Por Carmen García Palma*
Selección por Macarena Urzúa
Crédito de la foto la autora
11 poemas de El otro tiempo (inédito),
de Carmen García Palma
El silbido de las horas
una definición del lenguaje y su otoño
un puente que se estrella a veces con la noche.
Celebramos las noches al revés
con copas vacías
y sombras estrelladas
Le decimos adiós al cuerpo
al barco de la memoria
tendemos trampas a los gatos del monte
Ellos saben más que nosotros
conocen el nombre de los elegidos
deambulan por la madrugada
atrapando el tiempo con maullidos celestes
Nunca comprenderemos lo suficiente
alguno dirá que sí, que está bien a veces un final
pero nosotros cerraremos los ojos bajo el agua
buscando la distorsión de la luz
Esto es un rayo, esto una sombra
este el equinoccio de los muertos
En la leche de las piedras
en los árboles y su sueño
una voz que irrumpe a veces
en la sombra de los vivos
al revés a veces
las noches.
Sus sombras se proyectan en medio de la noche cuando caminan con la luz de la luna a sus espaldas y los padres recuerdan sus nombres en entresueños. Les pediría que volvieran pero hay cosas que están prohibidas para nosotros. Nosotros no hablamos con la muerte. La observamos de lejos, pidiéndole perdón por el tiempo.
Ya no hay nadie más que camine por este pueblo azul.
La muerte abre puertas y ventanas
los libros y su historia
le habla a la memoria
le dice todo lo que sabe
Yo te escucho
cuando la ciudad todavía no despierta
te escucho
Y los árboles cantan
y la imaginación es el desenlace de los enfermos
Si tuviéramos que agitar el viento
lo haríamos con un silbido
Así y sólo así los pájaros volverían a nosotros
nos recordarían los momentos, los poemas
el compás del otoño
la canción del silencio
Yo les hablaría de la infancia
de los rincones y el jardín que compartimos
Les diría que ese es el lugar donde quiero recordarte
como un árbol eterno
al cual abrazar por las noches.
Cuando es de madrugada y ya nadie asoma
se encienden luces al otro lado del mar
La silueta de la ciudad que se dibuja
tiene cerros y quebradas
sombras que se esconden en los tejados
como nosotros evitamos los espejos
Así olvidamos
al tiempo y su paso
Pero han crecido las flores
sobre las tumbas de los animales muertos
Cuentas los barcos que aparecen en el horizonte
Uno, dos, tres, dices mirando también los años
aunque a veces los relojes caminen al revés
Entonces las luces de la ciudad
nunca se apagan
y la estela que dejan los barcos
es un camino que nos conduce
al tiempo detenido en la memoria
donde tú y yo
caminábamos de la mano
tatuando los momentos de lo que creímos
fue la felicidad
que a veces descubría al silencio
como aquella nave
que aparece de vez en cuando en el horizonte
Es el caracol que dibuja una ruta con su baba
o acaso los huevos rotos de los pájaros
que aparecen en nuestro jardín de pronto
como un recordatorio del tiempo que desconocimos
y nos cruza
como un solo camino
en el que coleccionamos todo lo que nos ofrece el mar
tomados de la mano
antes que las luces de la ciudad se apaguen
y no existan barcos que contar en el horizonte
Entonces solo seremos una colección de recuerdos
como un collar que ocupo a veces
cuando no existan palabras para nombrar
el vacío de todo lo que no está.
Los hijos
una medida de tiempo
que hemos perdido en alguna parte
Y entonces seguimos
un poco perdidos
un poco nublados
escuchando a los saltamontes
engullir muchachos
sin preguntarles por su nombre
No conozco la distancia adecuada a las cosas
y sin embargo me aferro a ellas
como a viejas canciones
que se cantan a veces
en algún lugar
donde hemos perdido
la medida del tiempo.
El miedo es una sinfonía
Los insectos salen de sus guaridas
pronuncian el abecedario de los muertos
Hay jaulas que se abren en algún lugar del cielo
de donde escapan las sombras y sus nombres
Nos ocultamos en ellas
pero las sombras temen
y construyen casas de luz para poder esconderse
Entonces ya no hay noche
solo árboles que se agitan con el viento
Una canción olvidada
tras las sombras
que nos atraviesan
y escriben nuestros nombres al revés
Sombras que nos invaden
como las tormentas
de vez en cuando.
Los pájaros se incendian a pesar de la lluvia
sus cuerpos arden y crujen
hacen crac y luego se vuelven ceniza
Escribimos los nombres de los hijos con ella
en los muros de la casa que imaginamos
donde siempre es verano
y el tiempo es nuestro amigo
Se sienta a nuestra mesa
a recordar a los amigos muertos
los trae de vuelta por algunos momentos
para que podamos brindar y abrazar
los cuerpos que ya no están
La sangre cae ahora desde las nubes
la bebemos directo desde el cielo
para habitar el espacio de los vivos.
Nuestros muertos
se estrellan contra la nada
cuando a veces
ven aparecer sus sombras en los reflejos del otro
No hay más
pero insisten
como una estela celeste a un lugar perdido
Recordamos sus cuerpos
como tatuajes en la memoria
vemos en sus ojos
los túneles al pasado
donde los amantes se encuentran de madrugada
y bailan y beben
Pero el tiempo es otro al que será
Alguien pide una explicación
Pide abrir las tumbas para encontrar respuestas
alguna palabra quizás
una forma de decir adiós
Hay que excavar profundo para encontrar los huesos
de los que fuimos
reconstruirnos
abrazarnos en silencio
aplaudir la ausencia
Volvernos polvo de estrellas.
Por fuera de las casas sin niños
la melodía del organillero es un eco
que se prolonga en el aullido de los perros
cuando imitan su canción
igual que lo hacen con las ambulancias
o los fantasmas que aparecen de vez en cuando
Esta casa es un vacío
en el que a veces recibimos una visita
que nos observa de lejos
y nos mira con desconfianza
Decimos adiós
volvemos al vacío
saludamos con una mueca a los difuntos
Aquí permanecemos como en un espacio sin tiempo
una estación donde vemos suceder los días
un tren que pasa a toda velocidad
sin detenerse para nosotros
Esperaremos a que de pronto nos vea
como nosotros a los muertos en sueños
Llegaremos entonces
aunque seamos los últimos pasajeros.
Nos sentaremos frente a un espejo
a escuchar el espíritu de lo desconocido
Habrá miel en nuestras palabras
para atraer a los insectos y su danza
Cuando se enciendan los sigilos
se abrirán puertas en medio de la nada
y los astros bailarán igual que las iguanas
se ponen de pie
ante la memoria de los muertos
La sombra de esta luna
se eleva entre los árboles
Si cerramos los ojos
el paisaje es el mismo que hace mil años
los arroyos llegan a los ríos
el agua limpia los días
volveremos a escribir con tiza
las palabras que aparecieron en los sueños
dibujaremos el mapa
con el que trazamos nuestra historia
cuando todavía dormíamos en el corazón del bosque
tiene estrellas, canciones
amigos y dibujos
desplazamientos
pájaros y pensamientos equivocados
El mapa es una constelación
que se enciende a veces en el misterio
de lo reflejado
cuando observamos el espejo
y con él todo el universo
al que pertenecemos
como micropartículas que se entrelazan
y bailan una suave ola
una melodía
ante la que nos ponemos de pie
como las iguanas
frente a los muertos.