Por Claudio Daniel*
Curador de la muestra Fabrício Marques
Traducción AA.VV.
Crédito de la foto (izq.) João Mussolini
12 + 1 poemas de Claudio Daniel
En el ojo de la aguja
Tatuar silencios como hormigas.
Ahogar los relojes
en un párpado.
Vestir el grito con la piel
del escarabajo.
Torcer los músculos de la cara
en perplejidad.
Cruzar la vía absurda
de las uñas, desorientado,
oscuro, doblado
sobre las nalgas.
Saber que toda flor es ridícula.
E incluso así cultivar
el mineral,
el dolor,
la sorda epilepsia.
Olvidar el propio nombre
Y sobar la tierra
hasta el agotamiento.
(Fuese apenas una canción de cosecha
dirías amor y otras
palabras fáciles)
Con la risa estúpida del camello,
viajar al ojo
de la aguja, laberíntico, insano,
creyendo que toda historia es un ácido.
Después cauterizar la herida,
aceptar el reflejo,
el simulacro,
acordarse
de la semilla antes del pan
Tayata gate gate
paragate parasamgate
boddhi soha.
Filosofos; hongos
Rumor de verde-agua ese bosque de caninos que desaparece.
Tréboles
en la boca
-olor
de hongos
y luna-de-
mosquitos –
extraña señora fénix viaja en
caligrafía su
tiara
azul.
Vagares de la luna de otoño biombo jazmín dragón
en el techo
curvo
como atravesa
respejos.
– Armas y cascos de caballo
a lo lejos -Filósofos-de-laca conjeturan posibles mañanas.
Leona, clavícula
Joven negra pinta de azul-violeta las puntas de las aréolas.
Hay jaguares
bajo las uñas.Mímica
de esfinge
en los pulsos.
Núbil voz animal rayo-de-piedra golpea desnudez janaína
reflejo de híbrida
orquídea
o seno-
noche-
flor-
que encandece.
(Tres collares
de hierba,trazos
gravados
en la roca,
sortilegio.)
(Pintura: masticar el carbón leonino de la desértica
epidermis,
rumiando
arenoso
hasta cantarla clavícula)
Pavo real, martillos
Recomenzar la travesía del elefante, la vía del esqueleto
Y del coágulo.
Hasta quemar el sol.
Masticando insanía,
en oficio ronco
de martillos,
repetir el acto insomne, raquítico, epiléptico.
Retribuir al miedo una joya
minúscula.
Fabricar, con las propias manos,
un pavo real
– y después
cegarlo.
Fornicar el amarillo – abstracción
del violeta –
y deshacer
la palabra
estrella.
Hasta quemar
el sol.
Ser asqueroso, tonto y tosco.
Desear luchar
con Dios.
Por último, recoger
las mitades
del rostro,
y ver la luz reflejada en la mina
del misterio.
de Figuras Metálicas
Traducción de Maria Rosa Maldonado
Poros
Un silencio verde
Paul Celan
El
verde,
su piel
ácida. Tocar
los poros
del verde, florecimiento
metálico. Abrir
su voz de ala
y sombra.
Ojos, faisones
de ceguera.
Joyas de irada
divinidad.
Las abejas y las langostas
Se aman, se odian,
caen tulipanes
en el garganta
del tiempo.
Tus manos tantean
la nervadura imprecisa
de la cicatriz
y no hay mar,
ni pan, ni página.
Te alucino
al mirarme
en el silencio
de una naranja
cuadrada.
Aquí, ya nada vegeta.
Los alacranes me ahogan
en tu lágrima
y se cierra la puerta
izquierda. Toda palabra
me hiere com su color.
Cuando cesa
el canto, callados,
nos oímos
en un corte
azul.
Sangre
Azul
es lo que doy;
dentro, tu rostro,
le habla a tu sangre.
Suplica, grita;
el habla es menos que
el gesto. Es tiempo
de sutura,
dice al rojo.
Mira (dentro)
de la carne animal:
solo el inverso.
Habla, corte blanco,
sol en el espejo
del cuchillo.
Voz: ruido de metal,
cascada de ecos,
oigo tu silencio.
No hay flor, ni
hostia; solo el seco
estiércol, bosta,
residuo del hambre.
Eres el tiempo, suena
la hora. Decir,
es lo de menos: abre
la vena, y entonces
cauteriza, aplaca
a tu rojo.
Traducción de Rodolfo Häsler
Persia
Y NO HABER más fin.
Noche es espejo
de tu vientre,
bebe de esa fuente,
detén todas las aguas;
danza otra música,
ni viento o cuerdas
hay, entonces
rasga tu ropa,
tampoco trapos hay;
llora, no quedan
lágrimas. Fuego, arde
lo que me quema;
tierra, trágame
de un sorbo. Sólo canto
y danzo los noventa
y nueve nombres
de Alá, la danza circular
de los derviches.
Para que fermente
el vino; y enloquezca
en senos blancos;
y no diga nada; ni
sepa dónde o cuándo,
sólo amor de amor. Lo sé:
soy tú, yo; ahora,
soy eterno.
Schopenhauer
Agua
de ningún
mar, gema
de extinta mina,
nada más
que el fulgor
de vidrios
(cristalera)
y el vigor
de la madera
nueva,
luna líquida.
El tiempo
lacera
el verde
en los ojos
del gato,
lepra
de las flores,
ácido
que corroe
todo color
o piel
en miasma
oscura,
peces
de la nada.
Es
este un oficio
doloroso,
una ópera
ruidosa.
Entretanto,
tú fuiste
el tigre.
Séneca
Dolor es algo
atroz (hongos
violeta). Agua
sonora, ve
de una a otra
concha, ama-
rillea (hoja
de trébol) y
cae. Di entonces,
¿en qué isla-
ojo-de-llama
— Ítaca, tal vez —
me vestí de piel
desolada;
y, fiera entre fieras,
padecí?
¿Por qué, brutal,
me arrastro
en esta tierra?
¿Para mayor gloria
del Sublime?
Acaso por mis deudas,
¿hora es ya de mutilar
vocales? Calla, Sibila,
callan Córdoba
y Roma, soy todo
migaja, y se cierra
la puerta del canto.
¿Qué me diré
después de celebrar el rito
de la memoria?
— Bebe tu vino
y acepta el universo,
he aquí el camino de
la iniciación.
Chuang-Tzú
Breve, el grito del faisán:
— hoja (cae)
entre hojas,
agua (deshecha)
en agua,
de oro encarnado
el gozo de la fiera
(piel-de-pétalo,
celo de animala,
búfala): de oro
y verde canto;
de oro y ceniza;
de ceniza;
et mutabile,
no la piedra
enfática,
sino metal
— oxidable —
en su vuelo
de pez-
pájaro;
en su blanco
vuelo del mirar,
todo es danzante.
India
SÓLO LA LOCURA.
Viene, del pubis
a los omóplatos,
canta el antiguo
sol, su rostro
de llama animal
que irradia deseoso.
Flor de sándalo,
dice al tiempo:
ahora es siempre,
cierra tu ala,
expira en humo
y cobre. Vienen,
Lakshmi-Narayana,
a flagelar el miedo,
a fustigar la sílaba
muda, para el tiempo
de cristal.
Grecia
UN JUEGO de centauros.
Inflama
el trigo de la piel;
grita tu ojo,
de los pies a la cabeza;
tu ojo es piel,
tu ojo es sol
de semen, deshace
el rostro en el agua,
aparea tus yeguas.
Después, te lacera,
lapida tu boca,
bebe tu orina.
Arde la tierra,
arde la carne.
Entonces, calla la bilis
y la flema; y desnudo
como un dios,
abraza a la diosa
del silente misterio.
Egipto
SOMBRA, nombre
de lo que calla,
voz de papiro.
Es esta otra arena;
esa, no aquella
estrella. Desnudo estoy
de cara al torso,
y danzo otra vez
sobre los colmillos.
Es hora de decir
la flor y el grito,
lo que en mí nace es
tu carne oscura.
Egipto, ven
desde tu ombligo
a mi secreto.
de A Sombra do Leopardo
Traducción de Jesús Barquet
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(versión original em português)
12 + 1 poemas do Claudio Daniel
No olho da agulha
Tatuar silêncios como formigas.
Afogar os relógios
numa pálpebra.
Vestir o grito com a pele
do escaravelho.
Torcer os músculos da face
em perplexidade.
Cruzar a via absurda
das unhas, desorientado,
obscuro, recurvado
sobre as nádegas.
Saber que toda flor é ridícula,
e mesmo assim cultivar
o minério,
a dor,
a surda epilepsia.
Esquecer o próprio nome,
e sovar a terra
até a exaustão.
(Fosse apenas uma canção de colheita,
você diria amor e outras
palavras fáceis.)
Com o riso estúpido do camelo,
viajar ao olho
da agulha,
labiríntico, insano,
acreditando que toda história é um ácido.
Depois cauterizar a ferida,
aceitar o reflexo,
o simulacro,
lembrar-se
da semente antes do pão.
Tayata gate gate
paragate parasamgate
boddhi soha.
Filósofos, cogumelos
Rumor de verde-água esse bosque de caninos que desaparece.
Trevos
na boca
— odor
de cogumelos
e lua-de-
mosquitos —.
Estranha senhora fênix viaja em
caligrafia sua
tiara
azul.
Vagares da lua de outono biombo jasmim dragão
no teto
curvo
como atravessar
espelhos.
— Armas e cascos de cavalos
ao longe —.
Filósofos-de-laca conjeturam possíveis amanhãs
Leoa, clavícula
Jovem negra pinta de azul-violeta as pontas dos mamilos.
Há jaguares
sob as unhas.
Mímica
de esfinge
nos pulsos.
Núbia voz animal raio-de-pedra golpeia nudez janaína
reflexo de híbrida
orquídea
ou seio-
noite-
flor-
que incandesce.
(Três colares
de relva;
riscos
gravados
na rocha,
sortilégio.)
(Pintura: mascar o carvão leonino da desértica
epiderme,
ruminando
arenoso
até cantar
a clavícula.)
Pavão, martelos
Recomeçar a travessia do elefante, a via do esqueleto
e do coágulo.
Até queimar
o sol.
Mascando insanidade,
em ofício rouco
de martelos,
repetir o ato insone, raquítico, epilético.
Retribuir ao medo uma jóia
minúscula.
Fabricar, com as próprias mãos,
um pavão real
— e depois
cegá-lo.
Fornicar o amarelo — abstração
do violeta —
e desfazer
a palavra
estrela.
Até queimar
o sol.
Ser asqueroso, simples e tosco.
Desejar lutar
com Deus.
Por fim, recolher
as metades
do rosto,
e ver a luz refletida na mina
do mistério.
do Figuras metálicas
Poros
Um silêncio verde
— Paul Celan
O
verde,
sua pele
ácida. Tocar
os poros
do verde, florir
metálico. Ouvir
sua voz de asa
e sombra.
Olhos, faisões
de cegueira.
Jóias de irada
divindade.
Abelhas e lagostas
amam-se, odeiam-se,
tulipas caem
na goela
do tempo.
Tuas mãos tateiam
a nervura imprecisa
da cicatriz
e não há mar,
nem pão, nem página.
Alucino-te
ao mirar-me
no silêncio
de uma laranja
quadrada.
Aqui, nada mais viceja.
Lacraias afogam-me
em tua lágrima
e se fecha a porta
esquerda. Toda palavra
me fere com sua cor.
Quando cessa
o canto, calados,
ouvimo-nos
em um corte
azul.
Sangue
Azul,
o que dói;
dentro, tua face,
diz a teu sangue.
Suplica, grita;
fala é menos que
gesto. Tempo
de sutura,
diz ao vermelho.
Olhe (dentro)
da carne animal:
só o avesso.
Fala, corte branco,
sol no espelho
da faca. Voz:
ruído de metal,
cascata de ecos,
ouve o teu silêncio.
Não a flor, nem
a hóstia; só o seco
esterco, estrume,
resíduo da fome.
Eis o tempo, soa
a hora. Dizer,
é o de menos: abre
a veia, e então
cauteriza, pacifica
o teu vermelho.
Pérsia
E NÃO TER mais fim.
Noite é espelho
de teu ventre,
bebe dessa fonte,
cessa toda água;
dança outra música,
nem há cordas
ou sopros, então
rasga tua roupa,
nem há trapos;
chora, não há mais
lágrimas. Fogo, arde
o que me queima;
terra, engole-me
num trago. Só canto
e danço os noventa
e nove nomes
de Allah, e rodopio.
Para que fermente
o vinho; e enlouqueça
em seios brancos;
e não diga nada; nem
saiba onde ou quando,
só amor de amor. Sei,
eu sou tu; agora,
sou eterno.
Schopenhauer
Água
de nenhum
mar, gema
de extinta mina,
não mais
que o fulgor
de vidros
(cristaleira)
e o viço
de madeira
nova,
lua líquida.
O tempo
lacera
o verde
nos olhos
do gato,
lepra
das flores,
ácido
que corrói
toda cor
ou pele
em escuro
miasma,
peixes
do nada.
Este
é um ofício
doloroso,
uma ópera
ruidosa.
Porém,
tu foste
o tigre.
Sêneca
Água
sonora, vai
de uma a outra
concha, ama-
relece (folha
de trevo) e
cai. Diz então,
em que ilha-
olho-de-chama
Ítaca, talvez —
vesti-me de pele
desolada,
e padeci, fera
entre feras?
Por que, brutal,
me arrasto
nesta terra?
Para a glória
do Sublime?
Por meus débitos,
hora de decepar
vogais? Cala Sibila,
calam Córdova
e Roma, sou todo
farelo, e se fecha
a porta do canto.
Que direi a mim,
após celebrar
o rito da memória?
— Bebe o teu vinho
e aceita o universo,
eis o caminho
da iniciação.
Chuang-Tzu
Breve, o grito do faisão:
folha (cai)
entre folhas,
água (desfeita)
em água,
de ouro vermelho
o gozo da fera
(pele-de-pétala,
cio de animala,
búfala): de ouro
e verde canto;
de ouro e cinza;
de cinza;
et mutabile,
não a pedra
enfática,
mas metal
— oxidável —
em seu vôo
de peixe-
pássaro;
em seu branco
vôo do olhar,
tudo é dançante.
Índia
SÓ A LOUCURA.
Vem, do púbis
às omoplatas,
canta o antigo
sol, sua face
de flama animal
raiando desejosa.
Flor de sândalo,
diz ao tempo:
agora é sempre,
fecha tua asa,
expira em fumo
e cobre. Vêm,
Lakshmi-Naráyana,
flagelar o medo,
fustigar a sílaba
muda, para o
tempo de cristal.
Grécia
UM JOGO de centauros.
Inflama
o trigo da pele;
grita teu olho,
dos pés à cabeça;
teu olho é pele,
teu olho é sol
de sêmen, desfaz
o rosto na água,
acasala tuas éguas.
Depois, lacera-te,
lapida tua boca,
bebe tua urina.
Arde a terra,
arde a carne.
Então, cala bílis
e fleuma; despido
como um deus,
abraça a deusa
do silente mistério.
Egito
SOMBRA, nome
do que cala,
voz de papiro.
Esta é outra areia;
essa, não aquela
estrela. Estou nu
da face ao torso,
e danço outra vez
sobre os caninos.
Hora de dizer
a flor e o grito,
o que nasce em mim
é tua carne escura.
Egito, vem
de teu umbigo
ao meu segredo.
do A sombra do leopardo
*(São Paulo-Brasil, 1962). Poeta, tradutor y ensayísta. Licenciado em Periodismo por la Facultad de Comunicación Social Cásper Líbero (Brasil) y, además, doctor en Literatura portuguesa por la Universidade de São Paulo (Brasil). Fue curador de Literatura y Poesia en el Centro Cultural São Paulo entre 2010 y 2014 y columnista de la revista CULT. Actualmente, es editor de la web de poesía y debate Zunái (www.zunai.com.br) y del blog Cantar a Pele de Lontra (http://cantarapeledelontra.blogspot.com). Há publicado en poesía A sombra do leopardo (2001), Figuras metálicas (2005), Cores para cegos (2012), Cadernos bestiais, volume I (2015) y Esqueletos do nunca (2015), entre otros.
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