11 poemas de «También», de Ricardo Gilabert

 

Por: Ricardo Gilabert*

Crédito de la foto: el autor

Cortesía Reynaldo Jiménez

 

11 poemas de También,

de Ricardo Gilabert

 

 

los limones

     robados

por el viaje amarillo

del fulgor

 

 

el gato que pasea

su voluptuosidad

     por la cornisa

 

 

la niña florecida

     por la calma

del jardín

de su casa

 

 

 

el perfume habitado

     sin piedad

por una confidencia

que pasa y que se queda

     cuajada

de sagrada indiferencia

 

 

la distancia perdida

     por el trino

de un pájaro invisible

 

 

 

la simple adivinanza

     de las flores

haciéndose notar

por los baldíos

 

 

 

la maestra que cruza

     por la esquina

sin volver la cabeza

 

        (la calle principal)

 

 

 

 

 

sombra

liviana y trémula

del sauce

 

 

 

donde se puede

ver

el otro mundo

 

 

 

que está

viviendo en éste

 

     (subrepticio)

 

 

 

 

 

la certeza inmutable

     de la esquina

que cambia de paisaje

 

 

y otro mundo

     visita

sin fugarse

del hogar

inexplorado

 

        (mapa del instante)

 

 

 

 

 

paso

del día

lánguido y seguro

     apenas

se te nota el movimiento

     por la sombra

fugaz

 

     (reloj de sol)

 

 

 

 

 

un hueco entre

las nubes

 

de reojo

parece estar

mirando el cielo

 

cierta

pereza

que resbala

del despojo

se queda en

donde está

 

la luz

despierta

por la mirada

se descubre

vista

por la misma

mirada

 

mariposas

de una constelación

nunca prevista

flotan

entre los sauces

 

de las rosas,

queda sólo el aroma

 

por allá

se van las grullas

no se sabe a dónde

y su lenguaje alado

casi está

por revelarlo todo

 

pero esconde

la tarde al sol

en su sangrante hondura

de atardecer

 

                  (la noche ya madura)

 

 

 

 

 

las huellas

de la niebla

se resbalan

del nuevo día

con la precisión

del mago

que hace

desaparecer

su figura

 

        (sin rastro que dejar)

 

 

 

 

 

sólo

la muerte indemne

permanece

en medio

del trabajo

de la tarde

que de pronto

resbala y anochece

sin haber existido

 

lo que arde

no es

el leño en la hoguera

ni el dolor

en la herida

 

la sal

de la demencia

se imagina el camino

del honor

entre las piedras

 

pero la cadencia

de la lluvia

resbala del destino

que se forja un patrón

del albedrío

para cada contienda

 

no hay camino

porque todo es la meta

 

y este río

que viene

desde el mar

sigue su viaje

suelto en rumor

 

              (de luz y de lenguaje)

 

 

 

 

 

la lumbre

     fugitiva

del relámpago

que el abismo atraviesa

     de repente

su dosis pura

     de la eternidad

deja aquí de regalo

 

 

la rendija

del resplandor

     exacto

que a la noche

convierte en día

basta y sobra para

     saber qué

fuego anida en el silencio

     del corazón

 

        (herido por la luz)

 

 

 

 

 

a cada

paso

se abre

la distancia

que va

de todo a todo

 

 

sin verdad

que perseguir

o que esperar

 

 

el viento

se mira en el espejo

divagante

de la perfecta ley

 

        (inalterable)

 

 

 

 

 

deja

nostalgia

tras de sí

la tarde

 

 

de sí misma

sin pausa

 

           (resbalada)

 

 

 

 

 

un leve ruido

que estremece el bosque

y la calma se vuelca

     de sí misma

 

 

     vuelan los pájaros

de pronto abiertos

     en estampida brusca

 

        (rumbo al cielo)

 

 

 

 

 

*(Comodoro Rivadavia – Argentina 1948). Algunos libros publicados: Ceniza (Botella al Mar 1984), Épica del Instante (El Imaginero 1987), Barroca Mente (Último Reino 1988), La Historia del Presente (Rinzai 1989), La Barca de la Sonrisa (Ananda 2007), Obra y Gracia (Ananda 2008), Satori For Free (Ananda 2009) y El Viejo Truco de la Novedad (Ananda 2010).

 

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