Ponencia presentada para el VII Transatlantic Project Conference After Transitions / Global Humanities/ Transatlantic XXI Century en la Universidad de Brown el 24 de abril del 2015.
Por: Tania Favela Bustillo
Crédito de la foto: www.vimeo.com/57645118
El acto crítico: fidelidad, memoria y resistencia
en la poesía y poética de Hugo Gola*
De Veinticinco poemas, publicado en 1956, a Resonancias renuentes del 2011, la obra poética de Hugo Gola ha mantenido un mismo rigor y una misma fidelidad al acto poético que para Gola es, y ha sido siempre, un acto crítico, acto que abarca no sólo su obra poética, sino también su trabajo como editor, a través de las revistas Poesía y poética[1] (1990-1999) y El poeta y su trabajo (2000-2010), revistas en las que Hugo Gola realizó, por más de veinte años, en una apuesta ética/estética, una reflexión continua en torno a la poesía, los poemas, los poetas y su relación con el mundo y con el lenguaje.
Exiliado desde 1975 como consecuencia del sangriento régimen militar de Argentina, primero en Londres, después en México (lugar en el que vivió por más de treinta años), el trabajo de Hugo Gola se ha vuelto, a pesar de su aparente marginalidad, en referente para muchos escritores latinoamericanos (principalmente de México y de Argentina). En este texto quiero ahondar en la importancia de la labor de Gola como poeta y editor, tomando como ejes fundamentales su fidelidad a la poesía, su resistencia ante todo discurso que intente homogenizar la experiencia humana y su insistencia en la memoria como la posibilidad de enfrentar y cuestionar, desde la esfera de los afectos, el discurso histórico que intenta una recuento “verdadero” de los hechos.
Memoria y olvido son engranajes esenciales en la poesía de Gola: algo entra y al mismo tiempo algo se resiste a entrar; algo se desliza, inadvertidamente, se filtra: un “recuerdo borroso”[2] se va aclarando en ciertas zonas y oscureciendo en otras. Llegan imágenes dispersas, palabras, sonidos, vivencias, trozos de un tiempo anterior:
No se comienza cuando se empieza
uno cruza
calles
ciudades
puertos
aeropuertos
sueños
tempestades
rostros
miserias
exilios
pasiones
plegarias
muertes
rostros
padres
hijos
guerras
pesadillas
rostros
desolación
rostros
de la vejez
rostros rostros (Filtraciones,182)
Cada verso una palabra, cada palabra una presencia que señala una ausencia, que señala trozos de algo perdido y reencontrado: “no tengo/sino/palabras/que el azar/quizá/ reúna/ sonidos/apenas/murmullo vacío/ tal vez/resonancia/de algún/suceso oscuro/astillas/ de algún/ derrumbe/ sepultado/ agua piedras hierba/ sólo palabras/aire volátil /color/ augurio /cálida intimidad/ ¿podré decir/lo que ellas /solas /sueltas /silentes /calladamente /digan? (Retomas, 118) Fragmentos del pasado, astillas, entran, se incrustan para decir, para ser dichas desde ese silencio que resuena en el presente del poema. Como lo señala Giorgio Agamben: “(…) debe existir la dialéctica latencia-inlatencia, olvido-memoria, para que la palabra pueda acontecer, y no simplemente ser manipulada por un sujeto” (41). Gola escribe en el poema II de su libro Siete poemas: “Fueron otros días/ pero viven/ en algún lugar/de la memoria”, y más adelante en el poema VI del mismo libro anota: “La hora de la iniciación/ empieza cuando olvidas”. Es, precisamente entonces, ese juego de luces y sombras que se da entre la memoria y el olvido, lo que va tejiendo los poemas de Gola.
A partir de Siete poemas (1982-1984), la obra poética de Hugo Gola se escribe desde el exilio: de ahí la porosidad de su escritura, la fragmentación de la misma, el vacío que la ronda. Al parecer en sus poemas “la lengua está habitada de exilio y es permanentemente traducción de esa ausencia que la constituye” (Cristófalo, 98). Silencio y sonido se suman a ese juego de luces y sombras de la memoria y el olvido, revelando y velando a un mismo tiempo. El lenguaje entrecortado de sus poemas titubea, la cortedad de sus versos rompe siempre con la posibilidad de expresar una frase melódica completa o formular un pensamiento redondo en una misma línea, introduciendo mínimas pausas, vacilaciones, que registran e incorporan una “puntuación dubitativa”. La fluctuación, la oscilación constante, produce la sensación de un equilibrio precario, provisional, que cuestiona toda permanencia y, por lo tanto, toda continuidad temporal trazada por la historia. Hay en la obra de Gola una mirada crítica hacia la historia, la Historia con mayúscula, tal como ésta ha sido contada, tal como supuestamente sucedió: “la historia/la historia/que no te atrape/sustituir su correntada /con los asomos de la intimidad/o la fractura de la pasión/vale más el desaire/el desencuentro/la pena de amor/o el abandono que no/tiene peso/conservar vivo/ el corazón que padece/vivo el ardor/de la sangre/ y ese calor que cubre/el cuerpo/y lo despierta” (19) escribe en Resonancias renuentes, oponiendo al tiempo lineal, continuo, homogéneo[3] de la historia oficial, el tiempo interior, afectivo, de la experiencia y la memoria.
En una entrevista, Hugo Gola señala: “no es necesario que el poeta moderno escriba crítica, sino que con su poesía formule una crítica del mundo”. Las palabras de Gola sugieren que es justamente a partir del poema que puede formularse una crítica del mundo. Es evidente que Gola no habla aquí de una formulación crítica explícita, sino más bien deja ver que el poema es en sí un acto crítico. A lo largo de toda su obra se percibe la necesidad de utilizar un lenguaje sencillo y austero, una lengua elemental, medular, despojada de todo aquello que no le sea necesario. Este aspecto de los poemas, que es ante todo un factor formal, se vuelve, haciendo evidente la coherencia de sus poemas, una poética elemental, poética de la mesura, que, implícitamente, construye una crítica del mundo. El arte, dice Theodor W. Adorno, “denuncia la sobreabundancia de la pobreza, haciéndose voluntariamente pobre” (60), pero en el caso de los poemas de Gola me parece que se apunta a otros registros. Esa austeridad señala el exceso, la desmesura que sofoca cada vez más la vida de los hombres: ante una sociedad que ha hecho del lenguaje un medio para la manipulación, la acumulación, la ostentación, la poesía de Gola marca una clara resistencia trazando un territorio distinto. Los poemas de Gola resisten todo ejercicio retórico que tienda sólo a embellecer su superficie, “a convertir la belleza en capital”[4]; se resisten al malabarismo del lenguaje y al efecto que este malabarismo suscita. Hay en sus poemas un tratamiento directo, de ahí su contención, de ahí su cortedad. Su insistencia en la mesura, señala, desde el lenguaje, una posibilidad distinta de percibir y recibir la vida:
No más acopios
inútiles
ni enseres
ni baratijas
ni repisas
sólo paredes blancas
un pantalón
una camisa
una campera de cuero
un pan para cada día
una mínima cuota de carne
poca verdura
alguna fruta
qué más?
tardes vacías
para subir al cielo solitario
Recién ahora empieza
la gimnasia (Filtraciones, 216)
En la foto: al medio el poeta Juan L. Ortiz y a la der. Hugo Gola.
Crédito: www.tierrapapel.wordpress.com/2014/06/17/960/
Encontramos en la obra de Hugo Gola una constante negación, una desconfianza ante cualquier saber que se imponga como certeza. Restar, borrar, negar, son gestos constantes en sus poemas, éstos permiten filtrar, limpiar, allanar un terreno para trazar un territorio nuevo. La obra de Gola se escribe desde la incertidumbre, no construye un sentido, más bien espera recibirlo; de ahí la expectación, el vació, la disponibilidad. Paul Valery señala: “Escribir un sinsentido: es decir, algo que debe recibir un sentido y no ofrecerlo” (55). El poema está ahí, a la espera, no está para decir, sino para abrir posibilidades del decir. Para Gola el poema es ante todo una revelación que nos permite tomar conciencia de “algo”, pero esta toma de conciencia que produce el poema, tanto en el que lo escribe como en el que lo lee, es a su vez una consecuencia involuntaria. Si fuese un acto de voluntad dirigido por el poeta, el poema caería en lo mismo que un discurso: trataría de convencer, de tejer mediante palabras-ideas una explicación del mundo, de ofrecer una respuesta. Pero un poema no explica, ni justifica, no defiende, ni juzga y por lo mismo no ofrece ningún sentido definitivo. Para Gola un poema es más bien un gesto, es decir, lo que muestra es un movimiento particular de la lengua que descubre ciertas zonas no exploradas, no sabidas de ante mano. Ese gesto o guiño del lenguaje señala, muestra, apunta. En términos poundianos, podemos decir que con los poemas de Gola estamos ante una poesía de diagnóstico que muestra las zonas de peligro. De ahí esa constante negación que se antepone en muchos de sus poemas. El poema entonces como gesto, como detonador:
Aquello que no se puede
aquello que no es posible
aquello que nadie puede
precisamente
aquello
que ya no puedo
ni tú puedes
ni él
aquello
precisamente
que no puede nadie
ni hoy
ni nunca
precisamente aquello
aquello es
precisamente
precisamente (Filtraciones, 245)
Gola, en sus poemas, forja sus propias leyes, la gramática interna de su obra, creando un lenguaje particular, íntimo. Para Adorno, las formas del pensamiento, formas culturales y sociales, parten del principio de identificación, y por lo mismo intentan destruir todo aquello que no sea idéntico, que no tienda a la uniformidad. El arte, anota, es precisamente el lugar de lo no-idéntico; es el lugar en donde el hombre puede re-estructurar, buscar, romper, encontrar, renovar su mirada. De ahí que toda obra auténtica resista, se oponga a esas convenciones que intentan asimilarla o anularla. Esta misma idea la encontramos en el poeta norteamericano Charles Olson cuando afirma: “cualquier cosa concreta resulta un peligro para los retóricos y los políticos” (16). Un poema es justamente esa cosa concreta que pone en evidencia lo otro. Los poemas de Gola ejercen implícitamente una crítica, no sólo desde el lenguaje, sino del lenguaje. Es sumamente importante subrayar que no se trata de que el poeta emprenda discursos humanistas y piadosos, de los que el mundo está repleto, sino de señalar, desde el lenguaje, las disonancias del mundo. No hay, entonces, en los poemas de Gola, una denuncia explícita de las juntas militares argentinas ni un discurso sobre el exilio, lo que hay es la mostración de ese vacío, de esa ausencia que toda guerra y todo exilio suponen.
Ahora bien, esa actitud crítica, esa austeridad, ese permanecer, como lo señala Eduardo Milán “al margen de la fiesta del mercado” (117), va a filtrase en su proyecto editorial. Si nos detenemos en la “personalidad gráfica” de las revistas Poesía y poética y el Poeta y su trabajo como lo sugiere Juan Alcántara, podremos ver mucho de su poética: “tapas e interiores blancos, limpieza tipográfica, soledad de los poemas en la página, ausencia de ilustraciones y de publicidad, pocas y breves notas explicativas, inserción alternada de material gráfico (fotografía, artes plásticas) al mismo nivel que los poemas, equilibrio entre la prosa y la poesía”[5]. En sí, estas revistas, sustentan y desarrollan las preocupaciones de Hugo Gola. A través de las mismas, Gola, no sólo mantuvo la reflexión crítica en torno a la poesía, sino también se dedicó a propiciar en miles de lectores la experiencia gozosa ante un poema. La poesía, dice Jaques Roubaud, “es amor a la lengua” (111). El trabajo de Gola como editor mantuvo vivo un ritual: el de compartir con los amigos aquello que se lee. Fuera de su país, alejado de sus amistades, ese ritual pasó a otros amigos y posibles lectores, nutriendo a distintas generaciones. Amor, es entonces una palabra con la que podemos caracterizar la actitud editorial de Gola, preocupado siempre por difundir en las revistas lo mejor de la poesía antigua y moderna.
El proyecto de Poesía y poética, como lo señala Gabriel Bernal Granados, derivó en 1993 en una colección de libros de y sobre poesía:
El primer libro que publicó Gola fue una traducción propia de Encuentros con Bram van Velde de Charles Juliet. A éste le siguieron El oficio de poeta de Cesare Pavese, Conversaciones sobre Dante de Osip Mandelstam, Notas sobre poesía de Paul Valéry y El diálogo infinito (1995), una larga conversación entre Jorge Eduardo Eielson y la crítica literaria Martha Canfield. Durante cinco años, Gola publicó alrededor de veinte títulos, dando prioridad a la obra de poetas sudamericanos (Emilio Adolfo Westphalen, Javier Sologuren, Edgar Bayley, Juan José Saer, el propio Gola) y poetas de lenguas extranjeras. Dio a conocer obras como la del poeta italiano Andrea Zanzotto, publicó hermosas traducciones del ruso —de libros de poemas y prosa de Anna Ajmátova (Réquiem) y Marina Tsviétaieva (Una dedicatoria), debidas a José Manuel Prieto y Selma Ancira, respectivamente— y dio continuidad a su proyecto de difundir la obra de poetas norteamericanos modernos y posmodernos, como H. D. y Robert Creeley. Su libro más ambicioso fue la antología Galaxia concreta (1998), la más completa conocida en español del grupo Noigandres, integrado por los hermanos Augusto y Haroldo de Campos y Décio Pignatari.
Sería excesivo intentar completar los nombres de poetas que Gola publicó y dio a conocer en México, pero la lista anterior da una idea, por un lado, de la diversidad y calidad de los autores, y por el otro, nos habla de ciertas líneas que Gola mantuvo desde el inicio hasta el cierre, en el 2010, de su proyecto editorial. A grandes rasgos esas líneas son: 1) el legado de la vanguardia, 2) el problema de la lengua materna, la importancia del habla y de lo coloquial dentro de la poesía, 3) la traducción como impulso y alimento constante para la propia lengua, 4) el diálogo que la poesía establece con otras artes: pintura, escultura, cine, grabado, fotografía, música, 5) la difusión de las poéticas brasileñas y 6) la difusión de las poéticas norteamericanas, principalmente las que provienen de Ezra Pound y William Carlos Williams.
El aporte del trabajo de Gola ha sido reconocido por algunos y negado por otros que acusan a las revistas de “argentinizar” a la literatura mexicana[6], acusación que evidentemente muestra una falta de conocimiento, una ingenuidad y como bien lo señala Juan Carlos Cano “una absurda postura nacionalista”. Lo cierto es que, como lo afirma Luis Felipe Fabre:
(…) el importante trabajo crítico del uruguayo Eduardo Milán, así como la revista Poesía y poética primero, y luego El poeta y su trabajo, del argentino Hugo Gola (…) han sido elementos fundamentales en la conformación de la sensibilidad poética de muchos de los autores recientes (…) el ejercicio de autocrítica que la poesía mexicana ha venido realizando de unos años a la fecha ha sido más que saludable (13)
Crédito: www.silvinasalinas.wordpress.com
Como es bien sabido, una poesía acrítica, sin autocrítica, se vuelve complaciente, es precisamente contra esa complacencia que se alzan las revistas de Gola. En este sentido, Jorge Fernández Granados, al reflexionar sobre la revista, comenta:
El espíritu de la literatura atraviesa estas publicaciones como una manifestación irradiante aunque no pocas veces exigente. No es la cara comercial ni mucho menos la oficial de esta actividad, sino algo que se podría definir como una peculiar colección de soledades a las que la publicación logra convocar (….) pueden abrirse al azar las páginas de cualquier número y siempre se encuentran líneas memorables o, por lo menos inquietantes.
Y, Edgardo Dobry, poeta argentino, señala en relación al trabajo editorial de Gola:
Hay muchos escritores que se dedican en exclusiva a aumentar el número de sus libros publicados; la principal preocupación de Gola ha sido la de formar lectores. Cuántos poetas habrán aprendido, por lo menos en México y en Argentina, esa vibración que viene de Juan L. Ortiz, de aquel núcleo originario de Santa Fe, y cuya emanación se ha mantenido viva gracias a esta labor editorial de insobornable independencia.
La influencia del proyecto editorial de Hugo Gola puede verse hoy en muchos escritores, e incluso en nuevas revistas y editoriales mexicanas que toman su inspiración de su trabajo.[7]
Para terminar, quiero poner en el centro unos versos de Juan L. Ortiz, poeta entrerriano, al que Gola vuelve siempre como ejemplo y dirección:
Pero cuidado, mis amigos, con envolveros en la seda de la poesía
igual que en un capullo…
No olvidéis que la poesía o la ineludible sensitiva,
es asimismo, o acaso sobre todo, la intemperie sin fin
cruzada o crucificada, si queréis, por los llamados sin fin
y tendida humildemente, humildemente, para el invento del amor…
En estos versos se encuentran, me parece, las semillas de la poesía y poética de Hugo Gola. En ellos convergen la fidelidad y el rigor que han llevado a Gola, por más de sesenta años, a dedicar su vida íntegramente a la poesía.
Bibliografía
Agamben, Giorgio, Idea de la prosa. Trad. Laura Silvani. Barcelona: Ediciones Península, 1989.
Adorno, W. Theodor, Teoría estética. Trad. Fernando Riaza. Barcelona: Ediciones Orbis S:A., 1984
Bernal Granados, Gabriel, “Editoriales independientes de poesía en los ochenta y noventa” en Crítica 151, octubre del 2012.
Cristófalo, Américo, “Walter Benjamín: alegorías del exilio” en Walter Benjamín en la ex ESMA. Argentina: Prometeo libros, 2013. Impreso
Dobry, Edgardo, “Prosas de Hugo Gola” en Letras Libres, Abril 2008.
Fabre, Luis Felipe, Divino Tesoro, muestra de nueva poesía mexicana. México: Fundación del Centro Histórico de la Ciudad de México, Colección Libros de Meseta, 2008.
Fernández Granados, Jorge, “Cinco años de El poeta y su trabajo” en Letras Libres (Letrillas), Mayo 2006.
Gola, Hugo, Filtraciones (poemas reunidos). México: Fondo de Cultura Económica, 2004.
————– Retomas. México: Aldvs, 2010.
————– Resonancias renuentes.Buenos Aires: En Danza, 2011.
Milán, Eduardo, Una cierta mirada. Crónica de poesía. México: Juan Pablos Editor, S.A. 1989.
Olson, Charles, “El universo humano”. Trad. Martha Block, en El poeta y su trabajo 9, México: Oak Editorial, 2002.
Roubaud, Jacques. Poesía, etcétera: puesta a punto. Trad. José Luis del Castillo Jiménez. Madrid: Hiperión, 1995.
Valery, Paul, Notas sobre poesía. Trad. Hugo Gola, Colección Poesía y Poética. México: UIA, 1994.
*Poeta argentino, nació en Pilar, provincia de Santa Fe, en 1927. Fue Profesor del Instituto de Cinematografía y del Instituto del Profesorado de la UNL. En 1975 salió exiliado del país y vivió en México hasta el 2011. En México dictó clases de literatura en la Universidad Iberoamericana. Entre sus libros de poemas se cuentan Jugar con fuego. Poemas 1956-1984 (Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, Argentina), Filtraciones (México, Universidad Iberoamericana, 1996), Filtraciones. Poemas reunidos (México: FCE, 2004), Retomas (México: Aldvs, 2010) y Resonancias renuentes (Buenos Aires: En Danza, 2011). También ha publicado Prosas (Córdoba, Argentina: Alción, 2007), y las antologías El poeta y su trabajo II, III Y IV (Universidad Autónoma de Puebla), Antología de literatura para jóvenes (México, Universidad Iberoamericana). Además de las revistas Poesía y poética (1990-1999) y El poeta y su trabajo (2000-2010). En el 2011 obtuvo el Premio Nacional de Poesía. Actualmente vive en Buenos Aires, Argentina.
[1] El primer número de Poesía y poética fue publicado por la Universidad Nacional del Litoral en 1988. Ya en México, Hugo Gola vuelve a publicar Poesía y poética 1 (con materiales distintos a los de la primera publicación) en la primavera de 1990.
[2] “recuerdo borroso” es el título del segundo poema de Retomas.
[3] Términos que utiliza Walter Benjamin para referirse a ese tiempo hegemónico que traza la historia como progreso.
[4] La frase es de William Rowe.
[5] En “Afinidades y rechazos: la revista Poesía y poética en la poesía mexicana” ponencia inédita de Juan Alcántara presentada en el IV Coloquio de Poesía Mexicana Contemporánea – Facultad de Filosofía y Letras UNAM – 16 de abril de 2015.
[6] Víctor Manuel Mendiola, en su reseña, “Más que novísimos poetas”, a la antología Divino Tesoro de Luis Felipe Fabre, escribe: “Los poetas argentinos y uruguayos que viven en México tienen la falsa pretensión de haber enriquecido las lecturas mexicanas. (…) Los nuevos poetas de México desean ‘argentinizar’ o ‘peruanizar’ a nuestra poesía” (nexos, febrero 2009)
[7] Algunos de los poetas mexicanos que han seguido esta línea son: Ana Belén López, Juan Alcántara, Hugo García Manríquez, Luis Verdejo, José Luis Bobadilla, Inti García Santamaría, José Molina, Juan Carlos Cano, Ricardo Cázares, Luis Felipe Fabre, Jorge Betanzos, Jessica Díaz, Iván García, Bruno Madrazo, Nadia Mondragón, Antonio Ochoa, Tatiana Lipkes, Rodrigo Flores, Karen Plata, entre otros. Revistas como Mula Blanca (José Luis Bobadilla y Ricardo Cázares), Oráculo (Rodrigo Flores), El pez náufrago (Jesús Hernández Coss y Pedro González), Poetree (Jesús Hernández Coss y Jessica Dichi), Hélice (Margot Agami, alumnos de preparatoria IBERO), Cesura (Luis Miguel Cervantes, Federica Porcu, Eduardo Díaz, Paola Jalili, alumnos de Letras de la UIA). El interés en torno al proyecto de Hugo Gola ha suscitado también trabajos de traducción de alto nivel e investigaciones importantes sobre los autores publicados por la revista o en relación a la obra poética del propio Gola. Como muestra de este interés creciente entre los jóvenes quiero mencionar la tesis “Estudios e Índices de Poesía y Poética (1988-1999)” de Isaac Magaña Gcantón con la que obtendrá su grado de Maestría en la UNAM.