Sobre «Lo real» (2018), de Celeste Diéguez + 5 poemas

 

Nota por Mario Ortiz

Poemas por Celeste Diéguez*

Crédito de la foto (izq.) la autora /

(der.) Ed. Caleta Olivia

 

 

 

Sobre Lo real (2018),

de Celeste Diéguez

 

 

Diéguez se propone y nos propone, ya desde el título del libro, un verdadero desafío: lo real. Pero, ¿Qué es lo real? ¿Cómo describirlo y pensarlo? Esta es la gran cuestión de la filosofía desde sus inicios y que cobra urgencia en la época de los medios masivos y la realidad virtual. Las posibles respuestas, si las hay, no parten sólo de construcciones teóricas lógica y empíricamente fundamentadas, sino ante todo, de una indagación poética. Entonces, a partir de la experiencia del sujeto, eso que está allí se manifiesta como algo que afecta al propio cuerpo y viceversa: “Yo agarro entre mis pinzas lo que no se entiende / el reborde de algo que se llama a sí mismo lo real / y con mi cuerpo caliente atravieso la estepa”.

El libro es una serie de exploraciones por el nudo donde se articulan el cuerpo y el mundo, la lengua y las formas de vida. ¿Qué proximidades y distancias mantienen nuestros cuerpos en la sociedad, por ejemplo, en una escalera de subte? ¿Qué lengua hablamos y con la cual pretendemos manejarnos en lo real? Si por un lado, se experimenta la “ajenidad una boca que habla en otra lengua”, por el otro hay una “lengua en común” pero que está hecha de lugares también comunes, que no hablamos sino que nos habla y nos formatea: claves de acceso, números de pin, documento, voto obligatorio… Así, entre la radical ajenidad y lo común automatizado, la lengua que también es un cuerpo ensaya como respuesta otras posibilidades, giros extraños, imprevistos: “estaré muerta en paz de órganos y aparatos / ya no más planta deseante / ya no más coyuyo sufriente / amancebada égloga rudimentaria, / bien pastoril.”

 

La poeta Celeste Diéguez
La poeta Celeste Diéguez

 

Correlativamente, el sujeto sujetado y disciplinado en modelos de lo esperable por los mandatos sociales (la mujer en el campo o la pequeñoburguesa de la ciudad) enfrentado a aquello que se desarticula y se desmembra, menos como proximidad de la ruina que como posibilidad, otra vez, de algo inédito: “Un cuerpo que se desmantela / crece en su posibilidad de estar en todas partes”.

La pregunta por lo real. Antes de que se endureciese con Aristóteles en un lenguaje seco y profesional, la filosofía era poesía. Eso es lo que nos recuerda Diéguez en este libro.

 

Celeste-Diéguez

 

 5 poemas de Lo real (2018)

 

 

1

 

El cubículo de aire que nos alimenta, nos encierra.

A mi madre le causa gracia la repetición, la desgracia, los accidentes uno atrás del otro; a mí me causa gracia el segundo plano, lo que sucede por detrás de lo principal, los muñecos.

Mirlos, halcones, águilas –alguien decía que sería pájaro– cartílagos alineados planeando sobre los sembradíos; yo solo puedo hacer lo que siempre hace mi familia: huir, atragantarse y acumular salpicaduras de fango en el ruedo deshabillado de enaguas rasadas. Desgracias de mujer que insatisfecha busca y no puede elevarse.

No podrás caminar fuera de tus pasos, fuera del pasto.

Hay en una habitación, en una sala, tal vez una chimenea romántica, leños y mantis de fuego, tal vez renacentista o decadente, digo un estar en un cuarto de juegos; una casa aparece si encendemos uno de esos veladores que giran con imágenes de luz, veríamos en la pared figuritas del mundo que aún no hemos visitado.

 

 

 

9

 

Cuando viva al fin mi vida

esa vida que

por distintas causas

no he comenzado a vivir aún

Qué haré?

Una existencia activa de milagros concretos

tendré una profesión rentable

debo ganar buen dinero

me casaré joven

antes de los treinta

con un gran chico

clase media como yo

de valores sólidos y sexo pasable

los domingos serán con su familia o la mía

y luego llegarán uno tras otro los niños

me iré poniendo gruesa

trabajaré lo justo para jubilarme bien

y una vez por año

en la segunda quincena de enero

nos iremos a alguna playa ruidosa y concurrida

me haré amiga de mis vecinas de carpa

señoras como yo

a las que veré año tras año

hablaremos incansables de nuestros hijos

de lo que comeremos al almuerzo o por la noche

envidiaremos los cuerpos de las paseantes

volveremos a la casa alquilada

los chicos se prepararán para salir

escondiendo las drogas de nuestra miopía

cenaremos en silencio

tomando mucho vino

blanco tomaré en esa vida

y el tedio se escurrirá en la sobremesa

como un sirviente huidizo;

nos iremos a la cama

dos cucharas que ya

no revuelven nada.

 

Un día me despertaré

con 65 años y várices

la cara salpicada

por el exceso de sol sin protección

mi marido tendrá un pre infarto o dos

por la malasangre y los cigarrillos

todavía me quedarán años para leer y viajar

jugar a la canasta, hacer un curso

abogar por alguna causa

jugar con mis perros, cenar con amigos

o ir a molestar

a lo de mi nuera.

 

 

 

12

 

Un útero un nombre una hamaca una habitación propia un baño privado una butaca en el medio ni muy arriba ni muy abajo un asiento individual junto a la ventanilla un juego de cubiertos una celda de máxima seguridad una jeringa recién abierta delante mío la yerba nueva para empezar a cebar un voto universal secreto y obligatorio un hombre que no sea el novio de otra un cepillo de dientes exclusivo para mi boca un Jesús personal un cajón donde nada más entre mi cuerpo un numero de pin único e intransferible una clave para el face una clave para hotmail una clave para gmail la clave de homebanking la contraseña del campus la clave inútil de linkedín un solo donante anónimo un preservativo que será usado por primera y última vez una tarjeta sube sacada con mi número de dni un cenicero limpio un solo corazón para toda la vida un lóbulo frontal una bolsa de dormir roja un tórax un numero de calzado invariable una lengua en común.

 

 

 

19

 

El cuarto propio pero abarrotado de ajenidad una boca que habla en otra lengua que se habla a sí misma una boca que le habla a otra boca una lengua que consiguió otros bienes va atrayendo la desgracia la peste la corrupción y si eso que se llama el otro fuera sólo un cuadro con lo que hay que aprender una sosa raya de karma que si no quedó claro ahí vamos que si vas por ahí de nuevo ya sabés que después viene eso?

 

 

 

22

 

Un hueso agujereado en el medio de su centro por donde se escapa la paz el amor la paciencia por donde se va el tao turbina que descentra y reconstituye chupa y expulsa en constante arremolinar de esquirla a polen ácaro en la brisa huella ósea a punto de desaparecer una pala excava tan hondo que se lleva todo y no deja ni el marco:

el borde arranca y exclama — el hoyo sos vos

Un haz de fibra óptica que parpadea tratando de retener algo una hebra que no se vuele que pringue el cristal para estudiar su forma y reproducir en nuevo molde un metal liviano que decante raíz que me sujete no me haga volar agitada y chocando contra todos esos eventos que en la práctica se llaman vida, que en la teoría se llaman vida y que todos sabemos que no lo son.

 

 

 

 

 

 

 

Transitando el olvido en sus múltiples formas cuando venga el horror que me encuentre comiendo un pollo y si viene de nuevo que atravesemos juntos del brazo la puerta del templo.

 

 

 

 

 

 

*(Chascomús-Argentina, 1979). Poeta. Coordina la colección de poesía «Ojo de Tormenta» de Club Hem Editores. Publicó La capital (2012), La enfermedad de las niñas (2013), El camino americano (2015) y Lo real (2018).

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