Por: Tarso de Melo
Curador de la muestra: Fabrício Marques
Traducción: Joan Navarro
Revisión: Veronika Paulics
13 + 1 poemas de Tarso de Melo
POÉTICAS (1)
para Reynaldo Damazio, por Gelman
“Va a sus versos como quien va a su cueva” (Juan Gelman)
De donde caen las voces que hablan en el poema,
cae también un poco de silencio. Y ganas
de dar nombre al silencio, a lo que huye bajo lo que es dicho,
a lo que queda amarrado en las palabras que lo sustentan
– el poema, enterrado en la cueva del poema, nombrado
e innombrable. Más allá de las palabras, en la carne –
cerne – del sentido, como un dolor. O su hambre.
Como lo que viene a la cabeza – roe la memoria y parte.
Parte en parte. Lo que va al poema es pálida sombra
de lo que queda en los huesos. Grabado, en fiebre, incrustado.
Lo que es dicho se hace de las palabras que uno – con los días,
alguna pasión y sus armas – salva de allí. Y reparte
incontrolable, viento alrededor de sí mismo, agua entre
los dedos, sueño y llama, “árbol sin hojas que da sombra”.
Lo que se ha de decir escapa: cruza el río de palabras
y llega, cada vez más seco, a la otra orilla.
METAL
cada día un poco de la mano se queda en las palancas,
los cabellos se incorporan a los engranajes, renacen
sus dientes en las roldanas, manivelas instigan
y después sorben sus músculos, la boca de la máquina
escupe brazos, piernas, grita su canción monótona,
el sudor lubrifica las poleas, hierve los surcos del tornillo
(ideas ahora son de acero, el sueño vive en el aluminio)
el día entero se consume en ese trueque;
gastada, la vida
en breve cruzará la ciudad deshecha en cien caballos,
en brasa, trocada por mil quinientas cilindradas
CASA
en el piso que imagino
entre este cuarto del mundo
y un cielo cualquiera
nace a veces
impaciente
una flor que se rebela
y rechaza los favores
de la belleza
y de la tierra firme
hay una flor
que enseña (lección,
golpe, fábula)
mientras desprecia
uno a uno
sus pétalos
BANGLADESH 24042013
la foto final, el último aliento,
nervios entre vigas (vida, no oso,
no oigo), la sangre hermanada
con el hormigón, el amor bajo el polvo,
sueños bajo los escombros: fue la última
vez en que mi cuerpo supo el suyo,
fue la primera vez en que nosotros fuimos
sólo cuerpo, sólo cuerpos, nosotros
que antes éramos acero y músculos,
músculos y acero ahora envolvemos el polvo
de lo que éramos, el polvo de lo que fuimos,
mil como nosotros abrazados a la muerte,
tejidos ahora a lo que tejíamos,
nuestra ropas y las ropas en que
nos convertimos, ahora que nuestro amor
se llama muerte, ahora que nuestro
mundo es aún menor, sólo nosotros,
nuestro polvo, un nudo entre nosotros y todo.
LAS MUERTES DE OSCAR
104, casi 105 años llevando consigo sus muertos
104, casi 105 años guardando la muerte para después
104, casi 105 años cediendo la vez a la muerte ajena
y Oscar, niño antiguo, rigiendo el mundo con el lápiz infinito,
interrumpía las curvas del hormigón para grabar las bajas
de las trincheras, del Pacífico, del Mar del Norte, Belgrado
los muertos de Oscar, enterrados bajo una “x”, llegaban en bandadas
de Kosovo, Ruanda, Dafur, Afganistán, Serbia, Iraq
de Somalia, Etiopía, Sudán, Liberia, Angola
caían del Andraus, del Joelma, de las Torres Gemelas
saltaban más allá de las redes antisuicidio
sucumbían en las Malvinas y en la tribus guaranís
abarrotaban los trenes de Auschwitz, Buchenwald, Dachau
desaparecían bajo el hielo de Siberia y al sol del Caribe
erraban de Treblinka a Guantánamo, de Bosnia a Haití
hartos de gas mostaza, agente naranja, napalm, ántrax
(Oscar guarda hasta hoy todos los gritos del DOPS
los ecos de la Candelaria, la sangre de los 111, las órdenes del PCC
los estampidos insomnes y el rojo caliente
intenso corriendo por los callejones de Jardim Ângela y más allá)
con Oscar enterramos todas sus muertes
y no sabemos qué hacer con las muertes de mañana
VARIACIONES SOBRE EL MIEDO
1.
las fibras aún arden
y cuentan las víctimas
que la vida aquí ya fue más ligera
que las heridas
siempre expuestas
ya dejaron dormir
pero hoy – y hoy no es
nada más nada menos
que esas cuerdas uniendo
lo que dejamos de ser
y lo que jamás seremos –
el viento no perdona, visita
casas, fosas, almas, y lleva
entre los dientes
las ilusiones con las que armamos
nuestro escondrijo
2.
no hay más que un mundo a ser creado
: dios, desempleado, asiste
(rasante solitario)
al desplome de su obra
3.
en la acera, en los ríos, en la turba,
en el cielo, en las sombras, en la carne:
dices tener miedo y aprietas
contra los añicos
los días, las noches, las palabras
que un día entregarías
tu (tu propio hombre del saco,
tu íntimo fantasma del espejo)
agarrado, más y más,
a las ramas, como hilachas,
que impiden el abismo
de engullir los vuelos
de tu infinita
fuga
4.
(las alas insomnes de un pájaro
apalean, en la distancia, la memoria
de esta noche, de este mundo)
5.
el mineral de tus miedos,
el desespero guardado en secreto,
un pavor que se pone trampas
: no hay santo dispuesto a recogerlos,
nada, ningún vaso que los ahogue,
nadie a quien donar tus alicates
déjalo todo donde está
PIES PARA FOTOS QUE NO EXISTEN
[uno] en esta
alegra ver
tan bien
en el desconocido
el rostro satisfecho
[dos] en aquella
como un viejo amigo
el completo extraño
feliz
[tres] aquí
la sonrisa que llena
el paisaje
de nadie
a nadie
RETRATO Nº 1
La noche cae como siempre cayó
y tú, impaciente, hablas de un nuevo hombre.
Levanto la cabeza, miro alrededor, no lo veo.
Pido menos prisa, otro vaso,
y me distraigo mientras los hombres de siempre,
exhibiendo su sed, demasiada barriga, menos dientes,
rascan lentamente los miembros que aún sienten
a orillas de un río que hace mucho los desprecia.
A veces nos escondemos en nuestros teléfonos,
aunque ellos no nos llamen, aunque nos devoren.
Bajamos por entre colores que prometen llevarnos más allá,
y ya percibimos que la mutación máxima a nuestro alcance
es sólo una dificultad cada vez mayor de salir a la superficie.
Es tarde. Extraño. Cuando despiertas, si despiertas,
dices que no quieres morir, pero no sabes lo que nos sujeta a la vida.
Ni lo quieres saber. Querías otros ojos, un oído más puro,
músculos y sinapsis, pero no sabes bien lo que harías con ellos.
La mesa está llena, la luz baja, la radio ya cansada
– pero el nuevo hombre no llega. En la tele el hombre de siempre
muestra sus garras, machacando en vivo a otros hombres de siempre.
Y tú preguntas, como quien no quiere respuesta, si el nuevo hombre
quizá usará sus superpoderes para ser todavía más superpodrido.
Podríamos reír. Pero lo dejamos para otro momento.
Es hora de irse. Otro país se evaporó, algunos más fueron linchados,
sus sueños fueron vendidos. Más pronto o más tarde, vendría la cuenta.
Y – por el cuerpo, por el vaso – no pasó lo bastante
para olvidarnos de que nadie vendrá a pagar por nosotros.
NATURAL
El juego está perdido, Doni, y no me vengas a decir
que la muerte es natural. Natural como la muerte del perro
bajo las ranuras de un pirelli, natural como el cuerpo
que no se levanta cuando todo en la ciudad grita, natural
como el cuerpo que no se despierta más y no permite dormir,
natural como la carne adhiriéndose invisible día tras día
a las suelas multicolores que pulverizan el estrago
que, insistentes, hacemos unos de los otros, unos a otros.
Se acabó el juego, tío, se acabó la partida. Vuelan
sobre nuestro espanto el resto de una conversación que
nadie más interrumpirá y el bulto inquieto
de todo lo que no dijimos bajo todo lo que fue dicho.
Sin alas, los pájaros sobrevivientes andarán
entre tus versos sin saber si ya no es suya la pasta,
la grasa, la plancha en que tanto vuelo se transformó.
Déjalo así. Una palabra más no dirá nada.
VERÓNICA
Yo quería ver sólo las fotos en que Verónica está hermosa.
Nunca más ver a Verónica como los hombres la quisieron.
Nunca más ver al hombre que los hombres arrancaron de Verónica.
La fiera que los hombres buscaron dentro de Verónica, nunca más.
No soporto las fotos en que Verónica desaparece
bajo los escombros en que los hombres la transformaron.
No soporto las fotos, a los hombres, sus golpes impresos en Verónica.
Nunca más quiero ver los ojos, la sangre, las marcas
que los hombres encontraron detrás de las pestañas de Verónica.
Nunca más quiero ver los gritos que los hombres estamparon
en la cara, en los dientes, en el sueño, en el globo ocular de Verónica.
Nunca más quiero ver lo que los hombres hicieron para verse
a si mismos en Verónica, para no verse en Verónica.
Nunca más quiero ver los cabellos que los hombres encontraron
bajo los cabellos de Verónica, el cuerpo que golpearon bajo las ropas
de Verónica, el monstruo que parieron con sus patadas.
Nunca más. Nunca más. Nunca más. Nunca más.
NO SÉ
No sé si es el caso de hacer otros versos
cuando todo lo que quiero ya se cae por los bordes
y las palabras ya no se pegan a lo que les gustaría.
No sé si soy yo o si es esa historia
que oí de alguien, de alguien que no sé,
sobre el fin de los tiempos en que plantábamos
nuestra feliz idea de futuro, de poesía, de amor.
No sé si es por causa de un cielo cargado
que no quiere salir más de ese extraño horizonte
que en nuestras cabezas aún sirve al propósito
de llevar nuestros pies un paso más allá, que sea.
No sé si es la hora, si es la falta de tiempo,
si es la hoja en que pronto o tarde caerán
las letras que no dicen nada que yo sepa.
No sé si es venganza no hacer alguna fuerza
para que nuestras preces traigan algo más que el bulto
de lo que ni sabemos cuánto nos robó.
No sé si, al azar, al fingir ese drama,
conquisto mucho más tedio que la lluvia,
más desprecio que el mar, frialdad y rechazo,
que suele salir entre los dedos del tempo.
ABANDONOS
(1)
por favor, olvida donde queda aquella calle
no llames más al número de siempre
suelta, suelta, te pido, suelta este asidero
no intentes más subir estos peldaños, deja
donde están tus ojos, deja
no sé si ya preguntaste a los perros de la calle
lo que piensan de lo que somos, inténtalo
no sé si, bajando un poco más,
consigues ver que la tarde ya desprecia
cualquier esfuerzo que sea para dar calor a
tus dolores, dudas, a tus dramas
(2)
será más fácil así, tus amigos
están todos peleados entre si
(cuanta lágrima detrás de tanta sonrisa
cuanta risa detrás de tanta lástima)
e intentas ser el eslabón entre ellos
pero ya no aguantas, ya no aguantan más
(3)
el último poema escrito por el muerto no decía adiós:
en sus gestos, en la hora final, nada había de distante
en los bolsillos, documentos, aseo y algún dinero
en los cordones lazo preciso, pero toda la vida un obstáculo
(4)
días, meses sin escribir un verso (silencioso
paseo de los ojos por las pantallas para ver huir
en el rastro de los colores las palabras que podrían ser suyas)
su cabeza nunca más volará como antes
sus piernas, para siempre, atrapadas por el barro
los puños mascados por incansables esposas
brazos torcidos, dientes rotos y la sangre
corriendo por fuera barriendo las palabras
del primero de los poemas jamás escritos
MANU
dicen que los dioses lo hacen todo
un dios que deshiciese
tal vez tendría hoy mi fe
FRAGMENTOS
para Jayme
es cruel dejar correr la sangre
(caliente, densa, lenta, ronca)
: escurrirse entre los versos, es cruel
hacer al lector, transeúnte, bailar samba
sobre los añicos del molotov,
desfilar entre los frutos de la matanza,
es cruel pegar en los ojos de quien visita
la piel arrancada de las víctimas,
las fibras que la bala se llevó fuera del cuerpo,
los pelos que se airearon, como es cruel,
Jayme, desgarrar los oídos del bobo
con el llanto que nadie más contiene
la gente no decía que la poesía debía
como una curativa hecha de distancia y tiempo
aquietar las heridas, los porrazos, la vida
que no cabe en nuestras manos frías?
– la gente, lo sé, no decía, porqué la poesía
se obstina en ser y querer mucho, quiere ser hoy
el mundo donde mañana andará Cecilia,
guardar los viajes en papel i de él sacar
el tiempo de paz en que todo será antimercancía,
y quien sabe la mochila que pesa más y menos
que todas, que lleva todo y a todas partes lleva,
que forastera se arraiga y desvía
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(poemas en original portugués)
13 + 1 poemas de Tarso de Melo
POÉTICAS (1)
para Reynaldo Damazio, por Gelman
‹‹Va a sus versos como quien va a su cueva›› (Juan Gelman)
De onde caem as vozes que falam no poema,
cai também um pouco de silêncio. E vontade
de dar nome ao silêncio, ao que foge sob o que é dito,
ao que fica amarrado nas palavras que o sustentam
– o poema, enterrado na cova do poema, nomeado
e inominável. Para além das palavras, na carne –
cerne – do sentido, como uma dor. Ou sua fome.
Como o que vem à cabeça – rói a memória e parte.
Parte em parte. O que vai ao poema é pálida sombra
do que fica nos ossos. Gravado, em febre, incrustado.
O que é dito se faz das palavras que um – com os dias,
alguma paixão e suas armas – salva daí. E partilha
incontrolável, vento em redor de si mesmo, água entre
dedos, sonho e chama, “árbol sin hojas que da sombra”.
O que se há de dizer escapa: cruza o rio de palavras
e chega, cada vez mais seco, à outra margem.
METAL
a cada dia um pouco da mão fica nas alavancas,
os cabelos incorporam às engrenagens, renascem
os seus dentes nas roldanas, manivelas instigam
e depois sugam seus músculos, a boca da máquina
cospe braços, pernas, grita sua canção monótona,
o suor lubrifica as polias, ferve os sulcos do parafuso
(ideias agora são de aço, o sonho mora no alumínio)
o dia todo se consome nessa troca;
gasta, a vida
em breve vai cruzar a cidade desfeita em cem cavalos,
em brasa, trocada por mil e quinhentas cilindradas
CASA
no andar que imagino
entre este quarto do mundo
e um céu qualquer
nasce às vezes
impaciente
uma flor que se rebela
e rejeita os favores
da beleza
e da terra firme
há uma flor
que ensina (lição,
golpe, fábula)
enquanto despreza
uma a uma
suas pétalas
BANGLADESH 24042013
a foto final, o último fôlego,
nervos entre vigas (vida, não ouso,
não ouço), o sangue irmanado
ao concreto, o amor sob o pó,
sonhos sob os escombros: foi a última
vez em que meu corpo soube o seu,
foi a primeira vez em que nós fomos
apenas corpo, apenas corpos, nós
que antes éramos aço e músculos,
músculos e aço agora enlaçamos o pó
do que éramos, o pó a que fomos,
mil como nós abraçados à morte,
tecidos agora ao que tecíamos,
nossas roupas e as roupas em que
nos tornamos, agora que nosso amor
se chama morte, agora que nosso
mundo é ainda menor, apenas nós,
nosso pó, um nó entre nós e tudo.
AS MORTES DE OSCAR
104, quase 105 anos levando consigo seus mortos
104, quase 105 anos guardando a morte para depois
104, quase 105 anos cedendo a vez à morte alheia
e Oscar, menino antigo, regendo o mundo com o lápis infinito,
interrompia as curvas do concreto para gravar as baixas
das trincheiras, do Pacífico, do Mar do Norte, Belgrado
os mortos de Oscar, soterrados sob um “x”, chegavam em bandos
do Kosovo, Ruanda, Dafu, Afeganistão, Sérvia, Iraque
da Somália, Etiópia, Sudão, Libéria, Angola
despencavam do Andraus, do Joelma, das Torres Gêmeas
saltavam além das redes antissuicídios
sucumbiam nas Malvinas e nas tribos guaranis
apinhavam os trens de Auschwitz, Buchenwald, Dachau
sumiam sob o gelo da Sibéria e ao sol do Caribe
erravam de Treblinka a Guantánamo, da Bósnia ao Haiti
fartos de gás mostarda, agente laranja, napalm, antrax
(Oscar guarda até hoje todos os gritos do DOPS
os ecos da Candelária, o sangue dos 111, as ordens do PCC
os estampidos insones e o vermelho quente
intenso a correr pelas vielas do Jardim Ângela e além)
com Oscar enterramos todas as suas mortes
e não sabemos o que fazer com as mortes de amanhã
VARIAÇÕES SOBRE O MEDO
1.
as fibras ainda ardem
e contam as vítimas
que a vida aqui já foi mais leve
que as feridas
sempre expostas
já deixaram dormir
mas hoje – e hoje não é
nada mais nada menos
que essas cordas ligando
o que deixamos de ser
e o que jamais seremos –
o vento não perdoa, visita
casas, valas, almas, e leva
entre os dentes
as ilusões com que armamos
nosso esconderijo
2.
não há mais um mundo a ser criado
: deus, desempregado, assiste
(rasante solitário)
ao despencar de sua obra
3.
na calçada, nos rios, na turba,
no céu, nas sombras, na carne:
você diz ter medo e preme
aos cacos
os dias, as noites, as palavras
que um dia entregaria
você (seu próprio homem-do-saco,
sua íntima loira-do-banheiro)
agarrado, mais e mais,
aos galhos, como fiapos,
que impedem o abismo
de engolir os voos
de sua infinita
fuga
4.
(as asas insones de um pássaro
espancam, na distância, a memória
desta noite, deste mundo)
5.
o minério de seus medos,
o desespero posto em segredo,
um pavor que se armadilha
: não há santo disposto a recolhê-los,
nada, nenhum copo que os afogue,
ninguém a quem doar seu alicate
deixe tudo onde está
LEGENDAS PARA FOTOS QUE NÃO HÁ
[um] nesta
alegra ver
tão bem
no desconhecido
o rosto afeto
[dois] naquela
como um velho amigo
o completo estranho
feliz
[três] aqui
o sorriso que enche
a paisagem
de ninguém
a ninguém
RETRATO N. 1
A noite cai como sempre caiu
e você, impaciente, fala de um novo homem.
Levanto a cabeça, olho em volta, não o vejo.
Eu peço menos pressa, outro copo,
e me distraio enquanto os homens de sempre,
exibindo sua sede, barriga demais, dentes a menos,
coçam lentamente os membros que ainda sentem
à beira de um rio que há muito os despreza.
De tempos em tempos nos escondemos em nossos telefones,
mesmo que eles não nos chamem, mesmo que nos devorem.
Descemos por entre cores que prometem nos levar além,
e já percebemos que a mutação máxima ao nosso alcance
é apenas uma dificuldade cada vez maior de voltar à tona.
É tarde. Estranho. Quando acorda, se acorda,
você diz que não quer morrer, mas não sabe o que nos prende à vida.
Nem quer saber. Queria outros olhos, um ouvido mais puro,
músculos e sinapses, mas não sabe bem o que faria com eles.
A mesa está cheia, a luz baixa, o rádio já cansado
– mas o novo homem não chega. Na tevê o homem de sempre
mostra suas garras, moendo ao vivo outros homens de sempre.
E você pergunta, como quem não quer resposta, se o novo homem
acaso vai usar seus superpoderes para ser ainda mais superpodre.
Poderíamos rir. Mas guardamos para outro tempo.
Hora de ir. Outro país se esvaiu, mais alguns foram linchados,
seus sonhos foram vendidos. Mais cedo ou mais tarde, a conta viria.
E – pelo corpo, pelo copo – não passou o bastante
para esquecermos que ninguém virá pagar por nós.
NATURAL
O jogo está perdido, Doni, e não me venha dizer
que a morte é natural. Natural como a morte do cão
sob as ranhuras de um pirelli, natural como o corpo
que não levanta quando tudo na cidade grita, natural
como o corpo que não acorda mais e não permite dormir,
natural como a carne aderindo invisível dia após dia
às solas multicoloridas que pulverizam o estrago
que, insistentes, fazemos uns dos outros, uns aos outros.
Não há mais jogo, cara, não há mais partida. Voam
sobre nosso espanto o resto de uma conversa que
ninguém mais vai interromper e o vulto inquieto
de tudo o que não dissemos sob tudo que foi dito.
Sem asas, os pássaros sobreviventes vão andar
entre seus versos sem saber se já não é deles a pasta,
a graxa, a prancha em que tanto voo se transformou.
Deixe assim. Uma palavra a mais não dirá nada.
VERÔNICA
Eu queria ver apenas as fotos em que Verônica está linda.
Nunca mais ver Verônica como os homens a quiseram.
Nunca mais ver o homem que os homens arrancaram de Verônica.
O bicho que os homens buscaram dentro de Verônica, nunca mais.
Não suporto as fotos em que Verônica desaparece
sob os escombros em que os homens a transformaram.
Não suporto as fotos, os homens, seus socos impressos em Verônica.
Nunca mais quero ver os olhos, o sangue, as marcas
que os homens acharam detrás dos cílios de Verônica.
Nunca mais quero ver os gritos que os homens estamparam
na cara, nos dentes, no sonho, no globo ocular de Verônica.
Nunca mais quero ver o que os homens fizeram para verem
a si próprios em Verônica, para não se verem em Verônica.
Nunca mais quero ver os cabelos que os homens acharam
sob os cabelos de Verônica, o corpo que espancaram sob as roupas
de Verônica, o monstro que pariram com seus chutes.
Nunca mais. Nunca mais. Nunca mais. Nunca mais.
NÃO SEI
Não sei se é o caso de fazer outros versos
quando tudo que quero já cai pelas bordas
e as palavras não grudam mais no que gostariam.
Não sei se sou eu ou se é essa história
que ouvi de alguém, de alguém que não sei,
sobre o fim dos tempos em que plantávamos
nossa feliz ideia de futuro, de poesia, de amor.
Não sei se é por causa de um céu carregado
que não quer mais sair desse estranho horizonte
que em nossas cabeças ainda serve ao propósito
de levar nossos pés um passo além, que seja.
Não sei se é a hora, se é a falta de tempo,
se é a folha em que cedo ou tarde vão cair
as letras que não dizem nada que eu saiba.
Não sei se é vingança não fazer qualquer força
para que nossas preces tragam mais que o vulto
do que nem sabemos quanto roubou de nós.
Não sei se, ao acaso, ao fingir esse drama,
eu conquisto bem mais do que a chuva de tédio,
do que o mar de desprezo, de frieza e recusa,
que costuma vazar entre os dedos do tempo.
ABANDONOS
(1)
por favor, esqueça onde fica aquela rua
não ligue mais para o número de sempre
largue, largue, eu peço, largue esta alça
não tente mais subir estes degraus, deixe
onde estão os seus olhos, deixe
não sei se já perguntou aos cães da rua
o que pensam do que somos, tente
não sei se, descendo um pouco mais,
consegue ver que a tarde já despreza
qualquer esforço que seja para aquecer
suas dores, dúvidas, seus dramas
(2)
vai ser mais fácil assim, seus amigos
estão todos brigados entre si
(quanta lágrima por trás de tanto sorriso
quanto riso por trás de tanta lástima)
e você tenta ser o elo entre eles
mas já não aguenta, já não aguentam mais
(3)
o último poema escrito pelo morto não dizia adeus:
em seus gestos, na hora final, nada havia de distante
nos bolsos, documentos, asseio e algum dinheiro
nos cadarços laço preciso, mas a vida toda tropeço
(4)
dias, meses sem escrever um verso (silencioso
passeio dos olhos pelas telas para ver fugirem
no rastro das cores as palavras que poderiam ser suas)
sua cabeça nunca mais vai voar como antes
suas pernas, para sempre, agarradas pela lama
os punhos mascados por incansáveis algemas
braços torcidos, dentes quebrados e o sangue
correndo por fora a varrer as palavras
do primeiro dos poemas jamais escritos
MANU
dizem que deuses fazem tudo
um deus que desfizesse
talvez tivesse hoje a minha fé
ESTILHAÇOS
para o Jayme
é cruel deixar o sangue correr
(quente, denso, lento, rouco)
: escorrer entre os versos, é cruel
fazer o leitor, passante, sambar
sobre os cacos de molotov,
desfilar entre os frutos da chacina,
é cruel colar nos olhos de quem visita
a pele arrancada das vítimas,
as fibras que a bala levou corpo afora,
os pelos que tomaram o ar, como é cruel,
Jayme, rasgar os ouvidos do tolo
com o choro que ninguém mais contém
a gente não dizia que a poesia devia
como um curativo feito de distância e tempo
aquietar as feridas, as porradas, a vida
que não cabe em nossas mãos frias?
– a gente, eu sei, não dizia, porque a poesia
teima em ser e querer muito, quer ser hoje
o mundo em que amanhã andará Cecília,
guardar as viagens no papel e dele sacar
o tempo de paz em que tudo será antimercadoria,
e quem sabe a mochila que pesa mais e menos
que todas, que leva tudo e a todo canto leva,
que estrangeira se entranha e desvia
*(Santo André-Brasil, 1976). Abogado y profesor universitario, doctor en filosofía del derecho por la Universidad de São Paulo. Sus libros de poesía están reunidos en el volumen Poemas 1999-2014 (2014).
Los poemas «Poéticas (1)», «Metal», «Casa», «Bangladesh 24042013», «Las muertes de Oscar», «Variaciones sobre el miedo», «Pies para fotos que no lo tienen», «Retrato nº 1» y «Natural» fueron publicados en Poemas 1999-2014 (2014). El resto son inéditos en libro.
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(Santo André-Brasil, 1976). Advogado e professor universitário, doutor em filosofia do direito pela Universidade de São Paulo. Seus livros de poesia estão reunidos em Poemas 1999-2014 (2014).
Os poemas «Poéticas (1) », «Metal», «Casa», «Bangladesh 24042013», «As mortes de Oscar», «Variações sobre o medo», «Legendas para fotos que não há», «Retrato n. 1» e «Natural» foram publicados em Poemas 1999-2014 (2014). Os demais são inéditos em livro.