Por Jussara Salazar*
Curador de la muestra Fabrício Marques
Traducción al español por Reynaldo Jiménez
Crédito de la foto (izq.) Joao Urban /
(der.) Ed. Tsé Tsé
Coloraurisonoros (2008)
[Antigua piedra color de oro y púrpura
sonando al fondo del río]
Sobre mi cama se alza un árbol
Heinrich Heine
Manual para viajeros del sueño
I
Splendor Fulgores
el caballero andante,
el caballero andante atravesó el pantano entre madreselvas
y piedras marinas entre sépalos reverdecidos y
cáñamos cintilantes incrustando
el suelo del atardecer,
margen y oro que transporta horizonte
y cae resonando lejanos rumores.
Vislumbró el día vistiendo las primeras láminas,
rayos nocturnos
las primeras ramas en el metal
áspero disipándose neblina,
rocío goteante y leve.
Luzia talismat!
Sagaz nuestro caballero
lavó los miradores derramando una zona de luz:
recordó a las niñas con aroma de alcazuz
deshaciendo ovillos blancos y encarnados y escarlatas
germinados de la tierra oscura.
Gratialbísima, la estrella del día se afinó
al anunciar la luna forestal
al alumbrar la ciudad sobre las nubes:
“Aquí estuve siempre para ti y por donde pase un rayo
de luz también podré pasar”
—Dijo y danzó con satisfacción ondulando
el terciopelo claro de las nubes
II
Pelagikós: Sobre las nubes, la ciudad
y bajo la tierra cenagosa y húmeda
resbalé hacia el fondo del río.
Mirábanme ojos
los ojos de Frog Footman ojos de Frances Bean
encendidos croaban:
cobain cobain cobain.
De lo alto de la Higuera-de la-India vi
posarse suave a la ciudad venida del cielo.
Pelagikós. Antigua y sumergida sobre las nubes,
visión alada los mirlos en revuelo
y el agua, nocturnando el plumaje hurtacolor
lunaluciendo el paisaje bajo mis ojos.
Regresé a las tiendas de Pãnjãbi,
a los cinco ríos sagrados
derramados bajo las noches almizcladas
cuando había luz en las hojas
cuya ligereza mascábamos
hasta la primera aurora.
om mani padme om
Rezó la tierra desierta
atravesada por el viento agreste cortando la piel.
Kaa,
la serpiente de las rocas,
vistió el manto del bosque
III
El manto del bosque abrió sus alas,
tres álulas lunares
tres álulas
con hilos luminosos en las
flores bajo el sagrado manto de Tz’u-hi.
Ella parada en medio de la humareda blanca
entre criaturas en aquella fotografía desvaída
precisamente cuando
el filósofo atravesó el vano tatuado con amapolas negras,
subió hasta la puerta de la cómoda azul
y dijo : (das wässer)
en su lengua real
la palabra síphon.
Hilachas de agua brotaron del suelo
y el aire resonó el canto de las náyades.
La parábola mágica
alumbró a las cabras de pelo largo
y a los bueyes con joroba y cuernos de cabrito montés.
Y alumbró
los muros blanqueados a la vuelta de casa.
Caeleste luce.
IV
Ayf ,
la siega
Madre del verano, res
el vegetal descanta el tiempo.
Atrapar peces bíblicos
en la superficie del agua
— el milagro
y oír el clavo
tras el portón de hierro
cuando la hora de la siesta
guarda
el silencio del pozo.
En aquel tiempo
me llamaba Flora Marina—
V
El río nació conmigo,
su carne, sus guerras, sus huesos, los dientes, la saliva,
el sudor y la sangre de sus venas mojaron la hierba
lavaron el
leño y la piedra agujereada un día me bautizó.
Coral es mi nombre en un abrir y cerrar de ojos y mi
rebaño poroso se sumerge y emerge sonando al
fondo del río,
—¡T-e(ra)-porang-a!
La urumbeva
La mururé
Las ninfeas
El clavel de la India
La ambrosía
El umbu, los espinos de Jerusalén
El escaramujo, la camelia
Los mimos de Venus
Las candelarias y los potros
así afloraron—
Árboles blancos
en forma de luna
papeles con vestidos dibujados
vestidos color lluvia
una luna
en forma de luna
dioses flotando
al viento susurran palabras mágicas en su
diminuta lengua.
Con asombro el bosque
cubrió la tierra oscura del jardín.
Las clavelinas blancas, púrpuras, lises
y nadie y todo como un mar infinito—
VI
Flora Marina
¿Por qué el mar llora tanto?
Flórula.
¿Y el amor?
Flos Santorio, un coro de voces resonó al fondo
de la capilla sagrada infestando la penumbra:
Leí sobre la puerta de entrada, sobre los velos tejidos
en mi vientre— la insignia de aqueronte— inferus rivu
…………………..Orco, fuego y hambre
“Toma benjuí, olíbano y mirra, de cada cual tomarás
igual peso; 35 y harás incienso, condimentado con sal,
puro y santo; 36 y una parte de éste a polvo la reducirás
y le pondrás delante del testimonio, en la tienda de la revelación donde giré hacia ti; cosa santíssima seréis. 37 Ora, el incienso que haréis conforme esta composición, no lo haréis para vosotros mismos;
santos vos seréis para el Señor” —dice la Voz ofreciendo este canto de amor a las hijas del Sol
Las ramas descendieron del ara blanquísima
—orbe con pececitos de oro, sfumato en la niebla
lavaron el cielo de la noche derretida en lluvias
y lloró el palmito deshecho en medio del nenúfar.
Obrero silencioso, el día ardiente nada sabía
Y el tiempo limó, reviró el suelo del arbolaje espeso
derramó azaflores en el sueño y voló
con la algarabía de los pájaros con la lengua del día
que comenzó en la tinaja entre los granos derramados,
aura pajarinaje al sol.
Entonces oí: Trinidad, ya es hora de ir—
VII
La Nave de los locos,
“¡Alto ahí, enano!», hablé. «¡O tú o yo!”
La barquita parecía no poder abrigar a aquella legión.
Unos cantaban arquiloquios, intentaban doblar el gran río, se premian, acodándose —Señor Flores Latón,
¿podría cederme el espacio que sea?
—Real Señor Árbol, Gentil Señor Pájaro, Albísima
Señora Nube…La marea de plata humedecía las botas del Príncipe, cosa fina. Se aferraba la infanta Inés con fervor a su romance de capa y espada mientras aseguraba su lugar allí al lado izquierdo del trepidante bote enloquecido. El viejo Pan tocaba y hacía reír el Sátiro en medio de las polillas y del festín
La serpiente siguió el zumbido de un mosquito que rondaba a las almas humanas y así el Corsario zarpó
en la ventisca ante las muchas narices
que olfatearon la gran nada
rugiendo entre las ondas deseosas de Tierra
¡Ea! Peces feroces, desde aquí ya veo las Siete Tierras de San Miguel, la punta de la Gran Piedra.
¡Abre las puertas de tus Aguas!
De inmediato el agua se alzó como una nevada
se evaporó con aquellos peces y viajeros que así
nunca saltaron con sus valijas hacia la ciudadela
enclavada en la gran montaña, meseta pedregosa
espinada por Palmas y Bejucos azulados, agrestes.
En los repliegues del torrente, el mar acunó el contorno
de la pequeña embarcación que asombrada zozobró—
VIII
Así
como los Saltimbanquis
Petrushka se deslizó
y deslizó delante de Panós
entre manzanas granadas
entre el día y la noche y una caipora saltó
súbita y la araña minúscula también se deslizó sin rumbo
a la manera mística manera aracné (muy en desuso)
ya que yo y Policarpo ahora entre piruetas y cabriolas
exhibíamos fantasías remolinos.
Nos sentábamos al tope del árbol
en circunspecta flor de loto
cónica mitra
vertiendo haces luminosos en revuelo
nueces
avellanas de tono castaño.
(el aire se caiporó se cachimbó, rodó —
camaleón cambió de piel esta mañana, ahora es verdecito)
El pájaro vino con la lluvia dorada
entre las ciudadelas f l u c t i v a g a n d o
con las naves en la salina caraíba
que errantes subieron el río
a las cinco,
por la mañana de estos días—
IX
Santa Amábile y yo
Componemos versos, cosemos las camisolas
y nos adormecemos
descendemos del cielo por unas cinco horas y
ella vestía vestido blanco
y le cabían en las manos florecitas
azules y bajo el vestido siete sayas
de un tejido cuya levedad le otorgaba
un aire magnífico;
las manos, delicadas
envolvían un rebaño de insectos
bajo azaleas y extendióse en el suelo estelar
y bebió la humedad que emanaba
leve desde la tierra.
Permanecí así durando
el tiempo hasta el comienzo
hasta que una rata
atravesó
las horas al sumirse en la boca
de la noche donde Drákon erguíase
bajo un cielo claro.
Nanós danzaba entre algunos hongos-de-mar.
Leí el libro de las cosas sagradas
—scriptu nocturno— siete mil palabras
en estado líquido.
El terral soplaba desde lejos—
X
Aurora de la Luz, Tibia Venus Flor de Amor,
dos Pájaros Cantadores
donde volante el viento
el pez volador
descantaba
la
piedra-lázuli can-ta-baa-llá
y grullas sobrevolaban
—grazia assoluta— anunciando
rosicler al manar
de ventanas donde
enanas blancas y también enanas rojas
encantaban a Polyedro
que sentado iba derramando
su canto nocturno
inundando las orejas-de-palo
entre hyphas
virides
y nicles y nientes.
Y venía ella, Aurora.
Corazón en forma de hoja y también cantaba:
dicen que enloqueció con un rosario entre los dedos—
—Zumba, zumba, nunca más, navegar ¿adónde?
XI
Bellatrix encuentra a Pólux,
Folletín cantado a la Perla Caprichosa
El siglo de las abejas abrió
delicada gasa
color de la hierba
el siglo de las abejas era color hierba
el siglo
color de hierba de abejas es delicado,
delicada gasa es la hierba
sobre las abejas
sobre las estrellas
y las estrellas son tan delicadas
cuando viajan acuedutos de azul celeste
dibujando cosas brillantes
cuentas de vidrio teñidas
carmín girando
esférica ligereza
revés, donde una cítara alisa a la poesía
cuya barriga se ve
acostada y corpulenta sobre el rojo.
Está redonda de hambre y trescientos arabescos
se multiplican
sonando y fluctuando
según el huso de su imponderable
Como el ojo hace, la perla giratoria acierta a la mosca,
desvía el cisco: colibrí nocturno sobre el blanco del
papel —
XII
Nocte:
Del velo misterioso
Paciente la araña sigue viaje
se-teje-un-solo-cuerpo-gordo
expuesto
en su tejido mundo
tela máscara moldeada,
costura abierta en los negros poros
retorcidos por el hueco.
Pilas de hojas al aire boreal,
campánulas de cristal oscilan, el herbario azulado
apaga el día.
La casa arde su penumbra
es calor nocturno entre ondulares,
velos blancos
y ángeles
dibujados entre los hilos hechos de nada y polvo.
Trabajo sagrado
pero termina el día
con sus fantasmas
el día se termina mapa
el día se termina libro, historia —
XIII
Sheep (in-folios) sheep
Aquí me despido
y Verónica lee el libro amarilloro
de donde saltan aves peces relámpagos sonidos.
Cinco o seis corderitos
se dan a la estampa.
Ella aferra todavía el segundo volumen del
Libro de los Pájaros con una mano.
Con la otra sostiene el Libro de Horas
de la Reina D. Leonor.
A veces el corazón de cera
y los ojos de un azul vidrioso
palpitan, vuelan al cielo.
Así la llamé Amora de los Ángeles —
Coloraurisonoros
antigua piedra de color oro y púrpura sonando al fondo del río Paz en las catedrales, fausto sentido el río pasando las hojas festejan. Y la estación es verte en el hambre de la tierra donde chispas el limo antiguo hasta que sea el tiempo de la áurea purpúrea rebelión
Salve N. S. De los Desterrados, nuestra tierra,
nuestro verbo, nuestra madre
Y el río, los animales, las flores, las piedras, el barro,
el fuego, el tiempo, las montañas, las aguas dulces
y saladas, los insectos, la vida, la muerte, el aire, las tormentas y el viento concluyeron, al final, la minúscula carta de navegación —
———————————————————————————————————————————
(poemas en su idioma original, portugués)
CORAURISSONOROS (2008)
[Antiga pedra cor de ouro e púrpura
soando ao fundo do rio]
Sobre minha cama levanta-se uma árvore
Heinrich Heine
Manual aos viajantes do sonho
I
Splendor Fulgores
o cavaleiro andante,
o cavaleiro andante atravessou o pântano entre madressilvas
e pedras marinhas entre sépalas esverdeadas e
liambas cintilantes cravejando
o chão do fim da tarde
margem e ouro que transborda horizonte
e cai ecoando longínquos rumores.
Vislumbrou o dia vestindo as primeiras lâminas
raios noturnos
as primeiras ramas no metal
áspero dissipando-se fumaça,
orvalho gotejante e leve.
Luzia talismat!
Sagaz o nosso cavaleiro
lavou os mirantes derramando uma zona de luz:
lembrou das niñas com aroma de alcaçuz
desfazendo novelos brancos e encarnados e escarlates
germinados da terra escura.
Gratialvíssima, a estrela do dia findou
anunciando a lua florestal
alumiando a cidade sobre as nuvens:
“Aqui estive sempre para ti e por onde passar um raio
de luz eu poderei passar também”
— Disse e dançou de satisfação ondeando
o veludo claro das nuvens
II
Pelagikós: Sobre as nuvens, a cidade
e sob a terra lamacenta e úmida
resvalei para o fundo do rio.
Olhavam-me olhos
os olhos de Frog Footman olhos de Frances Bean
acesos coaxavam:
cobain cobain cobain.
Do alto da Figueira-da-Índia eu vi
a cidade pousar suave vinda do céu.
Pelagikós. Antiga e submersa sobre as nuvens
visão alada as toutinegras em revoada
e a água, noturnando a plumagem furta-cor
lunaluzindo a paisagem sob meus olhos.
Retornei às tendas de Pãnjãbi,
aos cinco rios sagrados
derramados sob as noites almiscaradas
quando havia luz nas folhas
cuja leveza mascávamos
até a primeira aurora.
om mani padmé om
Rezou a terra deserta
atravessada pelo vento agreste cortando a pele.
Kaa,
a serpente das rochas,
vestiu o manto do bosque
III
O manto do bosque abriu suas asas,
três álulas lunares
três álulas
com fios luminosos nas
flores sob o manto sagrado de Tz’u-hsi.
Ela pairava em meio à fumaça branca
entre crianças naquela fotografia esmaecida
precisamente quando
o filósofo atravessou o vão tatuado com papoulas negras,
subiu até a porta do cômodo azul
e disse : (das wässer)
em sua língua real
a palavra síphon.
Filetes de água brotaram do chão
e o ar ecoou o canto das náiades.
Parábola mágica
alumbrou as cabras de pêlo longo
e os bois com corcova e chifres de cabrito montês.
E alumbrou
os muros caiados em volta da casa.
Caeleste luce.
Ayf
IV
Ayf ,
a ceifa
Mãe do verão, rés
o vegetal descanta o tempo.
Colher peixes bíblicos
na superfície da água
— o milagre
e ouvir o som do cravo
atrás do portão de ferro
quando a hora da sesta
guarda
o silêncio do poço.
Naquele tempo
eu me chamava Flora Marinha —
V
O rio nasceu comigo,
sua carne, suas guerras, seus ossos, os dentes, a seiva,
o suor e o sangue de seus veios molharam a erva
lavaram o
lenho e a pedra furada um dia me batizou.
Coral é meu nome num abrir e fechar de olhos e o meu
rebanho poroso mergulha e emerge soando ao
fundo do rio,
—T-e(ra)-porang-a!
A urumbeva
A mururé
As ninféias
O cravo-da-índia
A ambrósia
O umbu, os espinhos-de-jerusalém
A rosa-canina, a camélia
Os mimos-de-vênus
As candelárias e os cavalos selvagens
assim floraram —
Árvores brancas
em forma de lua
papéis com vestidos desenhados
vestidos cor de chuva
uma lua
em forma de lua
deuses flutuando
ao vento sussurraram palavras mágicas em sua
diminuta língua.
Com assombro o bosque
cobriu a terra escura do jardim.
Las clavelinas blancas, púrpuras, lises
y ninguém y tudo como um mar infinito—
VI
Flora Marinha
Por que o mar tanto chora?
Flórula.
E o amor?
Flos Santório, um coro de vozes ecoou ao fundo
da capela sagrada infestando a umbra:
Li sobre a porta de entrada, sobre os véus tecidos em
meu ventre — a insígnia de aqueronte — inférus rivu
……………………Orco, fogo e fome
“Toma estoraque, onicha e gálbano, de cada uma delas
tomarás peso igual; 35 e farás incenso, temperado com sal, puro e santo; 36 e uma parte dele reduzirás a pó e o porás diante do testemunho, na tenda da revelação onde eu virei a ti; coisa santíssima vos será. 37 Ora, o incenso que fareis conforme essa composição, não o fareis para vós mesmos; santo vos será para o Senhor”
— disse a Voz ofertando esse canto de amor às filhas do Sol
As ramas desceram da árula branquíssima
— orbe com pezinhos de ouro, esfumato na névoa
lavaram o céu da noite derretida em chuvas
e chorou o açaí desfeito em meio ao nenúfar.
Obreyro silencioso, o dia ardente nada sabia
E o tempo limou, revirou a chão da arvoragem espessa
deitou açaflores no sonho e voou
na algaravia dos pássaros na língua do dia
que começou no alguidar entre os grãos derramados,
aura passarinhagem ao sol.
Então ouvi: Trindade, já são horas de ir —
VII
A Nau dos loucos
“Alto lá anão!, falei. Ou eu ou tu!”
A barquinha parecia não conseguir abrigar aquela legião. Uns cantavam arquilóquios, tentavam dobrar o grande rio, espremiam-se, acotovelando-se — Senhor Flores Latão, poderia ceder-me um espácio que seja?
— Real Senhora Árvore, Gentil Senhor Pássaro, Alvíssima Senhora Nuvem…A maré de prata umedecia as botas do Príncipe, coisa fina. Agarrava-se a infanta Inês com fervor ao seu romance de capa e espada enquanto garantia seu lugar ali ao lado esquerdo do trepidante e enlouquecido batel. O velho Pã tocava e fazia rir o Sátiro, em meio às traças e ao festim
A serpente acompanhou o zumbido de um mosquito que rondava as almas humanas e assim o Corsário zarpou na rajada de ar fresco diante dos muitos narizes
que farejaram o grande nada rugindo entre as vagas desejosas de Terra
Eia! Peixes ferozes, daqui já vejo
as Sete Terras de São Miguel, a ponta da Grande Pedra.
Abre as portas das tuas Águas!
Imediatamente a água levantou como uma nevoaça
evaporou com aqueles peixes e viajantes que assim
nunca saltaram com suas valises para a cidadela
cravada na grande montanha, tabuleiro pedregoso
espinhado por Palmas e Cipós azulados, agrestes.
Na torrente dobrando-se, o mar embalou o contorno
da pequena embarcação que assombrada soçobrou —
VIII
Assim
como os Saltimbancos
Petrushka deslizou
e deslizou diante de Panós
entre maçãs romanas
entre o dia e a noite e uma caipora saltou
súbita e a aranha minúscula também deslizou sem rumo
à maneira mística maneira aracne (muito em desuso)
já que eu e Policarpo agora entre piruetas e cabriolas
exibíamos mirabolares remolinos.
Sentávamo-nos ao topo da árvore
em circunspecta flor de lótus
cônica mitra
vertendo feixes luminosos em revoada
nozes,
abelas em tom castanho
(o ar caiporou cachimbou, rolou —
papa-vento trocou de pele indessa manhã, agoré verdinho)
O pássaro veio com a chuva dourada
entre as cidadelas f l u t i v a g a n d o
com as naus na salsugem caraíba
que errantes subiram o rio
às cinco,
pela manhã desses dias —
IX
Santa Amábile e eu
versejamos, cosemos as camisolas e adormecemos
descemos do céu lá por cinco horas e
ela vestia vestido branco
e cabiam-lhe nas mãos frorezinhas
azuis e sob o vestido sete saias
de um tecido cuja leveza davam-lhe
um ar magnífico;
as mãos, delicadas
envolviam um rebanho de insetos
sob azaléias e estendeu-se ao chão estelar
e bebeu a umidade que emanava
leve da terra.
Permaneci assim durando
o tempo até o começo
até que um rato
foi atravessar
as horas e sumir na boca
da noite onde Drákon erguia-se
sob um céu claro.
Nanós dançava entre alguns cogumelos-do-mar.
Li o livro das coisas sagradas
— scriptu noturno — sete mil palavras
em estado líquido.
O terral assoprava de longe —
X
Aurora da Luz, Tíbia Vênus Flor do Amor,
dos Pássaros Cantadores
donde volans o vento
o peixe voante
des-cantava
a
pedra-lipes can-ta-va-lá
e grous sobrevoavam
— grazia assoluta —, anunciando
rosicler a manar
de janelas onde
anãs brancas e também as anãs vermelhas
encantavam Polyedro
que sentado ia derramando
seu canto noturno
inundando as orelhas-de-pau
entre hyphas
virides
e nicles y nientes.
E vinha ela, Aurora.
Coração em forma de folha e também cantava
e dizem, enlouqueceu com um terço entre os dedos —
— Zoa, zoa, nunca mais, navegar pra onde?
XI
Bellatrix encontra Pólux:
Folhetim cantado à Pérola Caprichosa
O siglo das abelhas abriu
delicado ponjê
cor da relva
o siglo das abelhas era cor da relva
o siglo
cor da relva das abelhas é delicado,
é delicado ponjê sobre a relva
sobre as abelhas
sobre as estrelas
e estrelas são tão delicadas
quando viajam aquedutos da cor azul celeste
desenhando coisas brilhantes
contas de vidro tingidas
carmim girando
esférica leveza
revés, onde uma cítara alisa a poesia
cuja barriga vê-se
deitada e corpulenta sobre o vermelho.
Está redonda de fome e trezentos arabescos
multiplicam-se
sonando e flutuando
ao fuso do seu imponderável
Como o olho faz, a pérola rodopia acerta a mosca,
desvia o cisco: é colibri noturno sobre o branco do
papel —
XII
Nocte:
Do véu misterioso
Paciente a aranha segue viagem
tece-se-um-só-corpo-gordo
exposto
em sua teia mundo
tela máscara moldada,
costura aberta nos negros poros
contorcidos pelo oco.
Pilhas de folhas ao ar boreal,
campânulas de cristal oscilam, o herbarium azulado
apaga o dia.
A casa arde sua umbra
é calor noturno entre ondulações
véus brancos
e anjos
desenhados entre fios feitos de nada e pó.
Trabalho sagrado
mas o dia finda
com seus fantasmas
o dia finda-se mapa
o dia finda-se livro, história —
XIII
Sheep (in-fólios) sheep
Aqui me despeço
e Verônica lê o livro amarelo-ouro,
de onde saltam aves, peixes, relâmpagos e sons.
Cinco ou seis cordeirinhos
dão-se à estampa.
Ela carrega ainda o segundo volume do
Livro dos Pássaros em uma mão.
Sobre a outra sustenta o Livro das Horas
da Rainha D. Leonor.
Às vezes o coração de cera
e os olhos de um azul vidro
palpitam, voam para o céu.
Assim, chamei-a Amora dos Anjos —
Coraurissonoros
antiga pedra cor de ouro e púrpura soando ao fundo do rio
Paz nas catedrais, fausto senso o rio passando as folhas festejam. E a estação é ver-te na fome da terra onde chispas o limo antigo at que seja o tempo da áurea púrpura rebelião
Salve N. S. Dos Degredados, nossa terra,
nosso verbo, nossa mãe
E o rio, os animais, as flores, as pedras, o lodo, o fogo,
o tempo, as montanhas, as águas doces e salgadas,
os insetos, a vida, a morte, o ar, as tempestades e o vento concluíram, ao final, a minúscula carta de navegação —
*(Pernambuco-Brasil, 1959). Poeta, escritora y artista visual. Magister en Estudios Literarios por la Universidad Federal de Paraná (Brasil) y doctora en Comunicación y Semiótica por la PUC / São Paulo (Brasil). Ha publicado en poesía Inscritos da casa de Alice (1999), Baobá, poemas Leticia Volpi (2002), Natalia (2004), Coraurissonoros (2008), Carpideiras (2011), O gato de porcelana, o peixe de cera e as coníferas (2014) y Fia (2016).