El presente texto fue rescatado por la web Copypasteilustrado y publicado el 15 de agosto de 2014, en dicha web sin consignarse lugar original de su publicación.
Por: Blanca Varela
Crédito del rescate: www.copypasteilustrado.wordpress.com/RPPC
Crédito de la foto: Cortesía Baldomero Pestana
Enérgica y muy lúcida, Blanca Varela pone los puntos
sobre las ies en la política peruana
Me parece que debemos tratar muy esforzadamente de aprender a pensar como peruanos. Es cierto que no todos podemos reflexionar en el mismo nivel de información y cultura, pero existe, debe y tiene que existir, un plano básico, estructural, de identidad que es imprescindible que todos los peruanos alcancemos. Sin este punto de partida, casi elemental, jamás podremos organizarnos como un grupo humano capaz de compartir una memoria, por oscura y compleja que sea, y menos un futuro.
De qué futuro podemos hablar si no sabemos quiénes somos ni de dónde venimos. Tenemos que aprender, entre muchísimas cosas, que toda idea o ayuda que venga de fuera, por noble y probada que nos parezca, por sí sola jamás será capaz de sacarnos del subdesarrollo ni de la crisis moral y material que estamos viviendo.
Aquí nadie es y hay que aprender a ser. La bastardía histórica que arrastramos nos ha convertido en una masa amorfa y desinformada, o lo que es peor, manejada por una información interesada que nos trata como a menores de edad, en el peor sentido.
En el Perú casi nunca se ha hecho política ni se ha gobernado. Se ha engañado, mentido, despojado, despreciado y odiado. Y sabemos que esto no es sólo asunto del presente. Se ha hablado y escrito sesudamente sobre ello, pero no lo suficiente. No es posible ocultar que la triste circunstancia que vivimos es el más tenebroso y corrompido fruto que nos da el pasado.
No quiero pensar que no existen perspectivas de cambio y mejoría. No me lo permito. Hay demasiada energía detrás de la violencia, hay demasiados jóvenes, demasiados peruanos por nacer y entre ellos, a pesar de mi años, quiero y necesito contarme.
Para concluir diré que si no hay peruanos que son, hay muchos que lo parecen. Aprender a ver y sentir detrás de la máscara que lucen podría encarnarla y convertirla, poco a poco, en un rostro legítimo.