Por Sofía Nowendsztern*
Crédito de la foto Gian Piero Brazzini Barrón
13 poemas de Desahucios
(inédito, 2018), de Sofía Nowendsztern
Un lugar pálido
Beige, a veces amarillo
el cielo de Dimona era blanco
tan blanco que no había sombras
salvo dentro de las casas
La sombra se me hacía incomprensible
y en esos días
solamente necesitaba comprender
Blanco
era todo tan blanco
que no podía ver las piedras
así que tropezaba
El único color viviente era la sangre
llorando en mi rodilla
Lo demás era polvo
arena
y el barro naciendo
del contacto
El desahucio
Vinieron los del desahucio
un hombre con traje
una mujer con traje
un policía y una señora
con carpeta y seria
Dijeron que eran policías
y mi madre y su amiga se preocuparon
Policía es su todavía marido
quien abusó psicológicamente de ella
de quien se hartó
y por eso está acá
en la casa que desahucian
Puede que sea Juan, dice
mi madre cerró la puerta
pero se oyeron golpes
entonces mi madre la abrió
no venían por su amiga
sino por su familia,
que llevamos meses sin pagar
Esperábamos al banco
pero el silencio burocrático
no significa nada, dice la mujer con traje
hay que moverse uno, dice el tipo
ayer fue la comunión de mi hija, dice el policía
y el tipo con traje se alegra
Mientras, esperamos en la puerta
mi madre podría ser abogada
sabe bien cómo responder
que vinieron ya dos veces, dicen
que esta era la tercera y la vencida
que nos encontraron de suerte
mi hermano está por su cumpleaños
yo porque me quedé dormida
mi madre por vacaciones
su amiga e hija por refugio
¿No dejaron ni un papel?
No había nada en el buzón
que al final es que les conviene
se lo digo y suben el tono de su voz
es la palabra de mi madre
contra la del funcionario
y perdonen que me fíe
más de mi madre que de usted
Mi hermano piensa y yo transmito
la amiga y su hija esperan
se miran y luego van al salón
a buscar piso en internet
Firmamos un papel y lo fotografiamos
fotografías burocráticas
sobre fotos de cumpleaños
mi hermano con un libro de Lorca
la firma de mi madre
poesías y frases vacías
Se han ido y nos han dado un mes
El Desahucio (II)
Mi padre está arruinando la casa
junto con los rumanos
antes de entregar las llaves al banco
Mi padre está dejando telarañas
por todas las paredes de mi cuarto
Está arrancando calefactores
y ventanas
En verano no importa
pero está dando luz a este día
Y así es,
mi padre está deshaciendo
la casa que construyó
Un día ponía mármoles
se echaba al suelo
y conectaba luz, gas y electricidad
Y ahora está cortando cualquier cable
cualquier parte de la casa se rompe
¡Que no me haya dejado nada!
Vuelvo a dar una vuelta desde el comedor
¡Creo que me dejé algo!
Pero ya no hay forma de volver
No me pude dejar nada
entre esos suelos empapados
y las paredes partidas
y la cocina que es un cuarto abierto y frío
que apunta a un salón sin ventanas
con el balcón sin plantas
y sólo un mueble que juro haber visto vacío
Como todo. Ese día todo estaba vacío
Ese día se vaciaban las pomposidades
Ese día
ninguna palabra era de verdad su esencia
Y así nuestro salón pasa a ser un rincón
Pasa a ser una tristeza común
Pasa a ser una nada.
Y así un hogar pasa a ser una casa
Pasa a ser una fachada
Pasa a ser una nada.
Y así unos obreros pasan a ser unos hombres
Pasan a ser unas bestias
Pasan a ser una nada.
Y así mi padre pasa a ser un extraño
Pasa a ser un trabajador
rompiendo con rabia seis años
–Puente de mi adolescencia
hacia mi juventud–.
Y así mis recuerdos pasan a estar ligados
a la ruptura con ellos
Y así este escenario no existe más
salvo en algunos lugares
de mi memoria
que retorna
como a la escena de un crimen
En esta casa hubo tristeza
pero también mucho amor.
Y así regreso, reflexiono,
me levanto y vuelvo a decir adiós
a la casa acribillada.
NO PUDE SER iluminada
Era un día acabado
tras otro
y tras otro
su peso
cubriéndome
Una sonrisa golpeó mi cara
y no pude hacer nada
salvo quejarme
Nada de seguir
pececillos dorados
miedos en el Támesis
Nada de seguir recta
nada de tocarme las tripas
de respirar profundo
y sentir el mar adentro
moviéndome
despacio
Aquella tarde
en la que mis pies se movían
bajo el cuerpo de una dictadura
oscurecí mi cabeza en mi pecho
y sentí el dolor de los huesos
incompletos, torturados
HAY SILENCIOS QUE conmueven
como cuando la última palabra
de una historia antigua
no aparece
El hombre se queda mudo
y esa palabra cae
en el espacio interno
de los recuerdos
ante mí desconocidos
y surge
como un tsunami
una vieja emoción
Y yo me quedo impaciente
esperando algo que rompa
este silencio nuestro
frente a su historia y él
y espero
que se reúna con su viejo ser
que hablen en este silencio
mientras yo sigo esperando
leyendo su cuerpo
leyendo su temblor sin sonido
Se prohíbe contarlo
Así que este tren va al morir
que es el fin
Así que este tren va al morir
de la niña que se aferra en la estación
de la niña que cae
la niña-mujer que cayó
Así que todos vamos en este tren
que es el fin
de la mujer-niña que cayó
por alguna razón que estudian
La gente lo sabe.
Lo sabemos también los del tren.
No hará falta decirlo,
no hará falta explicarlo.
Se prohíbe contarlo.
Silencio sobre la niña muerta bajo los ruidos del tren.
Silencio entre nosotros sobre las ruedas, los raíles, los caminos, los destinos.
Silencio bajo nosotros sobre los porqués.
Silencio entre nosotros.
Así que este tren va al fin,
que es el morir
Así que el fin de la niña-mujer es nuestro fin.
Moscas
Las moscas vienen a morir a mi casa
como palomas en el Santo Sepulcro
Cierran los ojitos ciegos en los charcos de la jabonera
se apoyan en mis manos
se asfixian en el vapor de lo inmediato
y bajo el hartazgo de lo común
…
Una mosca se ha suicidado en mi boca
Aprovechó la laguna entre mis labios
Exilio
Nunca fui una exiliada
porque nunca me aferré a un país
Sólo hice de un país mi utopía
porque ese país se parecía a mí
débil, pequeño, odiado…
Nunca fui una exiliada
porque de mis primeros años
no recordaba nada
Porque de mis segundos años
sólo mantenía fragancias
imágenes irreales
y nostalgia de sabores
Nunca fui una exiliada
porque no salí de ningún país
que recordara
Extrañaba lo que me habían contando
y lo que mi mente
no se había esforzado en olvidar
NO SABEN A MARES estos cielos azules
como no calma mi dolor
tu sonrisa maternal
Así que no flotaré pacífica
cuando la lluvia nos conecte
otra vez
con las alturas
Ni me esconderé entre tus piernas
cuando los demás me miren
y yo calladamente
no encuentre un refugio
Amor
Hago gestos con las manos
para dar con la palabra
llana
tierna y suave
que envuelve tu cuerpo
Es posible que no la alcance
siendo este el sabor
que conecta el instante con el alma
La magdalena imperceptible
húmeda y sumisa
entre mis labios pensativos
mis labios calmados
sobre la piel rememorada
Tu abrazo
La humedad que un día sentí en mi patria
hoy llega hasta mis sábanas
y hasta tu vientre huele a hogar
Quizá estemos cubiertas
por el mismo mar que me bañó
O quizá el calor de tu rostro
sea el mismo sol que se escondió
Y ya no tiemblo de frío tras las olas
hoy me refugio en tu forma
y en el abrigo de tu abrazo
Banderas nuevas
Si volviese a haber una luz
que guiase a estos pies cansados
Yo cruzaría
Yo cruzaría
la marea de gente
que brilla en movimientos transparentes
hasta volverte a encontrar
río azul
banderas nuevas
Discoteca brasileña
El espejo sobre su cabeza
y ella reflejándose
Ella reflejando
su cabello
sus rizos en la pared
Y él invitándola a cantar
pegado a la pared
pegado al espejo
pegado al espejo de la pared
«Canta, canta con tu voz femenina»
y ella retocándose
En el espejo sobre su cabeza
El espejo y Ella
Él y el espejo sobre su cabeza
Bajo el espejo
su pelo y sus rizos en la pared
*(Buenos Aires-Argentina, 1995). Escritora y ensayista. Reside en Madrid-España, desde el 2003. Filóloga semítica por la Universidad Complutense de Madrid (España) y magíster en Literatura. Ha editado un libro de ensayos literarios bajo el título Marginalidades (2019) y ha publicado artículos literarios en diversos medios. En la actualidad, se desempeña como profesora de inglés y hebreo. Su obra poética abarca temáticas como el desarraigo, la migración, la pobreza, la homosexualidad y el feminismo.