13 poemas de «Coloraurisonoros» (2008), de Jussara Salazar

 

Por Jussara Salazar*

Curador de la muestra Fabrício Marques

Traducción al español por Reynaldo Jiménez

Crédito de la foto (izq.) Joao Urban /

(der.) Ed. Tsé Tsé

 

 

 

Coloraurisonoros (2008)

[Antigua piedra color de oro y púrpura

sonando al fondo del río]

 

 

Sobre mi cama se alza un árbol

Heinrich Heine

 

 

Manual para viajeros del sueño

 

 

I

Splendor Fulgores

 

el caballero andante,

el caballero andante atravesó el pantano entre madreselvas

y piedras marinas entre sépalos reverdecidos y

cáñamos cintilantes incrustando

el suelo del atardecer,

margen y oro que transporta horizonte

y cae resonando lejanos rumores.

Vislumbró el día vistiendo las primeras láminas,

rayos nocturnos

las primeras ramas en el metal

áspero disipándose neblina,

rocío goteante y leve.

 

Luzia talismat!

Sagaz nuestro caballero

lavó los miradores derramando una zona de luz:

recordó a las niñas con aroma de alcazuz

deshaciendo ovillos blancos y encarnados y escarlatas

germinados de la tierra oscura.

Gratialbísima, la estrella del día se afinó

al anunciar la luna forestal

al alumbrar la ciudad sobre las nubes:

 

“Aquí estuve siempre para ti y por donde pase un rayo

de luz también podré pasar”

—Dijo y danzó con satisfacción ondulando

el terciopelo claro de las nubes

 

 

 

II

Pelagikós: Sobre las nubes, la ciudad

 

y bajo la tierra cenagosa y húmeda

resbalé hacia el fondo del río.

Mirábanme ojos

los ojos de Frog Footman ojos de Frances Bean

encendidos croaban:

cobain cobain cobain.

De lo alto de la Higuera-de la-India vi

posarse suave a la ciudad venida del cielo.

Pelagikós. Antigua y sumergida sobre las nubes,

visión alada los mirlos en revuelo

y el agua, nocturnando el plumaje hurtacolor

lunaluciendo el paisaje bajo mis ojos.

Regresé a las tiendas de Pãnjãbi,

a los cinco ríos sagrados

derramados bajo las noches almizcladas

cuando había luz en las hojas

cuya ligereza mascábamos

hasta la primera aurora.

 

om mani padme om

 

Rezó la tierra desierta

atravesada por el viento agreste cortando la piel.

Kaa,

la serpiente de las rocas,

vistió el manto del bosque

 

 

 

III

El manto del bosque abrió sus alas,

 

tres álulas lunares

tres álulas

con hilos luminosos en las

flores bajo el sagrado manto de Tz’u-hi.

Ella parada en medio de la humareda blanca

entre criaturas en aquella fotografía desvaída

precisamente cuando

el filósofo atravesó el vano tatuado con amapolas negras,

subió hasta la puerta de la cómoda azul

y dijo : (das wässer)

en su lengua real

la palabra síphon.

Hilachas de agua brotaron del suelo

y el aire resonó el canto de las náyades.

La parábola mágica

alumbró a las cabras de pelo largo

y a los bueyes con joroba y cuernos de cabrito montés.

Y alumbró

los muros blanqueados a la vuelta de casa.

Caeleste luce.

 

La poeta Jussara Salazar
La poeta Jussara Salazar

 

IV

Ayf ,

la siega

 

Madre del verano, res

el vegetal descanta el tiempo.

Atrapar peces bíblicos

en la superficie del agua

— el milagro

y oír el clavo

tras el portón de hierro

cuando la hora de la siesta

guarda

el silencio del pozo.

En aquel tiempo

me llamaba Flora Marina

 

 

 

V

El río nació conmigo,

 

su carne, sus guerras, sus huesos, los dientes, la saliva,

el sudor y la sangre de sus venas mojaron la hierba

lavaron el

leño y la piedra agujereada un día me bautizó.

Coral es mi nombre en un abrir y cerrar de ojos y mi

rebaño poroso se sumerge y emerge sonando al

fondo del río,

—¡T-e(ra)-porang-a!

La urumbeva

La mururé

Las ninfeas

El clavel de la India

La ambrosía

El umbu, los espinos de Jerusalén

El escaramujo, la camelia

Los mimos de Venus

Las candelarias y los potros

así afloraron—

Árboles blancos

en forma de luna

papeles con vestidos dibujados

vestidos color lluvia

una luna

en forma de luna

dioses flotando

al viento susurran palabras mágicas en su

diminuta lengua.

Con asombro el bosque

cubrió la tierra oscura del jardín.

Las clavelinas blancas, púrpuras, lises

y nadie y todo como un mar infinito—

 

 

 

VI

Flora Marina

 

¿Por qué el mar llora tanto?

Flórula.

¿Y el amor?

Flos Santorio, un coro de voces resonó al fondo

de la capilla sagrada infestando la penumbra:

Leí sobre la puerta de entrada, sobre los velos tejidos

en mi vientre— la insignia de aqueronte— inferus rivu

…………………..Orco, fuego y hambre

“Toma benjuí, olíbano y mirra, de cada cual tomarás

igual peso; 35 y harás incienso, condimentado con sal,

puro y santo; 36 y una parte de éste a polvo la reducirás

y le pondrás delante del testimonio, en la tienda de la revelación donde giré hacia ti; cosa santíssima seréis. 37 Ora, el incienso que haréis conforme esta composición, no lo haréis para vosotros mismos;

santos vos seréis para el Señor” —dice la Voz ofreciendo este canto de amor a las hijas del Sol

 

Las ramas descendieron del ara blanquísima

—orbe con pececitos de oro, sfumato en la niebla

lavaron el cielo de la noche derretida en lluvias

y lloró el palmito deshecho en medio del nenúfar.

Obrero silencioso, el día ardiente nada sabía

 

Y el tiempo limó, reviró el suelo del arbolaje espeso

derramó azaflores en el sueño y voló

con la algarabía de los pájaros con la lengua del día

que comenzó en la tinaja entre los granos derramados,

aura pajarinaje al sol.

Entonces oí: Trinidad, ya es hora de ir—

 

815CYmUOfcL

 

VII

La Nave de los locos,

 

“¡Alto ahí, enano!», hablé. «¡O tú o yo!”

La barquita parecía no poder abrigar a aquella legión.

Unos cantaban arquiloquios, intentaban doblar el gran río, se premian, acodándose —Señor Flores Latón,

¿podría cederme el espacio que sea?

Real Señor Árbol, Gentil Señor Pájaro, Albísima

Señora Nube…La marea de plata humedecía las botas del Príncipe, cosa fina. Se aferraba la infanta Inés con fervor a su romance de capa y espada mientras aseguraba su lugar allí al lado izquierdo del trepidante bote enloquecido. El viejo Pan tocaba y hacía reír el Sátiro en medio de las polillas y del festín

 

La serpiente siguió el zumbido de un mosquito que rondaba a las almas humanas y así el Corsario zarpó

en la ventisca ante las muchas narices

que olfatearon la gran nada

rugiendo entre las ondas deseosas de Tierra

 

¡Ea! Peces feroces, desde aquí ya veo las Siete Tierras de San Miguel, la punta de la Gran Piedra.

¡Abre las puertas de tus Aguas!

 

De inmediato el agua se alzó como una nevada

se evaporó con aquellos peces y viajeros que así

nunca saltaron con sus valijas hacia la ciudadela

enclavada en la gran montaña, meseta pedregosa

espinada por Palmas y Bejucos azulados, agrestes.

En los repliegues del torrente, el mar acunó el contorno

de la pequeña embarcación que asombrada zozobró—

 

 

 

VIII

Así

como los Saltimbanquis

 

Petrushka se deslizó

y deslizó delante de Panós

entre manzanas granadas

entre el día y la noche y una caipora saltó

súbita y la araña minúscula también se deslizó sin rumbo

a la manera mística manera aracné (muy en desuso)

ya que yo y Policarpo ahora entre piruetas y cabriolas

exhibíamos fantasías remolinos.

Nos sentábamos al tope del árbol

en circunspecta flor de loto

cónica mitra

vertiendo haces luminosos en revuelo

nueces

avellanas de tono castaño.

(el aire se caiporó se cachimbó, rodó

camaleón cambió de piel esta mañana, ahora es verdecito)

El pájaro vino con la lluvia dorada

entre las ciudadelas f l u c t i v a g a n d o

con las naves en la salina caraíba

que errantes subieron el río

a las cinco,

por la mañana de estos días—

 

 

 

IX

Santa Amábile y yo

Componemos versos, cosemos las camisolas

y nos adormecemos

 

descendemos del cielo por unas cinco horas y

ella vestía vestido blanco

y le cabían en las manos florecitas

azules y bajo el vestido siete sayas

de un tejido cuya levedad le otorgaba

un aire magnífico;

las manos, delicadas

envolvían un rebaño de insectos

bajo azaleas y extendióse en el suelo estelar

y bebió la humedad que emanaba

leve desde la tierra.

Permanecí así durando

el tiempo hasta el comienzo

hasta que una rata

atravesó

las horas al sumirse en la boca

de la noche donde Drákon erguíase

bajo un cielo claro.

Nanós danzaba entre algunos hongos-de-mar.

Leí el libro de las cosas sagradas

—scriptu nocturno— siete mil palabras

en estado líquido.

El terral soplaba desde lejos—

 

 

 

X

Aurora de la Luz, Tibia Venus Flor de Amor,

dos Pájaros Cantadores

 

donde volante el viento

el pez volador

descantaba

la

piedra-lázuli can-ta-baa-llá

y grullas sobrevolaban

grazia assoluta— anunciando

rosicler al manar

de ventanas donde

enanas blancas y también enanas rojas

encantaban a Polyedro

que sentado iba derramando

su canto nocturno

inundando las orejas-de-palo

entre hyphas

virides

y nicles y nientes.

Y venía ella, Aurora.

Corazón en forma de hoja y también cantaba:

dicen que enloqueció con un rosario entre los dedos—

—Zumba, zumba, nunca más, navegar ¿adónde?

 

 

 

XI

Bellatrix encuentra a Pólux,

Folletín cantado a la Perla Caprichosa

 

El siglo de las abejas abrió

delicada gasa

color de la hierba

el siglo de las abejas era color hierba

el siglo

color de hierba de abejas es delicado,

delicada gasa es la hierba

sobre las abejas

sobre las estrellas

y las estrellas son tan delicadas

cuando viajan acuedutos de azul celeste

dibujando cosas brillantes

cuentas de vidrio teñidas

carmín girando

esférica ligereza

revés, donde una cítara alisa a la poesía

cuya barriga se ve

acostada y corpulenta sobre el rojo.

Está redonda de hambre y trescientos arabescos

se multiplican

sonando y fluctuando

según el huso de su imponderable

 

Como el ojo hace, la perla giratoria acierta a la mosca,

desvía el cisco: colibrí nocturno sobre el blanco del

papel —

 

natalia

 

XII

Nocte:

Del velo misterioso

 

Paciente la araña sigue viaje

se-teje-un-solo-cuerpo-gordo

expuesto

en su tejido mundo

tela máscara moldeada,

costura abierta en los negros poros

retorcidos por el hueco.

Pilas de hojas al aire boreal,

campánulas de cristal oscilan, el herbario azulado

apaga el día.

La casa arde su penumbra

es calor nocturno entre ondulares,

velos blancos

y ángeles

dibujados entre los hilos hechos de nada y polvo.

Trabajo sagrado

pero termina el día

con sus fantasmas

el día se termina mapa

el día se termina libro, historia —

 

 

 

XIII

Sheep (in-folios) sheep

Aquí me despido

 

y Verónica lee el libro amarilloro

de donde saltan aves peces relámpagos sonidos.

Cinco o seis corderitos

se dan a la estampa.

Ella aferra todavía el segundo volumen del

Libro de los Pájaros con una mano.

Con la otra sostiene el Libro de Horas

de la Reina D. Leonor.

A veces el corazón de cera

y los ojos de un azul vidrioso

palpitan, vuelan al cielo.

Así la llamé Amora de los Ángeles —

 

 

Coloraurisonoros

 

antigua piedra de color oro y púrpura sonando al fondo del río Paz en las catedrales, fausto sentido el río pasando las hojas festejan. Y la estación es verte en el hambre de la tierra donde chispas el limo antiguo hasta que sea el tiempo de la áurea purpúrea rebelión

 

Salve N. S. De los Desterrados, nuestra tierra,

nuestro verbo, nuestra madre

 

Y el río, los animales, las flores, las piedras, el barro,

el fuego, el tiempo, las montañas, las aguas dulces

y saladas, los insectos, la vida, la muerte, el aire, las tormentas y el viento concluyeron, al final, la minúscula carta de navegación —

 

 

———————————————————————————————————————————

(poemas en su idioma original, portugués)

 

 

 

CORAURISSONOROS (2008)

[Antiga pedra cor de ouro e púrpura

soando ao fundo do rio]

 

Sobre minha cama levanta-se uma árvore

Heinrich Heine

 

 

Manual aos viajantes do sonho

 

I

Splendor Fulgores

 

o cavaleiro andante,

o cavaleiro andante atravessou o pântano entre madressilvas

e pedras marinhas entre sépalas esverdeadas e

liambas cintilantes cravejando

o chão do fim da tarde

margem e ouro que transborda horizonte

e cai ecoando longínquos rumores.

Vislumbrou o dia vestindo as primeiras lâminas

raios noturnos

as primeiras ramas no metal

áspero dissipando-se fumaça,

orvalho gotejante e leve.

 

Luzia talismat!

 

Sagaz o nosso cavaleiro

lavou os mirantes derramando uma zona de luz:

lembrou das niñas com aroma de alcaçuz

desfazendo novelos brancos e encarnados e escarlates

germinados da terra escura.

Gratialvíssima, a estrela do dia findou

anunciando a lua florestal

alumiando a cidade sobre as nuvens:

 

“Aqui estive sempre para ti e por onde passar um raio

de luz eu poderei passar também”

— Disse e dançou de satisfação ondeando

o veludo claro das nuvens

 

La poeta Jussara Salazar
La poeta Jussara Salazar

 

II

Pelagikós: Sobre as nuvens, a cidade

 

e sob a terra lamacenta e úmida

resvalei para o fundo do rio.

Olhavam-me olhos

os olhos de Frog Footman olhos de Frances Bean

acesos coaxavam:

cobain cobain cobain.

Do alto da Figueira-da-Índia eu vi

a cidade pousar suave vinda do céu.

Pelagikós. Antiga e submersa sobre as nuvens

visão alada as toutinegras em revoada

e a água, noturnando a plumagem furta-cor

lunaluzindo a paisagem sob meus olhos.

Retornei às tendas de Pãnjãbi,

aos cinco rios sagrados

derramados sob as noites almiscaradas

quando havia luz nas folhas

cuja leveza mascávamos

até a primeira aurora.

 

om mani padmé om

 

Rezou a terra deserta

atravessada pelo vento agreste cortando a pele.

Kaa,

a serpente das rochas,

vestiu o manto do bosque

 

 

 

III

O manto do bosque abriu suas asas,

 

três álulas lunares

três álulas

com fios luminosos nas

flores sob o manto sagrado de Tz’u-hsi.

Ela pairava em meio à fumaça branca

entre crianças naquela fotografia esmaecida

precisamente quando

o filósofo atravessou o vão tatuado com papoulas negras,

subiu até a porta do cômodo azul

e disse : (das wässer)

em sua língua real

a palavra síphon.

Filetes de água brotaram do chão

e o ar ecoou o canto das náiades.

Parábola mágica

alumbrou as cabras de pêlo longo

e os bois com corcova e chifres de cabrito montês.

E alumbrou

os muros caiados em volta da casa.

Caeleste luce.

Ayf

 

 

 

IV

Ayf ,

a ceifa

 

Mãe do verão, rés

o vegetal descanta o tempo.

Colher peixes bíblicos

na superfície da água

— o milagre

e ouvir o som do cravo

atrás do portão de ferro

quando a hora da sesta

guarda

o silêncio do poço.

Naquele tempo

eu me chamava Flora Marinha —

 

 

 

V

O rio nasceu comigo,

 

sua carne, suas guerras, seus ossos, os dentes, a seiva,

o suor e o sangue de seus veios molharam a erva

lavaram o

lenho e a pedra furada um dia me batizou.

Coral é meu nome num abrir e fechar de olhos e o meu

rebanho poroso mergulha e emerge soando ao

fundo do rio,

—T-e(ra)-porang-a!

A urumbeva

A mururé

As ninféias

O cravo-da-índia

A ambrósia

O umbu, os espinhos-de-jerusalém

A rosa-canina, a camélia

Os mimos-de-vênus

As candelárias e os cavalos selvagens

assim floraram —

Árvores brancas

em forma de lua

papéis com vestidos desenhados

vestidos cor de chuva

uma lua

em forma de lua

deuses flutuando

ao vento sussurraram palavras mágicas em sua

diminuta língua.

Com assombro o bosque

cobriu a terra escura do jardim.

Las clavelinas blancas, púrpuras, lises

y ninguém y tudo como um mar infinito—

 

 capa-livro-corau

 

VI

Flora Marinha

 

Por que o mar tanto chora?

Flórula.

E o amor?

Flos Santório, um coro de vozes ecoou ao fundo

da capela sagrada infestando a umbra:

Li sobre a porta de entrada, sobre os véus tecidos em

meu ventre — a insígnia de aqueronte — inférus rivu

……………………Orco, fogo e fome

 

“Toma estoraque, onicha e gálbano, de cada uma delas

tomarás peso igual; 35 e farás incenso, temperado com sal, puro e santo; 36 e uma parte dele reduzirás a pó e o porás diante do testemunho, na tenda da revelação onde eu virei a ti; coisa santíssima vos será. 37 Ora, o incenso que fareis conforme essa composição, não o fareis para vós mesmos; santo vos será para o Senhor”

disse a Voz ofertando esse canto de amor às filhas do Sol

 

As ramas desceram da árula branquíssima

— orbe com pezinhos de ouro, esfumato na névoa

lavaram o céu da noite derretida em chuvas

e chorou o açaí desfeito em meio ao nenúfar.

 

Obreyro silencioso, o dia ardente nada sabia

E o tempo limou, revirou a chão da arvoragem espessa

deitou açaflores no sonho e voou

na algaravia dos pássaros na língua do dia

que começou no alguidar entre os grãos derramados,

aura passarinhagem ao sol.

Então ouvi: Trindade, já são horas de ir —

 

 

 

VII

A Nau dos loucos

 

“Alto lá anão!, falei. Ou eu ou tu!”

A barquinha parecia não conseguir abrigar aquela legião. Uns cantavam arquilóquios, tentavam dobrar o grande rio, espremiam-se, acotovelando-se — Senhor Flores Latão, poderia ceder-me um espácio que seja?

— Real Senhora Árvore, Gentil Senhor Pássaro, Alvíssima Senhora Nuvem…A maré de prata umedecia as botas do Príncipe, coisa fina. Agarrava-se a infanta Inês com fervor ao seu romance de capa e espada enquanto garantia seu lugar ali ao lado esquerdo do trepidante e enlouquecido batel. O velho Pã tocava e fazia rir o Sátiro, em meio às traças e ao festim

 

A serpente acompanhou o zumbido de um mosquito que rondava as almas humanas e assim o Corsário zarpou na rajada de ar fresco diante dos muitos narizes

que farejaram o grande nada rugindo entre as vagas desejosas de Terra

 

Eia! Peixes ferozes, daqui já vejo

as Sete Terras de São Miguel, a ponta da Grande Pedra.

Abre as portas das tuas Águas!

 

Imediatamente a água levantou como uma nevoaça

evaporou com aqueles peixes e viajantes que assim

nunca saltaram com suas valises para a cidadela

cravada na grande montanha, tabuleiro pedregoso

espinhado por Palmas e Cipós azulados, agrestes.

Na torrente dobrando-se, o mar embalou o contorno

da pequena embarcação que assombrada soçobrou —

 

 

 

VIII

Assim

como os Saltimbancos

 

Petrushka deslizou

e deslizou diante de Panós

entre maçãs romanas

entre o dia e a noite e uma caipora saltou

súbita e a aranha minúscula também deslizou sem rumo

à maneira mística maneira aracne (muito em desuso)

já que eu e Policarpo agora entre piruetas e cabriolas

exibíamos mirabolares remolinos.

Sentávamo-nos ao topo da árvore

em circunspecta flor de lótus

cônica mitra

vertendo feixes luminosos em revoada

nozes,

abelas em tom castanho

(o ar caiporou cachimbou, rolou —

papa-vento trocou de pele indessa manhã, agoré verdinho)

O pássaro veio com a chuva dourada

entre as cidadelas f l u t i v a g a n d o

com as naus na salsugem caraíba

que errantes subiram o rio

às cinco,

pela manhã desses dias —

 

 

 

IX

Santa Amábile e eu

versejamos, cosemos as camisolas e adormecemos

 

descemos do céu lá por cinco horas e

ela vestia vestido branco

e cabiam-lhe nas mãos frorezinhas

azuis e sob o vestido sete saias

de um tecido cuja leveza davam-lhe

um ar magnífico;

as mãos, delicadas

envolviam um rebanho de insetos

sob azaléias e estendeu-se ao chão estelar

e bebeu a umidade que emanava

leve da terra.

Permaneci assim durando

o tempo até o começo

até que um rato

foi atravessar

as horas e sumir na boca

da noite onde Drákon erguia-se

sob um céu claro.

Nanós dançava entre alguns cogumelos-do-mar.

Li o livro das coisas sagradas

— scriptu noturno — sete mil palavras

em estado líquido.

O terral assoprava de longe —

 

 

 

X

Aurora da Luz, Tíbia Vênus Flor do Amor,

dos Pássaros Cantadores

 

donde volans o vento

o peixe voante

des-cantava

a

pedra-lipes can-ta-va-lá

e grous sobrevoavam

grazia assoluta —, anunciando

rosicler a manar

de janelas onde

anãs brancas e também as anãs vermelhas

encantavam Polyedro

que sentado ia derramando

seu canto noturno

inundando as orelhas-de-pau

entre hyphas

virides

e nicles y nientes.

E vinha ela, Aurora.

Coração em forma de folha e também cantava

e dizem, enlouqueceu com um terço entre os dedos —

— Zoa, zoa, nunca mais, navegar pra onde?

 

 

 

XI

Bellatrix encontra Pólux:

Folhetim cantado à Pérola Caprichosa

 

O siglo das abelhas abriu

delicado ponjê

cor da relva

o siglo das abelhas era cor da relva

o siglo

cor da relva das abelhas é delicado,

é delicado ponjê sobre a relva

sobre as abelhas

sobre as estrelas

e estrelas são tão delicadas

quando viajam aquedutos da cor azul celeste

desenhando coisas brilhantes

contas de vidro tingidas

carmim girando

esférica leveza

revés, onde uma cítara alisa a poesia

cuja barriga vê-se

deitada e corpulenta sobre o vermelho.

Está redonda de fome e trezentos arabescos

multiplicam-se

sonando e flutuando

ao fuso do seu imponderável

 

Como o olho faz, a pérola rodopia acerta a mosca,

desvia o cisco: é colibri noturno sobre o branco do

papel —

 

fia

 

XII

Nocte:

Do véu misterioso

 

Paciente a aranha segue viagem

tece-se-um-só-corpo-gordo

exposto

em sua teia mundo

tela máscara moldada,

costura aberta nos negros poros

contorcidos pelo oco.

Pilhas de folhas ao ar boreal,

campânulas de cristal oscilam, o herbarium azulado

apaga o dia.

A casa arde sua umbra

é calor noturno entre ondulações

véus brancos

e anjos

desenhados entre fios feitos de nada e pó.

Trabalho sagrado

mas o dia finda

com seus fantasmas

o dia finda-se mapa

o dia finda-se livro, história —

 

 

 

XIII

Sheep (in-fólios) sheep

Aqui me despeço

 

e Verônica lê o livro amarelo-ouro,

de onde saltam aves, peixes, relâmpagos e sons.

Cinco ou seis cordeirinhos

dão-se à estampa.

Ela carrega ainda o segundo volume do

Livro dos Pássaros em uma mão.

Sobre a outra sustenta o Livro das Horas

da Rainha D. Leonor.

Às vezes o coração de cera

e os olhos de um azul vidro

palpitam, voam para o céu.

Assim, chamei-a Amora dos Anjos —

 

 

Coraurissonoros

 

antiga pedra cor de ouro e púrpura soando ao fundo do rio

Paz nas catedrais, fausto senso o rio passando as folhas festejam. E a estação é ver-te na fome da terra onde chispas o limo antigo at que seja o tempo da áurea púrpura rebelião

 

Salve N. S. Dos Degredados, nossa terra,

nosso verbo, nossa mãe

 

E o rio, os animais, as flores, as pedras, o lodo, o fogo,

o tempo, as montanhas, as águas doces e salgadas,

os insetos, a vida, a morte, o ar, as tempestades e o vento concluíram, ao final, a minúscula carta de navegação —

 

 

 

 

 

*(Pernambuco-Brasil, 1959). Poeta, escritora y artista visual. Magister en Estudios Literarios por la Universidad Federal de Paraná (Brasil) y doctora en Comunicación y Semiótica por la PUC / São Paulo (Brasil). Ha publicado en poesía Inscritos da casa de Alice (1999), Baobá, poemas Leticia Volpi (2002), Natalia (2004), Coraurissonoros (2008), Carpideiras (2011), O gato de porcelana, o peixe de cera e as coníferas (2014) y Fia (2016).

 

 

 

*(Pernambuco-Brasil, 1959). Poeta, escritora e artista visual. Mestre em Estudos Literários pela Universidade Federal do Paraná (Brasil) e doutora em Comunicação e Semiótica pela PUC/São Paulo (Brasil). Publicou Inscritos da casa de Alice (1999), Baobá, poemas de Leticia Volpi (2002), Natália (2004), Coraurissonoros (2008), Carpideiras (2011), O gato de porcelana, o peixe de cera e as coníferas (2014) e Fia (2016).

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