«El libro de hielo» y más. 7 poemas de José Cabrera Alva

 

Por José Cabrera Alva*

Crédito de la foto el autor

 

 

El libro de hielo y más.

7 poemas de José Cabrera Alva

 

 

NO RECUERDO BIEN. Esto viene de una de las zonas averiadas del lenguaje. Intento reconstruir a partir de fragmentos.

Este fragmento es una tumba.

Esa tumba de lenguaje no existe más allá del pensamiento.

Averiada, vacía, es a su manera una representación del absoluto.

Intento reconstruir precisamente desde esas ruinas de lenguaje.

Lo oscuro es una ruina que se desata de sí misma. La rueda rota ya no gira. Se inclina lenta, inexacta, desde un borde de aparente quietud.

He esperado por mucho tiempo ese fragmento de vacío.

Esos bordes de lenguaje donde las palabras se reclinan hasta transformarse en abismo.

Las ruinas del lenguaje son la única forma en la que consigo expresarme.

Los fragmentos de lenguaje en cierta forma me anteceden y en cierta forma son lo único que queda de mí.

No quiero volver a reconstruir nada más que no sea este lenguaje averiado.

El vacío atasca mi pensamiento.

La quietud es otra forma de la avería.

Intento respirar, pero es como si tuviera una piedra afilada en los orificios de la lengua.

 

 

 

i) LA SIN SOMBRA danza

ii) danza detrás de ti

iii) su danza no tiene significado

iv) ¿hace falta significado?

v) la sin sombra danza desde la ausencia de ser

vi) no danza desde la tumba del lenguaje

vii) danza desde la tumba a secas

viii) -la danza puede permitirse aporías-

ix) su danza es el frenesí del significante

x) ese hiato de la razón

    desde donde no se vuelve

xi) la sin sombra es tu reflejo

xii) esa ausencia de pensamiento

       desde donde danzas

xiii) ¿o es solo ella la que danza?

xiv) la sin sombra es un espejismo

xv) estoy danzando en ese espejismo

 

 

 

i) LA LUZ CRUDA como único decorado

ii) la tos

iii) la voz ronca

iv) los cabellos enmarañados donde asoma la calvicie

v) ¿podría haber instalado allí el péndulo de lo simbólico?

vi) veo lo que queda de tus ojos

      y pienso que un péndulo simple

      hubiese bastado

vii) hubiese sido el espejo de las metamorfosis del mar

viii) ¡ah mar de las metamorfosis

       tantas palabras para nombrar lo innombrable!

ix) no quiero ser testigo de esa afasia de sentido

x) veo lo real como signo

     pero me pregunto si lo real puro es signo de algo

     mas que de la destrucción de este cuerpo

xi) ese cuerpo danzaba

xii) ahora esa danza ha quedado congelada

xiii) soy testigo de esa inmovilidad

xiv) intento moverme en ese péndulo como si fuese un espejismo

 

 

 

i) ¿QUÉ QUIERE ESE ANIMAL que da vueltas

     alrededor de las piedras congeladas?

ii) ¿es una obstrucción más de la luz?

iii) ¿es acaso la sin rostro que nos ronda

      con las alas manchadas de sangre?

iv) la bestia alada se precipita

v) da cornadas contra la ventana

vi) es un enfisema de los ojos

vii) esos ojos nos miran

viii) su alarido pareciera burlarse de nosotros

ix) de nuestros cuerpos desnudos

      en esta playa de nieve

x) ¿acaso sabe que ya vas a morir?

xi) ¿de tus muslos muertos

      dentro del corazón que aún palpita?

xii) ¿es acaso un signo de tu sexo enfermo

        en el que sin embargo me precipito?

xiii) veo a ese animal bifronte como si fuese la muerte

xiv) el animal se acerca

 

 

 

i) ¿TODA VERDAD TIENE una estructura de ficción?

ii) veo tu cuerpo mórbido

      pero no tu falta

iii) entreveo tu falta

       porque sé que vas a morir

iv) aunque acaso tu belleza se produzca desde la muerte misma

v) como un candelabro se abre hacia un mismo fuego

vi) tu cuerpo no es ficcional

vii) tampoco su estructura

viii) su morbidez viene de sí mismo

ix) no de las palabras

x) desde el límite mismo del placer

xi) donde la muerte y el deseo colisionan

xii) veo tus sábanas manchadas de sangre

xiii) ¿alguien podría convencerme de que esto es ficcional?

xiv) inmóvil

       el cuerpo enfermo mira

xv) el límite de sus propios huesos

       es infranqueable

xvi) veo sus fisuras en la piel

        sin embargo no veo sus órganos

xvii) donde belleza y muerte son lo mismo

xviii) la morbidez misma              blanda

xix) en ese cuerpo que mira

xx) el frío de la habitación es persistente

xxi) ese frío viene de tu cuerpo

xxii) la piel persiste cubierta de llagas

xxiii) pero ya es casi como si te la hubiesen arrancado

xxiv) todavía miras

xxv) afuera la habitación está cubierta de llagas

xxvi) yo también intento mirar

          desde esos ojos que nos separan

xxvii) el límite mismo

           de la conjunción

 

 

 

i) ELLA ESTÁ NUEVAMENTE desnuda

    contempla la ausencia de ser

ii) las sábanas han caído

      ella emite un sonido monótono

iii) no es necesario hablar

      así, lejos del ser, ella está cerca al goce

iv) el mar se refleja en la ventana

      apenas como una obstrucción de la luz

v) sus ojos tendidos llaman a la muerte

      el frío de la habitación es una prolongación de su cuerpo

vi) la suciedad de la habitación es miserable

,así, contrasta con los destellos de la nieve

vii) su cuerpo blanco está más allá de los conceptos

      -nadie delira por ontología-

viii) el cuerpo delirante deja sentir sus latidos

       como si se desplazase de la luz de la nieve a la miseria de la habitación

ix) quizá su cuerpo sea inasible

x) la desnudez sin palabras

xi) he pensado mucho en ese cuerpo si muriese

      en medio de ese torrente de luz

xii) un fragmento de hielo

        el suicidio

xiii) la habitación no tiene decorados

         solo gestos                  el vacío

xiv) contemplo el derrumbe de ese cuerpo

xv) esta playa helada         su deseo sombrío

xvi) las sábanas son un lienzo cubierto de espuma

xvii) ella habrá de morir

xviii) en el centro de toda belleza hay algo de repugnante

xix) no sé si sus delirios sean un presagio de su muerte

xx) me quedo contemplando ese cuerpo desnudo

      como quien contempla la ausencia de sí

 

(del poemario El libro de hielo, inédito)

 

 

 

Interior espejo

 

Y es así que se desprende la palabra de tu cuerpo

inventas con solo nombrarlo un lugar donde depositar tu lengua

y desde allí tocar dioses y reinos

y te introduces por el dorso de un espejo a un mundo que te duplica

a una región donde no hay otro tú

sino un intenso alarido deslizándose en los límites del silencio

y tu voz es tu espejo

tu voz el confín sagrado donde se yerguen las configuraciones multiformes del sueño

tu voz los márgenes del infinito que atraviesan la palabra

y la devuelven a un solo haz de iridiscencia

a una cosmogonía escanciada en los linderos corporales del recuerdo

donde pasado y presente se desdibujan como una piel que ha borrado la niebla

y son acaso planetas que giran en las nebulosas del deseo

 

Y he allí que se deslizan como fantasmáticos ríos

las imágenes de lo que fuiste en la memoria

la delicada comarca de la infancia como un espejismo en el que todo se diluye

y regresa revestido de miel y aves en vuelo

tu boca en busca de la manzana ofrecida por madre en los años de colegio

cuando sentías que ella llevaba envuelto al pelo el mar y las gaviotas de donde nacerían las flores

o más tarde

cuando contemplabas con tu padre las lagartijas

y él te decía que en sus ojos guardaban la luna y cada uno de sus dones

y tú pensabas que el universo era un gran dios que se alimentaba de soles y pedazos de hierba

y entonces te detenías a mirar a los cangrejos

que sin duda deberían ocultar en la arena a una amable doncella

enceguecida por el resplandor delgadísimo de tu cuerpo

 

 

 

Acaso ese primer resplandor te perseguiría toda la vida

como si tus primeros sueños fueran el inicio de un inacabable poema

el tejido interior de un animal que se nutre de las hojas

de un árbol reluciente plantado en otro tiempo

como si los astros tantas veces mirados te dijesen que aún continúas siendo arcángel agua cielo

árbol inclinado ante la presencia de los dioses cristal purísimo

depositado en el vientre de la tierra

Y navegaras

devuelto al eco de tu origen

al mar y sus metamorfosis

como un cántaro dorado que oscila en el collar del universo

y nos trae las notas musicales de una canción hace siglos oída

como si el tiempo fuera un bumerán de fuego que retorna a tus manos

y las restituye a su armonía

la luz la luz el umbral perdido

el fluir herrumbroso del tiempo

descendiendo hacia tus párpados abiertos

la misma mirada la delicada de la infancia

relumbrando para siempre con ademanes de luciérnaga

tu lengua de clara efigie extendiéndose en la arena

y resucitando tus palabras de madera

 

Tarde te diste cuenta del paso de las horas

y regresaste a la piedra tutelar de tus silencios

y ya estabas jugando naipes con tu sombra en plena adolescencia

leyendo en los libros en las ventanas en los espejos

tu vocación de fauno danzando alrededor del fuego

el sueño y la palabra como filudas bestias

que han sobrevivido al asedio del silencio

tu voz un fruto a la intemperie

reteniendo los vocablos en un cofre de piel y huesos hueros

Tarde siempre fue tarde

los primeros peldaños apenas escalados

devolviéndote a la inminencia del despojo

Y así fue tu vida

una sucesión de viajes interiores

cosmogonías de humo archipiélagos de vértebras

islas contorneadas de líquidos femeninos

piezas de ajedrez derribadas por el viento

 

O acaso la desintegración de la palabra

sus ligaduras corporales fraccionadas y a la espera

de un borde de cabello

la región lumbar adscrita al predominio de las nubes

el cielo de los ojos

cerrados para mejor asir el mundo

tu piel apenas

reluciendo bajo el horizonte de techos herrumbrosos

el cuerpo entero tuyo y sin embargo cautivo del planeta

 

Y es así que se vierte el río de espejismos

como un fluir incesante de serpientes

lagartijas haces de luz donde la noche se disuelve

Y de nuevo crece tu cuerpo en torno de su origen

la voz se desplaza y desoculta las palabras

el lomo de un cerdo repetido al infinito

cuando creías que te habías liberado de tus sueños

regresan a tus palabras como una sombra cautiva

Has abierto tu boca al centro mismo de lo evanescente

el murmullo de una caravana de hormigas

trepanando cada uno de tus huesos

 

 

 

El bien amado fue siempre ese juego de espejos

sin agua y sin aire tus mejillas

aguardando el roce de unas manos de una pierna

apenas vórtice de alas encuentros apariencias

reflejos diluidos en la membrana delicada de los labios de la espera

del jirón de orificios en que tu piel se adentra

Ávidos ojos eras          tus genitales ávidos

tu boca una avidez de bufeo que arrastra la marea

Otra vez has regresado a la música de esos años

cuando creías que el sueño liberaría la tierra

y en la superficie de las grietas quedaste envuelto de lunas y de arena

y entonces te hundiste en una playa inmensa donde había una ventana

quizá esa ventana y la mujer que se inclinaba adentro

te seguiría hablando algunas décadas

una comarca de sonidos velos y caballos de lava

devolviéndote al encuentro del silencio

 

Los parajes de tu cuerpo fueron siempre los mismos

el equinoccio el tarso el metatarso

el peroné

morada de dioses dolorosamente felices en su canto

y allí estabas tú hechizado por las piernas

núbiles y amorosamente entreabiertas

de una chica de faldita escocesa

trepando ómnibus carros oxidados bicicletas

buscando el misterio incandescente de otro cuerpo dispuesto

a un beso a una noche a una cadencia

o acaso de fuego

la danza de la vestal tanto tiempo esperada

deslizándose entre las regiones más amables de tu lecho

tu espigado sexo alargándose ante la humedad de una dichosa caracola

piel marina murmurando con dulzura letanías incandescentes

El mar el mar el mar

recorriendo tu cuerpo siempre

con las mismas resonancias escamadas de goce

el sonido de las olas devolviéndote a la espuma de una mujer donde tu piel se adentra

nunca fueron tan intensas tus visiones

como en ese instante estriado de lumbre

 

La noche siempre te dijo “regresa, regresa”

y tus ojos se perdieron en ciudades de fuego

bocanadas de humo

cielos ardiendo sobre la piel desolada del silencio

con un mismo estigma de lava bajo el cuerpo

la melodía de tus labios tan ciega y lenta

tan antigua la necesidad de nombrar el universo

un sonido sin superficie que se extiende más allá de tus huesos

y te devuelve al vértigo

a una catarata vegetal de sustancias secretas

y caballos que trotan sobre el agua

Y es así que tu cuerpo regresa a tus palabras

el reino invertebrado de tu memoria

deslizándose en una habitación donde se han instalado las metáforas

 

Podrías haber caminado entre vitrinas y avenidas

pero te has detenido frente a un espejismo que te habla

y eres una columna de humo ascendiendo a un territorio

que crees desconocer pero que te habita

Ahora no hay nadie

escuchas ambulancias y hospitales que se cierran

las palabras se disuelven en la forma de tus actos

al fin escuchas la claridad de un espejo

y te precipitas por su dorso

irás a donde desees pero la imagen crecerá en tu cuerpo

abres la puerta

 

 

 

 

 

*(Lima-Perú, 1971). Poeta y traductor. Literato por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú), con estudios en Artes Plásticas por la Pontificia Universidad Católica del Perú y por el Centro Cultural de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Fue director de la revista de literatura Ajos & Zafiros. Obtuvo el Segundo Premio Adobe de Poesía. Ha publicado en poesía El libro de los lugares vacíos (1999), Canciones antiguas (2004), Ombligo de ángel (2007) y Del mal amor (apuntes de la era de la violencia) (2016).

 

 

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