Por Iacyr Anderson Freitas*
Curador de la muestra Fabrício Marques
Traducción al español por Carlos Vitale
y Miriam Volpe
Crédito de la foto www.ogaribaldirevista.wordpress.com
Un viento royendo las islas.
13 poemas de Iacyr Anderson Freitas
Al principio
las palabras se perdieron
por el suelo común
de las mitologías, ah
sin duda no supieron llegar
al principio, al centro, al núcleo
del agua y del limo (quién las viera
ante el oído endurecido,
ya perdidas,
rogando clemencia o trozos de pan
o vino)
pero nada, nada resta ahora,
su geometría se rompió,
desolada.
: que no quede piedra sobre piedra,
que nada
el tiempo fructifique
y más allá del último recinto
reste apenas una nave, sola,
y un dique.
Y sobre el desierto
primera condenación: cargar
los despojos de esa tarde, arrastrarla
hacia fuera del tiempo,
enterrarla donde no haya escapatoria.
como los que buscan en la alforja,
entre serpientes, el alimento de sus muertos,
también ofrendaría mi cuerpo
a las figuraciones de la lluvia y del trópico,
también podría ungir
los cartílagos nulos de su nombre.
y sobre el desierto
y sobre los despojos de todo
lo que restó de la tarde en su transporte
permanece la misma búsqueda,
incesante, de una tierra más
profunda y gastada, cada día más distante.
Lustro
Más que la noche,
en el abandono de cada segundo,
en el dolor
……………donde el silencio
destila sus ardides,
más que la noche, el yugo.
Desconsuelo cavando sus diques,
veranos detenidos en el claustro,
entre fiebres, para el ejercicio
de una fecha cualquiera, ya perdida
en el piso de los meses,
como si antaño,
……..en la difícil elección de existir,
…..aún fuera posible esa fuga
………………que de la noche se evapora
…..y
……..de la memoria.
Pacto
contra los que volvieron su rostro
hacia la fiebre
contra la fiebre
y las floraciones cultivadas sobre las caderas
contra los ojos de Héctor
la vencida Ítaca
y algunas troyas, íntimas, diezmando
a sus defensores
contra toda la herencia impuesta sobre nuestros hombros
y generaciones de muertos secundándonos
contra lo que somos
………lo que seremos
…………lo que habremos de ser
Los enterrados
grandes las dunas
el desierto
en que el día se paramenta
sin pasión
resistimos hace mucho
nosotros los enterrados
los inhumanos
los que arrendamos la propia sangre
a los intestinos de la tierra su abono
sobre el suelo despejado de osarios
al fin
se llega al lugar común de la infancia
al desierto
a las dunas
que el furor enciende
en nuestra ausencia
…………………o daño.
Sentido
Sin duda un ritmo,
algo impreciso
en sus conchas,
sabrá recordar
lo que se escribe ahora,
en la cincha
que el calor murmura,
pero en contienda,
sin otros lazos
que el delito de esas flores,
oh pobres, oh desguarnecidas,
como el sol
de un tejado corroído
bajo la piel.
Un ritmo: sin duda
muy poco
ante el vestigio
de lo que aquí se espera.
De repente la hora calla
en las marismas. El sentido duerme,
………..la pasión indaga
………..la muerte, otra quimera.
Culto
El otoño dejamos en esa esquina,
gesto liberado de los bramantes
del tiempo, losa tan pura
como la imagen que trajimos
al combés: monumento
de azul y nube, cosa gastada
en sus ingenios.
Dejamos también el exvoto,
esas horquillas, algunas rarísimas
fronteras, y un mar
que escolta el paisaje
en sus carrozas.
En otro lugar un silencio trae
la mano del otoño sobre las aguas.
Ese el bautismo, fragor que mueve
a los anticuarios
para que la luz se cumpla.
(traducciones de Carlos Vitale)
Siempre el círculo
siempre el círculo de las acciones
el círculo de las edades
y esa esfera mayor
que acciona el motor de las musas
ir por el mapa en círculos
rever la noche
los sitios que los antiguos cabalgaron
las campanas
las losas que fueron ellos cierto día
en el mar que envenena la infancia
en el terrible mar que me colma
con sus muertos y sales y flores
en ese mar cabalgan
son las campanas son las losas bajo la plaza
son el propio espejo en que se arrojan
el reverso espejo
lo que no pasa
Sísifo en el espejo – poema 62
considera el tiempo entre cosas.
la distancia moviéndose contra los días,
avanzando sobre los días,
excavándolos.
considera la muerte, la palabra
muerte en estos páramos
: dura imagen de extinguirse
mientras soles trabajan.
corre el tiempo por tu rostro ahora
sin cualquier barullo.
hay multitudes, muros, mundos
por tu rostro.
“otrora fueron caballos en ese duro suelo
y estaciones precipitándose
y fiebres”.
pero nada percute entre fuegos.
las cosas se cansaron de existir
: engranajes, poleas,
……….motores tumban,
sus cuerpos abren flores en la herrumbre.
el suelo es el mismo hace siglos
: aquí, otrora,
se cayeron los días.
pero ¿dónde de los cuerpos el zumo?
el silencio
el silencio sepulta el paisaje
y el dios se mueve, indubitable.
el tiempo es el olvido mayor,
un cuadro en que estás grácil y grave,
un paisaje, un viento royendo las islas.
entre hambres, entre fuegos la tierra camina.
doblegándose a los arreos de la tarde, a los ríos,
bajo tus pies, pudriéndose
con tus pies la tierra camina.
carga en ella tus muertos. vacila.
sí: esta es la tierra de la demencia, el sitio
abierto en ti y en tu memoria
ahora.
Para la revelación y los días
que yo buscara
en el relumbre de ese rostro
lo que hace mucho dejé,
…….que buscara el cristal
capaz de atarme
…….en su sed.
¿todavía es posible
reconstruir la flora y el yugo, reinventar
el exilio?
la alameda se apaga a mis espaldas,
el amor se disipó, endurecido
por los días.
ahora
hasta la memoria se ausenta
entre el cajón y el libro.
un momento hubo para la revelación,
pero se perdió
: endurecido por los días.
Cultivo
¿quién hubiera pensado
que la noche
se deshiciera en las manos,
que no habría el amor
cuando lo sabíamos
crecido y fuerte
ante el asombro?
nuestro padre lleva el rostro
por la tiniebla, la voz
agrietada
de tanto
recorrer la tiniebla, de asumirla
junto a los huesos
¿quién hubiera pensado
que las andas
dibujarían ese cultivo,
que en su cuerpo
también la noche
se deshiciera?
Regreso
Era preciso estar aquí
para tocar
lo que resta todavía de esta tarde,
con sus patios, sus casas,
y la misma y siempre inútil
revelación.
¿Recordara el año, el minuto
que, visto ahora de estos campos,
inunda el piso de la sala, innumerable?
Bajo tales arcadas, en esos flancos
de piedra y cal, irguieron un caserío, una estación
que surge de la grava
como cosa viva, que tocada fuera
por los ojos, en un asomo.
Embarcaderos de café
(destilando más que el zumo,
más que el vértigo, más que los huesos
resecos de asombro y polvo,
hasta un puerto
ya perdido de su puesto) embarcan ahora
la pátina
entumecida de esta tarde.
Me fue inútil estar aquí
en este patio,
delante
de cosas muertas hace mucho
– hace mucho intolerables.
Inútil palabra, inútil la letra
que atraviesa
esa estancia mínima del tiempo
para fundar otra instancia, lumbre
que también se agota de florecer
y a otro embarcadero
se aventura.
Elegía
el invierno quiere quedarse contigo
en este jardín
donde un viejo duerme.
todavía no son las seis
y la nube
que ahora te acusaba
sume en el azul, deshecha
por tu brillo
que envejece, es cierto,
sin el alarde
de los mismos vientos
de otrora.
lo que busca estar contigo
no te envuelve:
espera, agudo, en este jardín
inaugural,
entre hormigas,
diarios
y lo que queda de setiembre.
vives una infancia transitoria
y tus cabellos ciñen,
en la cintura, el esbozo
de un adiós
que tu propia ausencia configura.
(traducciones por Miriam Volpe)
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(poemas en su idioma original, portugués)
Um vento roendo as ilhas.
13 poemas do Iacyr Anderson Freitas
Ao princípio
as palavras perderam-se
pelo chão comum
das mitologias, ah
decerto não souberam chegar
ao princípio, ao âmago, ao núcleo
da água e do limo (quem as visse,
ante o ouvido endurecido,
já perdidas,
rogando clemência ou nacos de pão
ou vinho).
mas nada, nada resta agora,
sua geometria quebrou-se, desolada.
: que não fique pedra sobre pedra,
que nunca
o tempo frutifique
e além do extremo recinto
reste uma nau, sozinha,
e um dique.
E sobre o deserto
condenação primeira: carregar
os despojos desta tarde, arrastá-la
para fora do tempo,
enterrá-la onde não haja escape.
como os que buscam no alforje,
entre serpes, o alimento de seus mortos,
também ofertarei meu corpo
às figurações da chuva e do trópico,
também poderei ungir
as cartilagens nulas de seu nome.
e sobre o deserto
e sobre os despojos de tudo
o que restou da tarde em seu transporte
permanece a mesma busca,
incessante, de uma terra mais
profunda e gasta, cada dia mais distante.
Lustro
Mais que a noite,
no abandono de cada segundo,
na dor
……….onde o silêncio
destila seus ardis,
mais que a noite, o jugo.
Desconsolo cavando seus diques,
verões detidos no claustro,
entre febres, para o exercício
de uma data qualquer, já perdida
no assoalho dos meses,
como se outrora,
……….na difícil escolha de existir,
……ainda fosse possível essa fuga
……………..que da noite se evola,
e
…………da memória.
Pacto
contra os que nos forçaram à febre
contra a febre
e as florações cultivadas sobre as ancas
contra os olhos de heitor
a vencida ítaca
e algumas tróias – íntimas – dizimando
seus tutores
contra toda a herdade imposta em nosso ombro
e gerações de mortos nos secundando
contra o que somos
……o que seremos
………..o que haveremos de ser
Os soterrados
grandes as dunas
o deserto
em que o dia se paramenta
sem paixão
resistimos há muito
nós os soterrados
os inumanos
os que arrendamos o próprio sangue
aos intestinos da terra seu adubo
sob um sol varrido de ossuários
enfim
chega-se ao lugar-comum da infância
ao deserto
às dunas
que o furor acende
em nossa ausência
…………………..ou dano
Sentido
Decerto um ritmo,
algo impreciso
em suas conchas,
saberá lembrar
o que se escreve agora,
à cilha
que o calor segreda,
mas em rusga,
sem outros liames
que o delito dessas flores,
ó pobres, ó desguarnecidas,
como o sol
de um telheiro carcomido
sob a pele.
Um ritmo: decerto
muito pouco
ante o vestígio
do que aqui se espera.
Eis que a hora fecha-se
nos mangues. O sentido dorme,
……a paixão procura
……a morte, outra quimera.
Culto
O outono deixamos nesta esquina,
gesto alforriado dos linhóis
do tempo, lousa tão pura
quanto a imagem que trouxemos
ao convés: monumento
de azul e nuvem, coisa gasta
em seus engenhos.
Deixamos também o ex-voto,
essas forquilhas, algumas raríssimas
estremaduras, e um mar
que escolta a paisagem
em suas seges.
Alhures um silêncio traz
a mão do outono sobre as águas.
Esse o batismo, fragor que move
os antiquários
para que a luz se cumpra.
Sempre o círculo
sempre o círculo das ações
o círculo das idades
e essa esfera maior
que aciona o motor das musas
ir pelo mapa em círculo
rever a noite
os sítios que os antigos cavalgaram
os sinos
as lajes que foram eles certo dia
no mar que envenena a infância
no terrível mar que me entulha
com seus mortos e sais e flores
nesse mar cavalgam
são os sinos são as lajes sob a praça
são o próprio espelho em que se atiram
o reverso espelho
o que não passa
Sísifo no espelho – 62
considera o tempo entre coisas.
a distância movendo-se contra os dias,
avançando sobre os dias,
escavando-os.
considera a morte, a palavra
morte nesses páramos
: dura imagem de extinguir-se
enquanto sóis trabalham.
corre o tempo por teu rosto agora
sem qualquer barulho.
há multidões, muros, mundos
por teu rosto.
“outrora foram cavalos nesse duro solo
e estações precipitando-se
e febres”,
mas nada percute entre fogos.
as coisas cansaram-se de existir
: engrenagens, polias,
…………..motores tombam.
seus corpos abrem flores na ferrugem.
o chão é o mesmo há séculos
: aqui, outrora,
tombaram-se os dias.
mas onde dos corpos o visgo?
o silêncio
o silêncio sepulta a paisagem
e o deus se move, iniludível.
o tempo é o esquecimento maior,
um quadro em que estás grácil e grave,
uma paisagem, um vento roendo as ilhas.
entre fogos o chão caminha.
vergando-se aos arreios da tarde, aos rios,
sob teus pés, apodrecendo
com teus pés o chão caminha.
carrega nele teus mortos. vacila.
sim: este é o chão da demência, o sítio
aberto em ti e em tua memória
agora.
Para a revelação e os dias
que eu procurasse
na lucilação desse rosto
o que há muito deixei,
que buscasse o cristal
capaz de atar-me
em sua sede.
ainda é possível
reconstruir a flora e o jugo, reinventar
o exílio?
a alameda apaga-se às costas,
o amor dissipou-se, endurecido
pelos dias.
agora
até a memória se ausenta,
entre a gaveta e o livro.
um momento houve para a revelação,
mas perdeu-se
: endurecido pelos dias.
Cultivo
quem haveria de pensar
que a noite
se desfaria nas mãos,
que não haveria o amor
quando o sabíamos
crescido e forte
ante o assombro?
nosso pai traz o rosto
pela treva, a voz
gretada
de há muito
percorrer a treva, assumi-la
junto aos ossos.
quem haveria de pensar
que o andor
desenharia esse cultivo,
que em seu corpo
também a noite
se desfaria?
Regresso
Era preciso estar aqui
para tocar
o que resta ainda desta tarde,
com seus quintais, suas casas,
e a mesma e sempre inútil
revelação.
Lembrasse o ano, o minuto
que, visto agora destes campos,
inunda o chão da sala, inumerável?
Sob tais arcadas, nestes flancos
de pedra e cal, ergueram um casario, uma estação
que exsurge do cascalho
como coisa viva, que tocada fosse
pelos olhos, num assomo.
Embarcadouros de café
(escoando mais que o sumo,
mais que a vertigem, mais que os ossos
ressequidos de assombro e pó,
até um porto
já perdido de seu posto) embarcam agora
a pátina
intumescida desta tarde.
Foi-me inútil estar aqui
neste quintal,
diante
de coisas mortas há muito
– há muito intoleráveis.
Inútil palavra, inútil a letra
que atravessa
este alqueire mínimo do tempo
para fundar outra instância, lume
que também se esgota de florir
e noutro embarcadouro
se arremessa.
Elegia
o inverno quer ficar contigo
neste jardim
onde um velho dorme.
ainda não são seis horas
e a nuvem
que agora te acusava
some no azul, desfeita
por teu brilho
que envelhece, é certo,
sem o alarde
dos ventos mesmos
de outrora.
o que procura estar contigo
não te envolve:
espera, agudo, neste jardim
inaugural,
entre formigas,
jornais
e o que resta de setembro.
vives uma infância transitória
e teus cabelos cingem,
na cintura, o esboço
de um adeus
que a tua própria ausência configura.