Vallejo & Co. presenta, en exclusiva, 3+1 poemas de Emma Villazón que permanecieron inéditos hasta la actualidad y que nos llegan gracias a Andrés Ajens.
Por Emma Villazón*
Crédito de la foto Andrés Ajens
3+1 poemas inéditos de Emma Villazón
La elegida
Toco tu mano
y me das de comer
me anidas en silencio.
Olas de confianza mesan
a las estrellas. Si toco tu mano
ya no sueño con el mar
ni me imagino escuchando sus latidos.
Cesan los ruegos de las heroínas griegas.
No se me convoca a la tragedia,
al abismo que dicta el vozarrón del mar.
Porque toco tu mano
y soy la bien recibida:
la medida precisa para el vacío
que muestra tu palma sin la mía
Soy la laureada por los montes
y las pozas de agua: aquella
que ya no necesita de los sueños.
Si mis dedos caen entre los tuyos,
rompen la piel, hebras doradas
huyen de mi otro cuerpo –del oculto–
a mis náufragas pupilas.
(08/09/2008)
Rosa veloz
La mirada hemos abierto
a una rosa veloz
y la llamamos aquí
y la dibujamos y guardamos
como una carta en boca veraniega.
Quizás fue la imagen de unos niños
que reían perdiéndose lustrosos,
por huecos de piscinas agujereadas,
fluyendo como impávidas corrientes.
La mirada hemos abierto
al pasto incorregible, nubes de histeria,
faros de autos volando tribus
de vagabundos acogidos por aceras —
o a los que llaman desde cabinas telefónicas
haciendo suaves ademanes de hojas
hacia regiones más transparentes.
La mirada hemos abierto
para oír el hueso de las voces,
los informes de los estados del mundo
que dan ciertos siameses cuando son escindidos
y se oyen desde caracoles marinos.
(05/01/2009 — 03/05/2009)
Los hilos del mismo color
No podrá ser de otra manera.
Hablamos de partir
tantas veces,
que nos extraviamos
en un viaje circular
en el corazón de la casa.
Yo conversaba con un hombre
cuando a mi abuela
se la devoró el tiempo
y mi madre tuvo que equilibrar su cuerpo
agarrándose de las paredes.
No podía ser de otra manera.
Busqué explicaciones en el aire
y solo conseguí un eco
que fue partiendo mi cerebro.
No entiendo, si hace unos años
yo era una niña, dijo la madre
y la hija repitió lo mismo como un doble.
De un hijo dependía otro,
y juntos atravesaban
por los oídos de la muerte
(13/08/2008)
Otra Alicia
anoche otra vez
envuelta en el sueño
en una estación de buses me vi
esperaba junto a alguien
que sea hora de irnos
una tensa neblina enfriaba las calles
y era rasgada por policías que corrían
luego charlas de pie
con los padres de un amigo
estaban desconsolados había desaparecido su hija
por lo que me proponía ayudarlos y me lanzaba
sobre turbas de gente y jardines vacíos
hasta que reaparecía una niña
más pequeña que la Alicia de Carroll
de un cabello castaño docilísimo
la abrazaba y me sonreía como una liebre
sus mechones lacios en mi cara
y la frescura de su piel de menta
me han perseguido hoy hasta el mediodía
que fue cuando pensé escribir algo
que sea suave fresco inocente
y con cierta amabilidad como ella.
(11/01/2009 — 12/01/2009)
*(Santa Cruz de la Sierra-Bolivia, 1983 – El Alto-Bolivia, 2015). Poeta y narradora. Licenciada en Filología hispánica por la Universidad Gabriel René Moreno (Bolivia) y magíster en Literatura por la Universidad de Santiago de Chile, con una tesis sobre la “risa oculta y vital” en la escritura poética de Hilda Mundy. Publicó en poesía Fábulas de una caída (2007), Lumbre de ciervos (2013 y 2019) y Temporarias y otros poemas (2016); y en micro-relato Desérticas (2016).