2 poemas de «El doble sueño de la primavera» (1970), de John Ashbery

Por: John Ashbery

Traducción: Sergio Camacho

Crédito de la foto: (Izq.) www.thebestamericanpoetry.typepad.com

(der.) Ed. Visor

 

 

 

2 poemas de El doble sueño de la primavera (1970),

de John Ashbery

 

 

Verano

 

Ahí está ese sonido como viento

Olvidado en las ramas que significan algo

Nadie puede traducir. Y ahí está el aleccionador “más tarde”

Cuando tú consideras lo que una cosa significaba, y lo anotas

 

Por lo pronto la sombra es abundante

Y difícilmente vista, dividida entre las ramas de un árbol,

Los árboles del bosque, justo como la vida es dividida

Entre tú y yo, y entre todos los demás

 

Y lo hallándose en etapas siguientes

El periodo de reflexión. Y de repente, estar muriendo

No es ligero o conocido o poca cosa

Solo usado, el calor inaguantable

 

Y también las pequeñas construcciones tontas sobrecargan

A las fantasías que hicimos: verano, el ovillo de agujas de pino

Los destinos inciertos dados a nuestros actos con sonrisas  simbólicas

Llevando a cabo sus instrucciones muy exactamente

 

-Muy tarde para cancelarlas ahora- , y el invierno, el trinar

De las estrellas frías en el cristal, que describe con amplios gestos

Este estado que no es tan grande después de todo

El verano implica descender como una escalera empinada

 

Hacia una estrecha cornisa encima del agua. ¿Esto es todo, entonces

Este consuelo metálico, estos tabúes razonables,

O lo que quieres decir cuando lo dejaste? Y el rostro

Se asemeja al tuyo reflejado en el agua

 

 

 

Día de primavera

 

La inmensa esperanza, y contención

Hacia fuera de la noche, a las veredas del día

Como aire respirado dentro de una ciudad de papel, exhalado

Como la noche regresa trayéndonos dudas

 

Que pululan al redor de la cabeza del durmiente

Pero son repelidos con garrotes y cuchillos, entonces la mañana

Instala nuevamente una esperanza fría

El aire que ayer fue, es lo que eres

 

En tantas etapas la cabeza se escurrió de la mano

Las lágrimas andan libremente, risas o sollozos:

¿Qué importancia tienen? Si es libre entregar y tomar

El cuerpo gigante relajado, sin embargo junto al arrollo

 

Despertar a la fuerza de esto y tener que reconocer

El dulcísimo secreto antes de que esto vire dentro de la vida-

Sorbido por tantos intercambios, arrancado del útero,

Desenterrado completamente antes de morir  -y arcadas

 

Es un pecho ancho de montaña. “Ellos se han hecho

esperar,

Los otros, y poco les importo que lo hicieron lento

Casi nada. Ellos fueros dados por muertos,

Sus nombres honorablemente injertados en el paisaje

 

Para ser memoria de los hombres. Hasta hoy

Nosotros hemos estado viviendo en su caparazón

Ahora estallamos como un rio abriéndose camino en una presa,

Pausando sobre la perpleja, y asustada llanura

 

Y nuestro próximo avance será terrible,

Torneando cuchillos frescos en las heridas

En ese abismo recreado, lienzo que se desnuda

Como tan real como el tráfico y el ruido del día”

 

La montaña paró de sacudirse; su cuerpo

Arqueado contra su propia contradicción, es placer,

Tan lejos de nosotros las luces fueron apagadas, memorias de chicos y

chicas

Quienes caminaron aquí antes del gran cambio,

 

 

Antes de que el aire nos refleje,

Tomando forma opuesta a nuestro esfuerzo,

Su inseparable comentario y corolario

Pero fundiéndonos más y más a fondo.

 

Qué – qué pasó? Tú estás con

El naranjo, entonces, esto es lo que produce el verano

Puede volver a donde lo hicimos mal, para escurrir suavemente

Dentro de la historia, si lo quiere. Una página pasada; éramos

 

 

Justo ahora forcejeando en el viento de su colosal muerte.

Y si es jueves o el día es tormentoso,

Con rayos y lluvia o las aves se atacan unas a otras,

Nosotros hemos rodado en otro sueño.

 

 

No sirve cargar las barreras de ese otro:

No existe más. Pero tú,

Cosa graciosa y en desarrollo, con esas hojas como estrellas,

Pronto te daremos toda nuestra atención.

 

 

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(versión original en inglés)

 

 

2 poems from The Double Dream of Spring (1970),

by John Ashbery

 

 

Summer

 

There is that sound like the wind

Forgetting in the branches that means something

Nobody can translate. And there is the sobering “later on,”

When you consider what a thing meant, and put it down.

 

For the time being the shadow is ample

And hardly seen, divided among the twigs of a tree,

The trees of a forest, just as life is divided up

Between you and me, and among all the others out there.

 

And the thinning-out phase follows

The period of reflection. And suddenly, to be dying

Is not a little or mean or cheap thing,

Only wearying, the heat unbearable,

 

And also the little mindless constructions put upon

Our fantasies of what we did: summer, the ball of pine needles,

The loose fates serving our acts, with token smiles,

Carrying out their instructions too accurately—

 

Too late to cancel them now—and winter, the twitter

Of cold stars at the pane, that describes with broad gestures

That state of being that is not so big after all.

Summer involves going down as a steep flight of steps

 

To a narrow ledge over the water. Is this it, then,

This iron comfort, these reasonable taboos,

Or did you mean it when you stopped? And the face

Resembles yours, the one reflected in the water.

 

 

 

Spring Day

 

The immense hope, and forbearance
Trailing out of night, to sidewalks of the day
Like air breathed into a paper city, exhaled
As night returns bringing doubts
That swarm around the sleeper’s head
But are fended off with clubs and knives, so that morning
Installs again in cold hope
The air that was yesterday, is what you are,
In so many phases the head slips form the hand.
The tears ride freely, laughs or sobs:
What do they matter? There is free giving and taking;
The giant body relaxed as though beside a stream
Wakens to the force of it and has to recognize
The secret sweetness before it turns into life—
Sucked out of many exchanges, torn from the womb,
Disinterred before completely dead—and heaves
Its mountain-broad chest. “They were long in

coming,
Those others, and mattered so little that it slowed them
To almost nothing. They were presumed dead,
Their names honorably grafted on the landscape
To be a memory to me. Until today
We have been living in their shell.
Now we break forth like a river breaking through a dam,
Pausing over the puzzled, frightened plain,
And our further progress shall be terrible,
Turning fresh knives in the wounds
In the gulf of recreation, that bare canvas
As matter-of-fact as the traffic and that day’s noise.”
The mountain stopped shaking; its body
Arched into its own contradiction, its enjoyment,
As far from us lights were put out, memories of boys and girls
Who walked here before the great change,
Before the air mirrored us,
Taking the opposite shape of our effort,
Its inseparable comment and corollary
But casting us further and further out.
Wha—what happened? You are with
The orange tree, so that its summer produce
Can go back to where we got it wrong, then drip gently
Into history, if it wants to. A page turned; we were
Just now floundering in the wind of its colossal death.
And whether it is Thursday, or the day is stormy,
With thunder and rain, or the birds attack each other,
We have rolled into another dream.
No use charging the barriers of that other:
It no longer exists. But you,
Gracious and growing thing, with those leaves like stars,
We shall soon give all out attention to you.

 

 

 

 

 

 *(Lima, 1980). Poeta y economista. Ha sido editor de la revista Evohé y fundador de la editorial Lustra. Ha publicado en poesía Sótano en Tetramerón. 4 poetas del último día (2003) y Extensiones (2008).

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