Por María Rosa Maldonado*
Crédito de la foto (izq.) Ed. leviatán /
(der.) www.eurasiahoy.com
7 poemas de El libro de las hormigas (2020),
de María Rosa Maldonado
III hormiga en gota de ámbar
fui puesta sobre la tierra para ser
encerrada por siempre en una gota de ámbar
ámbar: dicen que significa: lo que flota en el mar
pero no flota
y en ella conmigo entró el espíritu:
condición necesaria para saber que eres
y vi mi alma
y fuimos dos y una fuimos
viendo pasar
-con horror y delicia-
las fabulosas madres del cretáceo
los verdes matorrales los helechos los delicados amonites
lo más grande junto a lo más pequeño
la aparición milagrosa de las flores
y después de la gran extinción: la nueva la más cruel tiranía
vestida y perfumada en versace
pero quizá quizá
llevo siglos durmiendo y he creído haber visto
V buen día para morir
dónde están mis hermanas
las que conmigo hicieron el camino
cielo diáfano sobre un paisaje solitario:
matorrales epífitas moradas amarilis
olor a tierra quemada por el sol
ah sí olor a tierra olor al vientre de la madre
y un recuerdo lejano:
caer desde una gran altura
hasta el pensamiento del dios
–pero ese no es su nombre-
es la asombrosa maquinaria del día
filamentos incandescentes
una salpicadura de luz en la cripta del sueño
X hormiga tibetana
parezco negra o roja parezco
una común hormiga tibetana pero no
salto de la nariz del buda
hasta el follaje venerable del árbol haritaki:
la fuerza de gravedad no me concierne
con mi tercera pata materializo un bosque
por mí boca hablan los poderes absolutos del bön:
espíritus del agua
del arrozal de los sagrados cultivos de cebada
no tengo para ver solo los ojos:
veo dentro de mí
como de mí me alimento de mí
de ese blanco anterior a todos los colores:
vacío primitivo
del que todo está hecho
XV la hormiga y la telaraña
voy por el bosque
y me detengo para ver
algo más bello y aun más pavoroso
que la gitana dormida de rousseau
el dios ordena nuevamente el mundo
piensa la tierra con el instinto puro de mi mente
respira por mis espiráculos
hace lo que tiene que hacer:
los murciélagos huyen hacia la oscuridad de sus guaridas
los lobos cantan
y la araña ha terminado de tejer su tela
parece azul
el cielo se asoma a través de su lujosa pedrería:
es el rocío cristalino del alba
es la fantástica claridad que suspende la cordura
que suspende el trabajo la rueda falaz
e imperiosa del reino
XX legión
él sumió a la legión en unos cerdos
y los ahogó en el mar de galilea
si nos preguntan a nosotras como ellos
también responderemos:
mi nombre es legión
pues somos muchas
pero escondidas
en dominios profundos
desbrozando jardines vigilando los campos de maíz
o dispersando semillas por los bosques
no somos más que una bestia disciplinada
de infinitas cabezas
una y solo una
tan solo un alma perdurando
a través de los siglos
XXIV las hormigas no duermen
dijo emerson:
las hormigas no duermen
no duermen las hormigas
de qué sirven entonces
las canciones de cuna de sus madres
pero a pesar de que emerson miraba
–con atención- la danza de la naturaleza
y también más allá
se equivocó esta vez:
las hormigas sí duermen
las reinas –longevas y glotonas- reposan nueve horas
entre sedas y rasos
en tanto las obreras -con siestas de un minuto
manchadas de carbón y rodeadas de avíos de labranza-
llegan a descansar de cuatro a cinco horas
pero dicen aun que es un misterio
la función del sueño en las hormigas
XXIX sueño de la hormiga III
pienso en mí como un cuerpo abandonado
por su ánima:
corteza pura pequeña
máquina de hacer
sola ante la arena del mundo
mordiendo mordiendo lo cerrado
las sustancias crecidas
bajo la luz nocturna
con mis patas escucho los latidos de la inocente bestia
que engorda
dentro de mi costado
como espora infecunda de la nada
y deliro y sueño todavía
que es posible saltar
hasta el guijarro milenario de la luna