones de Condé Nast (Traveler, Glamour). También fue profesora de literatura en la India y copy creativa de marcas como Carolina Herrera o Jean Paul Gaultier. Obtuvo el premio Aliar Ediciones (2022). Ha publicado en poesía Las oceánicas (2022) y Diccionario de términos eufemísticos (2022).